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Ven a bailar

Fuentes: Sin Permiso/The Guardian

La serie de 12 libros A Dance to the Music of Time (El baile de la música del tiempo) de Anthony Powell es vista a menudo como el epítome de la novela inglesa. Tariq Ali, que impartió la conferencia inaugural del Anthony Powell Memorial, encuentra algunas sorprendentes conexiones europeas.

Anthony Powell fue el más europeo de los novelistas ingleses del siglo XX. Hay que prescindir de las miras estrechas según las cuales A Dance to the Music of Time es una novela que puede ser disfrutada solamente por encopetados ingleses o lectores del Daily Telegraph. Se trata de un prejuicio que ha perseguido a Powell durante mucho ti empo .
Lo que se ofrece en las 12 novelas que constituye la Dance (publicada entre 1951 y 1975) no es los matices de una clase de esnobismo, sino la reflexión de la historia social de cinco decisivas décadas del pasado siglo, empezando por el fin de la primera guerra mundial y acabando con la turbulenta década de los 60. No hay nada parecido en las letras inglesas. Hace algunos años me encontré con uno de nuestros críticos literarios más conocidos en una fiesta y se entabló la siguiente conversación:
-¿Qué piensa de Dance?
-Oh, ¿la ha leído?
-Sí, lo hice.
– No me gustó. A usted obviamente, sí.
-Me gustó. ¿Por qué no a usted?
-Un mundo cerrado.
No es un mundo cerrado. La secuencia contiene los más entretenidos episodios de la vida bohemia de Londres del período 1920-58, décadas en las que Powell no solamente se movió en este mundo, sino que también a menudo lo disfrutó más que las fiestas para debutantes en Belgravia [Barrio exclusivo de Londres. NdT]. Uno de sus apuntes en A Writer’s Notebook (publicado póstumamente en 2001) es pertinente: «No se puede ser un artista creativo si se es en cualquier sentido restrictivo un intelectual snob».
A diferencia de muchos de sus coetáneos, Powell se sumió en la cultura continental europea. Su conocimiento de esta cultura -no solamente su admiración por Proust, que es muy bien conocida, sino también por Stendhal, Balzac y Musil- afectó su obra de distintas maneras. Su cariño por Stendhal nos muestra que, a pesar de sus puntos de vista conservadores, Powell pudo apreciar el trabajo de un escritor cuya visión del mundo fue muy lejana de la suya. La obra de Stendhal que gustaba más a Powell era The Life of Henry Brulard, una débilmente disimulada autobiografía y una despiadada reflexión sobre los «ultras» del conservadurismo francés. Los seguidores del antiguo régimen y sus sucesores han traicionado todo ideal. Su año preferido, Stendhal informa al lector, no es 1789, el comienzo de la revolución, sino 1793, el año que Luis XVI y María Antonieta fueron decapitados.
La Dance es comparable con Proust y con The Man Without Qualities (El hombre sin atributos) de Robert Musil -proyectos literarios que, aunque de diferente estilo, contenido y preocupaciones (Proust y la sexualidad ambivalente, la Kakania de Musil), son análogos en términos de magnitud y ambición. Los escritores también emergieron de mundos paralelos. Musil, por ejemplo, luchó en la primera guerra mundial. Powell era demasiado joven, había nacido en 1905, pero estaba aún obsesionado por los recuerdos de la guerra (venía de una familia militar y más tarde participó en la segunda guerra mundial).
Un pasaje en The Military Philosophers (1968), volumen noveno de Dance, describe al narrador uniformado pasando a través de Normandía cuando de repente:
-«Deletree el nombre del lugar en el que nos detuvimos la noche anterior, Mayor Jenkins», dijo Cobb.
-C-A-B-O-U-R-G, señor.
Cuando pronuncié la última letra, el velo se desprendió de mis ojos. Todo se transformó. Lo volví a recordar todo, como la misma magdalena remojada en té, en una cascada de memoria. Cabourg, habíamos salido en coche de Cabourg, fuera del Balbec de Proust. Solamente unos minutos antes, yo había estado en la explanada, por la cual -llevando su gorra de polo y acompañado por la pequeña banda de muchachas que Marcel había imaginado que eran las amantes de los ciclistas profesionales -Albertine había entrado en su vida.

 

 

 

A través de las grandes ventanas del comedor del gran hotel, transmitiendo a los de fuera la sensación de estar observando un acuario, estar viendo Saint-Loup, en la misma mesa Bloc, mendazmente proclamando conocimiento con los Swanns.
Más adelante hay una divertida escena bajo la mesa durante un ataque aéreo, en donde el narrador se está refugiando con el general Liddiment, que pregunta «¿Qué piensas de Trollope?». El narrador responde: «No mucho». Una discusión literaria continúa, a lo largo de la cual él aún tiene en las manos una copia del Camino de Swann (volumen primero de En búsqueda del ti empo perdido de Proust) que estaba leyendo antes del bombardeo.
También hay un paralelismo en el desarrollo de los estilos de Musil y Power. Las tempranas historias cortas del austriaco son briosas y entretenidas, pero diferentes de El hombre sin atributos. Las primeras novelas de Powell son ocurrentes, y en su primera ficción, Afternoon Men (1931), uno puede ver las semillas de Dance. (El diálogo entre Atwater y Lola en una sórdida y bohemia fiesta es una reminiscencia de las conversaciones con Gipsy en su obra maestra, y el estilo tiene el tipo de minimalismo que después fue hecho arte por Beckett y Pinter). La ruptura no viene tanto del tema sino del estilo que se vuelve cada vez más reflexivo. No hay duda de la inmersión de Powell en la Anatomía de la melancolía de Robert Burton, y el impacto del trabajo sobre un libro acerca del escritor del siglo XVII John Aubrey que tienen que ver con ello. Esperamos la biografía de Hilary Spurling para saber más.
Por la época que escribió Dance, el estilo de Powell se volvió casi anticuado, barroco y levantó la comedia a un más alto nivel que se encuentra en las novelas primerizas. Tuvo suerte. Era un superviviente. Sus contrapartes europeas no pudieron finalizar su trabajo. Proust murió a los 51. Gran parte de En busca del ti empo perdido fue publicado póstumamente, las correcciones de pruebas del autor y los reescritos están incompletos. El hombre sin atributos de Musil permaneció como una obra maestra inacabada.
Muy consciente de todo eso, Powell estaba decidido a terminar su trabajo. Comprendió los peligros de continuar demasiado espaciadamente. Sus propias simpatías políticas habían sido siempre de derechas, pero muchos de sus compinches escritores y artistas (como su íntimo amigo Orwell) tendieron a girar a la izquierda. Pero cuando concluyó Dance con Hearing Secret Harmonies, su mundo había cambiado. El libro está dedicado a Robert Conquest. Charlotte Street a finales de los 60 ya no era una guarida de bohemios. Bertorelli se había convertido en el lugar habitual de un grupo de escritores de la guerra fría virulentamente anti-izquierda quienes, como Conquest, apoyaron la guerra de EEUU en Indochina. Este nuevo contexto, desde mi manera de ver, afectó de forma adversa el tono y la estructura de su última novela.
¿Cuándo leí por primera vez Dance? Fue en 1980 o 1981. Estaba viajando con Perry Anderson de Londres a México (un vuelo de 11 horas) para asistir a una conferencia. Él estaba sentado cerca de mí, releyendo el Restaurante chino de Casanova, el quinto libro de la serie. En un momento determinado su risa se volvió tan contagiosa que un pasajero americano se le acercó y dijo: «Eh, muchacho, ¿que estás leyendo? Debe ser realmente divertido». Mi amigo sostuvo el libro y dijo «lo es», después continuó. Mi tema de lectura era soso, lo que me puso envidioso. Algunos meses después, de vuelta a Gran Bretaña, me compré toda la colección con las maravillosas portadas de Mark Boxer y leí toda la obra.
Alguna vez escucho como la gente dice que comenzó con el primer volumen, A Question of Upbringing, y que aquí terminó porque no tenían idea de cómo podía el relato seguir y transformándose en lo que acabó siendo. No les gustó la entrada y nunca leyeron el resto. Me encantó el primer volumen, pero fue útil tenerlos amontonados todos en la mesita de noche, así la lectura podía ser sistemática y continua. Es como debe ser leída.
La casualidad juega su parte importante en muchos encuentros de los personajes. No puedo recordar cuántas veces, desde que leí el libro, me he encontrado con alguien que no había visto durante años y murmuraba por dentro «esto es Dance«. Aunque estructurada como arte, las coincidencias se construyeron con un gran patrón.
¿Cuál es entonces el tema central de la serie? La creatividad, el acto de la producción. De la literatura, de los libros, de las pinturas, de la música; esto es lo que muchos de los personajes centrales están comprometidos en la totalidad de sus vidas. Moreland compone, Barnby pinta, X Trapnel escribe, Quiggin, Members y Maclintick critican y el narrador publica libros y acaba siendo un escritor. Lo que entusiasma al novelista es la música y la pintura, la literatura y la crítica. Es esta creatividad, junto con la comedia de cada día, lo que sostiene a Dance.
La serie también es sobresaliente por sus asombrosas caracterizaciones. Al Charlus en la épica de Proust, y a la Diotima y Ulrich en El hombre sin atributos, deben añadirse Widmerpool y Pamela Flitton de Dance. El último lord Longford a menudo proclamaba que este Widmerpool estaba basado en él. Y hay un paso en los diarios donde Powell está en una reunión de la universidad en Oxford y se topa con Denis Healey. El antiguo líder y diputado laboralista le da la bienvenida como al amigo que hacía ti empo no veía, y pregunta: «Siempre he querido preguntarte esto: ¿te basaste en Edward Heath para tu Widmerpool?»
La genealogía de los personajes de ficción puede convertirse en una obsesión, como apuntar el número de serie de los trenes que pasan, y debería ser firmemente contestada. Powell ha escrito que ningún personaje de ficción está basado en ninguna persona en particular; son siempre amalgamas. Como sabemos por la excelente biografía de Proust escrita por George Painter, muchos «vicios» que el autor imputa a Charlus están en realidad basados en él mismo; y la persona de quien saca más características para el personaje de Charlus, un presumido aristócrata llamado Montesquieu, ciertamente comprendió lo que pasaba: «Quizás,» observó una vez, «debería ahora cambiar mi nombre por Montproust»:
Widmerpool es, en muchos modos, una creación más inspirada que Charlus. Al cabo, la mediocridad agresiva sube a la superficie en casi todas las esferas (el actual gobierno laborista es un ejemplo excelente). Esta es otra razón para lamentar la transformación de Widmerpool en el último volumen, donde es sacado de su personaje, transformado en un grotesco subdikensiano, y asesinado. Un cuaderno del escritor revela que Powell tenía pensado otro final: Widmerpool desapareciendo entre la niebla de dónde había salido, mucho más en sintonía con el baile de la vida y la muerte.
En su literatura, memorias y diarios, Powell puede ser agudo, punzante, condescendiente e incluso despiadado, pero no malicioso. Escribe sobre mucha gente de forma generosa, demasiado generosa. Así que ¿qué se puede decir sobre las observaciones que han sido hechas sobre él a lo largo de los ocho años trascurridos desde su muerte? VS Naipaul [Nóbel de Literatura el año 2001. NdT] era visto como un amigo. Los diarios de Powell están llenos de él. Demasiado llenos.
El ultimo libro de Naipaul, probablemente el peor, contiene un ensayo sobre Powell, en donde se dice que nunca leyó las novelas de Dance en todos estos años que fue un cercano amigo de Anthony y Violet Powell, a los que visitaba regularmente y a menudo interpretaba el papel de bufón de la corte cacareando comentarios sobre las razas y las clases que ya no eran aceptables para la gente fina. Escribe que cuando los leyó después de la muerte de Powell (¿por qué se molestó entonces?), fue golpeado por el hecho de que no le gustaron, que estaban sobrevalorados, que no era narrativa de valor, etc. Y lo confirma con chismorreos tomados de X e Y a los que tampoco les gustaban ni las novelas ni el hombre, a pesar de llamarse amigos. Todo esto es un pequeño misterio. ¿O no? En Books Do Furnish a Room (1971), el novelista X Trapnel, obsesionado por Pamela y dominado por ella, se vuelve cada vez más chiflado:
En la calle su incoherente, enajenado estado de la mente era mucho más aparente. Ciertamente estaba muy mal. Toda su conversación sobre la escritura, su flujo no muy diferente de la interrupción de cada tarde de su compañía, era simplemente una cuestión de aplazar el momento funesto de tener que hacer frente a sus problemas personales.
O por decirlo de otro modo, como el gran novelista chino del siglo XVIII Cao Xuegin escribió: «la verdad se vuelve ficción, cuando la ficción es verdad / la realidad se vuelve no realidad cuando lo irreal es real.»

Tariq Ali es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO .

Traducción para www.sinpermiso.info : Daniel Raventós y Julie Wark  

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