La historia de la «democracia española», atada y bien atada por el desembarco de los poderes fácticos del franquismo, es la historia del divorcio de la llamada «izquierda» con la única fuente de su legitimidad y su fuerza: el movimiento popular Primera Entrega A las dos de la madrugada del doce de marzo de 1986, […]
La historia de la «democracia española», atada y bien atada por el desembarco de los poderes fácticos del franquismo, es la historia del divorcio de la llamada «izquierda» con la única fuente de su legitimidad y su fuerza: el movimiento popular
Primera Entrega
A las dos de la madrugada del doce de marzo de 1986, en un hotel de la Puerta del Sol de Madrid, medio centenar de militantes que nos ocupábamos del seguimiento de los resultados del referéndum anti OTAN cruzábamos entre nosotr@s miradas de desolación. Todos y todas llevábamos acreditaciones plastificadas de la Comisión Anti OTAN con la leyenda: ¡VAMOS A GANAR! Pero a esa hora y con el 50% del escrutinio realizado, el SI a la permanencia en la OTAN obtenía 9 millones de votos (el 52,5%) mientras que el NO, apenas llegaba a los 7 millones (el 39%).
A pesar de que en Euskadi, Cataluña y Canarias ganó el NO con el 65%, el 50,6% y el 50%, respectivamente, acabábamos de perder un referéndum que dos meses antes ganábamos por más de 8 puntos porcentuales. Los centenares de personas que se agrupaban bajo las ventanas del hotel, se fueron desperdigando. Algunas de ellas lloraban.
Una compañera periodista nos comentó que el próximo número de su periódico quincenal saldría con la portada «Insistimos: OTAN NO. BASES FUERA». Pocas horas después, en una empresa donde habíamos montado un comité antiotan, elaboramos y repartimos una hoja con ese mismo título. Esa mañana, los medios de comunicación del poder, artífices de la remontada del «SI a la OTAN», celebraban la victoria con grandes titulares. Pero también, un sencillo grupo de militantes sindicalistas antiotan, advertía que el movimiento pacifista no se rendía.
El referéndum de la OTAN representa un eslabón de la cadena de operaciones excluyentes y antidemocráticas que visualiza el desembarco y la perpetuación del franquismo en la monarquía parlamentaria española.
La alianza que Franco estableció con EEUU desde 1954 hasta su muerte, en 1975, tuvo continuidad, no solo en los gobiernos de la transición, sino también en todos los de la monarquía heredera del franquismo. Las bases norteamericanas, fueron mantenidas y reforzadas por el gobierno de UCD (1977 – 1982) mediante el ingreso de España en la OTAN en 1981 por el gobierno de Calvo Sotelo. También el PSOE se encargó, traicionando la promesa electoral que le llevó al poder («OTAN de entrada NO»), de torcer el brazo a un poderoso movimiento popular («OTAN NO. BASES FUERA. NEUTRALIDAD»), en el Referéndum del 12 de Marzo de 1986.
Dicho referéndum contenía tres condiciones para la permanencia que han sido incumplidas. Primera: No pertenencia al comité militar (el PP nos metió en dicho comité en 1997). Segunda: No tránsito de armas nucleares (ningún gobierno se ha preocupado de verificar tal extremo en el tráfico masivo de aviones y barcos norteamericanos y británicos por las bases) Tercera: Reducción progresiva de la presencia norteamericana (Rota se ha multiplicado y sigue creciendo y Bétera -Valencia-, se ha convertido en una nueva base de la OTAN)
La pertenencia a la OTAN fue vendida a la población española dentro de un paquete que contenía: integración en Europa, modernización económica, democracia parlamentaria y bienestar social. La OTAN se presentaba como complemento necesario para sustituir el ineficiente modelo de acumulación del franquismo, estatal y corporativo, por otro basado en una economía abierta, tecnológica y neoliberal. La transición pivotó sobre la continuidad de Juan Carlos de Borbón, apoyado por casi todo el franquismo, la embajada de EEUU, el ejército, el poder financiero, la Iglesia, el PSOE, el PCE y sus respectivos sindicatos.
La nueva identidad nacional española se fundamentó en la promesa de progreso, bienestar y paz. Sin embargo, la precariedad de masas, el alineamiento con el imperialismo de EEUU y el drama interminable del llamado «conflicto vasco», han sido sus resultados verdaderos.
Es sorprendente el silencio de la izquierda, de toda la izquierda, respecto a esta efemérides. El referéndum de la OTAN del 12/III/86, supuso, hace 20 años, el principio del fin de un movimiento de masas (1981 – 1986) que inmediatamente después de la transición política, estuvo a punto de crear una crisis de estado en la monarquía post-franquista con capacidad de irradiación a otros países europeos.
La historia de la «democracia española», atada y bien atada por el desembarco de los poderes fácticos del franquismo, es la historia del divorcio de la llamada «izquierda» con la única fuente de su legitimidad y su fuerza: el movimiento popular.
El enfrentamiento del PCE en la transición política con el movimiento anti franquista y por la democracia que él mismo contribuyo a construir, fue el inicio de la «querencia electoral» que ha corroído y corroe a la izquierda tradicional y que ha marginalizado a la izquierda radical, cuyo principio del fin fue, precisamente, el referéndum de la OTAN. La destrucción abrupta de las organizaciones anticapitalistas más importantes explica la agonía y el desencanto de docenas de miles de militantes y con ellos del conjunto de las capas populares. A su vez, esta derrota «moral» explica la impunidad y los desmanes del PSOE, desde el inicio de la transición hasta nuestros días.
El origen del movimiento pacifista en el Estado Español se sitúa el 20 de Enero de 1981 a las once de la mañana en el metro de Canillejas de Madrid. La primera Marcha a Torrejón, convocada por la izquierda radical sin la participación del PCE, con las consignas «OTAN NO. BASES FUERA», congregó a 25.000 personas cuando esperábamos mil o dos mil. Esta fuerza pujante expresó el desvío de la izquierda mayoritaria respecto a los sentimientos de justicia, paz y libertad de la mayoría de la población española.
El PCE reaccionó poco después organizando su propia campaña «Bases fuera» que acabó unificándose con la Comisión AntiOtan en un organismo unitario estatal: la Coordinadora Estatal de Organizaciones Pacifistas (CEOP). Pero la «respetabilidad» del PCE (sí al ingreso de España en la Europa del Capital, sí a la monarquía, no al derecho de autodeterminación, sí a la Constitución Española, etc) ya había desequilibrado y dividido el movimiento popular y producido enormes perdidas militantes y escisiones.
A pesar de todo, en solo cinco años se levantó un movimiento social anticapitalista que forzó al PSOE, primero a mentir como un bellaco y luego a convocar un referéndum que estuvimos a punto de ganar. Los siete millones de votos NO contenían casi 4 millones de votos al PSOE. El PCE, en plena crisis política, organizativa y electoral, montó rápidamente IU como referente electoral para esos votantes desafectos del PSOE. Pero esa transferencia de votos en las elecciones del 22/VI/1986, no se verificó en una medida relevante. Más bien al contrario, fue el PSOE quien, habiendo colonizado ideológicamente al PCE en la transición política, despedazó poco a poco a IU, hasta convertirla en un apéndice suyo.
Sin conocer estos episodios no se puede entender la última confrontación entre «la izquierda» y el movimiento de masas «Contra la Europa del Capital, la Globalización y la Guerra» que, entre otoño de 2001 y la primavera de 2003, supuso una nueva posibilidad de democracia participativa. Dicha «izquierda cómplice» maniobró hasta romper una dinámica estatal de movilizaciones que llegó a condicionar, tanto a la derecha gobernante como a ella misma.
Alrededor del 12/III/06, vigésimo aniversario de la derrota del movimiento pacifista antiimperialista del estado español y en poco menos de 50 días, se han concentrado varias conmemoraciones altamente significativas: El 16 de Febrero de 2006 (70º Aniversario de la victoria del Frente Popular en la República Española) y el 23 de Febrero de 2006 (25 Aniversario del golpe de estado de Tejero que mantiene oculta, un cuarto de siglo después, la trama de partidos de izquierda, altas instituciones del Estado, autoridades militares y civiles implicadas en él).
El próximo 14 de Abril de 2006 intentaremos conmemorar el 75 Aniversario de la proclamación de la República Española. A ser posible respetando su memoria, lo que exige juzgar los crímenes del franquismo y rechazar, tanto las bases norteamericanas como la monarquía actual, ambas impuestas por el régimen que la asesinó. Una República actualizada en sus contenidos democráticos como la salida de la OTAN, el derecho de autodeterminación y el rechazo de un capitalismo global disolvente de la soberanía popular, la democracia y los derechos humanos.
Por otro lado, coinciden en el mismo periodo, el tercer aniversario del inicio de la invasión y ocupación de Iraq (19/III/2003) y el segundo aniversario del 11-M-04, día de los atentados de Madrid que, producto de la participación del gobierno del PP en la agresión a Iraq, originaron 191 muertos y mil heridos.
Todas estas coincidencias nos muestran fenómenos que, a lo largo de varias décadas, se interrelacionan mediante una cadena causal. El estudio de estos procesos, sus conexiones y sus lógicas internas, desde las luchas de resistencia actuales, es condición necesaria para reconstruir la izquierda partiendo de la ruina y la miseria que la atenazan en la actualidad.