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Sobre el cónclave socialista presidido por el retrato de su fundador

Venerado Pablo Iglesias

Fuentes: La Nueva España

«Pablo Iglesias era un doctrinario, un hombre con espíritu de profesor. No sé si tenía relaciones con los de la Institución Libre de Enseñanza, pero, quitando algunas violencias de palabra, obligadas por su posición de tribuno popular, era muy parecido a ellos». (Pío Baroja) «Pablo Iglesias es uno de esos santos laicos; don Francisco Giner […]

«Pablo Iglesias era un doctrinario, un hombre con espíritu de profesor. No sé si tenía relaciones con los de la Institución Libre de Enseñanza, pero, quitando algunas violencias de palabra, obligadas por su posición de tribuno popular, era muy parecido a ellos».
(Pío Baroja)

«Pablo Iglesias es uno de esos santos laicos; don Francisco Giner es otro, ambos, los europeos máximos de España… La sugestión que emana de ese hombre inerudito, de ese obrero sin literatura y sin jurisprudencia, que acaso haya leído un solo libro, proviene de que nos parece un hombre traspasado íntegramente por una idea. Pablo Iglesias es todo el socialismo».
(Ortega)

«Tres grupos se nos aparecen de esta nueva casta de españoles, tres grupos a los que siempre se les deberá reconocimiento por su rebeldía y por su búsqueda de una más firme y más feliz España; tres grupos de raíz y pretensiones diversas, de resultados y sino distintos, que ahora son muy distinta cosa, pero coincidentes en aquellas décadas en estar en pie de guerra contra la falsa España, contra la máscara de la España viviente y verdadera. Son estos tres grupos el Partido Socialista fundado por Pablo Iglesias, la Institución Libre de Enseñanza y la llamada Generación del 98».
(María Zambrano)

González y Zapatero cobijados bajo el enorme retrato de su patriarca Pablo Iglesias. El gran artífice de la España del enriquecimiento rápido y el gobernante de los recortes sociales más traumáticos de la transición a esta parte, respectivamente. ¿Cómo no preguntarse qué pensaría el fundador del PSOE y de la UGT si viese los derroteros que tomó su partido desde el 82 a esta parte, así como la deriva que siguió su sindicato desde aquel bochornoso espectáculo de la PSV, en el que, en el mejor de los casos, no se evitó que muchas familias modestas fueran estafadas por los delirios de un personaje en el que nunca debieron confiar los dirigentes de esta legendaria organización obrera?

No pude evitarlo. Me pareció estar asistiendo a un espectáculo donde la impostura era tan grosera como gigantesca. Se diría que allí posaban unos advenedizos, presumiendo de un ilustre antepasado, al que no sólo no le llegan al tobillo, sino que además desvirtúan y traicionan aquello por lo que más se significó. ¡Qué ejemplo más inequívoco de una grandeza del pasado de la que pretenden vanagloriarse unos legatarios que están a años luz de aquello! Lo que nunca se le podrá reprochar a Pablo Iglesias es que hubiera incurrido en incoherencias entre lo que propugnaba y lo que hacía, es en el empeño de luchar por una sociedad más justa. Pregúntese el lector si se puede decir algo parecido de don Felipe y de don José Luis, que pasarán a la historia, entre otras cosas, por haber llevado a cabo determinadas políticas que la derecha nunca se hubiera atrevido a hacer.

Los tiempos han cambiado mucho desde que el bueno de Pablo Iglesias accediese al Parlamento español, tanto que la España de entonces no podría reconocerse en la actual. Dicha la obligada obviedad, añádase otra: la sociedad de hoy, a pesar de lo mucho que se ha avanzado desde entonces, no podría calificarse de justa, y hay conquistas sociales y derechos pendientes en los que, en lugar de avanzar, máxime estando gobernados por una izquierda emancipadora (ji, ji, ji), lo que nos pasa es que retrocedemos.

Baroja, Ortega y María Zambrano ponen al fundador del PSOE en relación con la Institución Libre de Enseñanza, es decir, se trataba en no pequeña parte llevar a cabo el lema de Costa: la despensa y la escuela. Unas condiciones de vida dignas y una emancipación mediante el saber. Y es que cuando Pablo Iglesias obtiene un escaño en el Parlamento español, la España real de entonces vivía un afán pedagógico que iba más allá de los ámbitos docentes, llegando a los periódicos, a los ateneos y a las sedes sindicales.

Creo que es muy importante insistir en esto frente a la España actual en la que el PSOE, desde el felipismo a esta parte, apostó justamente por todo lo contrario: por un sistema de enseñanza con el esfuerzo aparcado y alejado de toda ambición intelectual.

Y es que el PSOE no sólo no lucha por una sociedad más justa. Zapatero, que hasta hace bien poco se erigía en defensor a ultranza de los derechos de los trabajadores y pensionistas, decidió recortar los sueldos de los funcionarios, congelar las pensiones y anuncia un abaratamiento del despido. Esto, que ya no es muy fácil de digerir con todo lo que vino predicando y con la esencia de un partido que se titula de izquierdas, no se queda ahí, sino que además, por mucho que el metafísico ministro Gabilondo diga afanarse y desvelarse por alcanzar un pacto educativo, no hay voluntad de sacar adelante un sistema de enseñanza donde tengan cabida el esfuerzo y la ambición por aprender, además de la dignificación del oficio de enseñar, sino que el espíritu de la LOGSE sigue ahí, al tiempo que la estupidez se fomenta de continuo.

Venerado Pablo Iglesias. En el cónclave estaba también el señor Solchaga, de quien Nicolás Redondo dijo, según se recoge en un libro del periodista García Abadillo: «Así se llega a los planteamientos que hacía Solchaga de que para motivar a los ricos había que enriquecerles más y para motivar a los trabajadores había que empobrecerles más. ¿Hay algo de socialdemocracia en todo esto?».

Y, por otra parte, dada la inconsistencia de Zapatero, dadas sus limitaciones a la hora de argumentar, cada vez se percibe más una especie de añoranza e idealización de González. No cabe ninguna duda de que como orador el político sevillano es mucho más brillante. También es innegable que se rodeó de gente con mayor valía. Ahora bien, conviene no olvidar que estamos hablando de un político bajo cuyo mandato la corrupción generalizada y el terrorismo de Estado fueron mucho más que anécdotas.

Y aunque ello merecería al menos otro artículo, hay que tener en cuenta que González y Zapatero pertenecen a dos generaciones distintas, si bien contiguas, cuyas diferencias ayudarían mucho a interpretar una y otra etapa.

En lo que ambos coinciden es en que distorsionan tanto y tanto la trayectoria de su patriarca que el posado del otro día estremece tanto como indigna.

Fuente: http://www.lne.es/opinion/2010/06/15/venerado-pablo-iglesias/929540.html