Esta no pretende ser una aproximación «imparcial» a cuanto sucede; viene sucediendo desde hace ya veinte años, en Venezuela. Aunque respeto a quienes creen posible la imparcialidad en cuestión de tal calibre, yo no me hallo entre tales personas. Se ha escrito -con motivo-, sigue y seguirá, escribiendo tanto sobre la Revolución Bolivariana, que […]
Esta no pretende ser una aproximación «imparcial» a cuanto sucede; viene sucediendo desde hace ya veinte años, en Venezuela. Aunque respeto a quienes creen posible la imparcialidad en cuestión de tal calibre, yo no me hallo entre tales personas.
Se ha escrito -con motivo-, sigue y seguirá, escribiendo tanto sobre la Revolución Bolivariana, que inevitablemente el que lo hace ahora y no por primera vez, repetiré algunas cosas seguramente ya dichas por otros. Avisado esto, señalo asimismo, que el propósito principal de estas líneas, es reflexionar en cómo inciden los sucesos de Venezuela, en quienes pensamos que el Socialismo (no confundir, dicho sea respetuosamente, con la Socialdemocracia), es el horizonte al cual la Humanidad debe llegar más pronto que tarde, si no quiere auto-destruirse.
Siendo, pues, ese el objetivo primordial de lo que ahora escribo, significa que sólo entraré en lo concreto interno venezolano, en cuanto estime imprescindible para la perspectiva de conjunto, objetivo principal de este artículo (reitero).
(APOYO SIN AMBAGES AL GOBIERNO LEGÍTIMO DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA QUE PRESIDE NICOLÁS MADURO)
Comencé diciendo, que no busco la imparcialidad. Quien habla, apoya sin ambages al Gobierno legítimo de la República Bolivariana de Venezuela, presidido por Nicolás Maduro. Sin ambages, repito. Esto me permite introducir ya una primera cuestión que atañe al propósito de este texto; una pregunta. Y es: ¿cuántos y quiénes, fuera de Venezuela, están apoyando realmente a su Gobierno legítimo? Bastantes, cierto. Pero, en mi opinión, no tantos como deberían; como sería lo justo, y lo honorable también. Luego profundizaré un poco sobre esto.
Ahora, quiero especificar que estas líneas las firmo, como militante comunista de base, y como ex-militar profesional (ocho años) quien, leal a la patria, licencié con honor para pasar a servir en el funcionariado civil. Como tantas personas, desarrollo actividad en más de un colectivo. Pero, al objeto el cual aquí me trae, hoy quiero signar específicamente con esas dos pertenencias mías, ciertas y constatables, por supuesto.
Señalaba antes que, a mi parecer, no tantos como deberían, están apoyando verdaderamente, en un trance tan tremendo, al Gobierno constitucional de Venezuela, que preside Nicolás Maduro.
(SOBRE QUIENES, AQUÍ EN ESPAÑA, HAN IDO «DESERTANDO» DEL APOYO A LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA)
Por ejemplo, de un tiempo -tres, cuatro años…-, a esta parte, cierta «intelectualidad» que gustaba de hacer visitas a Venezuela, en tiempos -ciertamente-, menos difíciles para la Revolución bolivariana, y hacer congresos, y ponencias, y libros sobre «Procesos Constituyentes»; algunas de estas personas, decía, fue el ponerse las cosas más duras cuando el capitalismo transnacional, aprovechando la muerte de Hugo Chávez, apretó su cerco sobre Venezuela, y empezar -dichas referidas personas-, a «desertar» (llamemos a las cosas por su nombre) del lado de la República bolivariana.
Normalmente, se hizo con algún artículo auto-justificativo. Por supuesto, bien difundido en medio de comunicación al servicio del Capital.
De la retahíla de excusas dadas para intentar enmascarar la objetiva traición a un pueblo que los había tratado bien, y al cual dejaban en la estacada en momentos decisivos, cuando más a su lado debían estar; de las excusas, iba refiriendo, sobresalía una, no por evidente, menos deletérea. Muy en síntesis, el «argumento» consistía en proclamar:
«Estuvimos con Hugo Chávez. Pero Nicolás Maduro no es Chávez. La Revolución murió con él».
Observe el lector, que es un «argumento» muy repetido en la historia de las Revoluciones. Muy cómodo -permítaseme así decirlo-, para determinadas conciencias y la justificación del abandono. Y naturalmente, muy útil al Sistema que combatió a la Revolución desde su mismo principio. En esencia, es el mismo argumento (nótese), de quienes sostuvieron, que la Revolución rusa murió con Lenin, o la Revolución cubana, con Ernesto «Che» Guevara.
Para el Sistema (capitalista), «enfrentar» al revolucionario fallecido, con quienes prosiguen su Revolución, ha sido una maniobra recurrente. Pues siempre han encontrado «revolucionarios» supuestamente «desencantados», quienes se presten a ello. Ocurre, pues, con Venezuela, como ocurrió antes con Cuba y con la URSS. Y así vemos a los mismos medios (sistémicos) que atacaban despiadadamente a Hugo Chávez, contraponiendo «virtudes» de éste, a «defectos» de quien prosigue la Revolución, Nicolás Maduro.
Empero, odiaban a Chávez tanto como odian a Maduro. Sucede, que uno está vivo y el otro, lamentablemente, no.
A uno le anatemizaron por su condición de militar (como si no se pudiera ser militar y revolucionario social) y su extracción popular; indígena.
Al otro, una de las cosas que se le echan en cara, es haber sido conductor de autobuses (como si no se pudiera ser un profesional de oficios manuales, y gobernante apto; estadista)
Son, en última instancia, prejuicios clasistas, los cuales también alcanzan a determinada (auto-definida) «izquierda» que está, no casualmente, dando la espalda a la República bolivariana de Venezuela.
(POR QUÉ SE TEME TANTO Y SE ATACA A LA VENEZUELA BOLIVARIANA)
Cuando la «Revolución» es algo lo cual queda constreñido al ámbito de una facultad universitaria y a un profesor con «pipa y gafa de pasta» (sea esto dicho, entiéndase, con debido respeto), resulta asumible por el Sistema. Cuando da el salto a otros ámbitos, y entronca además con la Fuerzas Armadas legítimas de un país (no confundir con bandas armadas); entonces, es cuando saltan todas las alarmas sistémicas.
Es cuanto ha sucedido con Venezuela.
Creo firmemente que la guerra (sigamos llamando a las cosas por su nombre…), despiadada y sucia, contra la República Bolivariana, tiene su mayor motivo, no en el petróleo y la geo-estrategia (aunque eso esté ahí; cuente también), mas porque Venezuela significa la posibilidad de modelo alternativo al Capitalismo; un modelo Socialista. Dicho de otra forma: el ataque a Venezuela, es -antes que nada-, un ataque «por ideología». Como lo fue a la URSS. Como lo fue y lo sigue siendo, a Cuba.
Con el prurito de que la Revolución Bolivariana, es posterior a la derrota de la URSS (sigo usando los términos en puridad: no estoy entre quienes piensan que la URSS, simplemente, «se hundió», aunque -es verdad-, personas quienes debían sostenerla, se desmoronaron. Pero la URSS, sobre todo, fue vencida en una larga guerra contra todo el arsenal del Capitalismo) O sea: vino a demostrar, el caso de Venezuela, que pese a la derrota soviética de 1989-91, no era imposible para un país aspirar al Socialismo.
Eso, subrayo, después de vencida la URSS, es más de cuanto el Capitalismo transnacional estaba y está dispuesto a tolerar. No es casualidad que ya en 2002 se intentase un Golpe de Estado, como el de ahora, transnacional.
Entiéndase, que no importa -para el Capital-, si Venezuela es «rica» o «pobre». Lo que importa y afrenta, es la misma existencia de su Revolución bolivariana, su Revolución Socialista. Eso es cuanto hay que destruir cueste lo que cueste.
En este punto, dicho sea sin demasiada acritud por mi parte, es cuando ciertos «ortodoxos» de las Revoluciones, niegan que la Revolución bolivariana sea Socialista. No seré yo, perdóneseme, quien entre a disquisiciones «de laboratorio». Sí sé, que los revolucionarios bolivarianos de Venezuela, se declaran socialistas. Entiendo yo, que su opinión es -como mínimo-, tan válida como la de cualquier teórico «de laboratorio».
Ocurre, que para determinados revolucionarios «de salón», la Revolución «perfecta» y a su gusto, siempre está -como el Mesías del Antiguo Testamento-, por llegar. A determinado «guardianes» de la «ortodoxia» revolucionaria, cabría recordarles, que ninguna Revolución -y desde luego, ni la rusa ni la cubana-, siguió con exactitud ninguna ortodoxia.
Igual que ya se dio respecto a Cuba y a la URSS, hay quienes, -autoproclamados «muy de izquierda» e incluso «revolucionarios»-, nada más ven defectos en la Venezuela bolivariana. Con toda certeza, es sólo casualidad que tales personas consigan publicar sus críticas en los grandes Media al servicio del Capital. Sólo «casualidad», repito. Y prosiguiendo entre de bromas y de veras, me cabe señalar, que la «Gauche Divine», sigue existiendo, y de envidiable salud…
(EL PAPEL DE UNA DETERMINADA «SOCIALDEMOCRACIA»)
Es llegados a esta parte, cuando quiero significar el papel, esencial, de «determinada concepción» de la Socialdemocracia. Es menester precisar aquí lo más posible, para no herir -al menos, no a conciencia-, más sensibilidades de las que, probablemente, ya esté hiriendo…
Me refiero, a una específica concepción de la Socialdemocracia, nacida al calor de la Guerra Fría entre EEUU y la URSS, y cuya finalidad, objetivamente («buenas» o «malas» intenciones aparte; conciencias o inconsciencias…) fue hacer de «valladar», impedir en última instancia, la extensión del Socialismo real.
Y una «Socialdemocracia» -no se pierda nunca esto de vista…-, profunda, muy profundamente anti-comunista.
El anti-comunismo, constituye toda una ideología «en sí». Mucho más «transversal» (usemos palabra de estos tiempos…) de lo que a veces se piensa. No circunscrita a partidos de Derecha, no.
Tiene un punto paradójico, pero que afecta a la cuestión, el que la mayoría de los Partidos Comunistas acepten concurrir a elecciones en sistemas capitalistas (no digo, ¡ojo!, que me parezca mal), pero los partidos anti-comunistas, -también en general-, no acepten las elecciones en sistemas socialistas o en rumbo hacia el Socialismo.
En otras palabras: el capitalismo sólo acepta «su» modelo de «Democracia». Es ahí donde enlaza esta disquisición, con el caso de Venezuela.
Planteada la lucha contra la Revolución bolivariana, como una lucha -esencialmente-, ideológica por parte del Capital, es ahí donde tiene un papel esencial; un papel -permítaseme la palabra-, «clásico», la determinada concepción de la «Socialdemocracia» (esencialmente, anti-comunista), que líneas arriba he caracterizado.
En los trances decisivos (como con respecto a Venezuela estamos viviendo uno), «esa» Socialdemocracia, siempre acaba tomando partido, indefectiblemente, por el Capital.
Son precisamente, casos como el de Venezuela, los que ponen a prueba los «límites» de dicha Socialdemocracia. También y como ya he expuesto anteriormente, los límites de la «Gauche Divine» y los revolucionarios «de Salón».
Es eso y no otra cosa, cuanto explica que, en estos momentos, estén leales al Gobierno legítimo de la República bolivariana de Venezuela, quienes están. Ni más, ni menos.
A quienes, en su derecho, esgrimen (malas) cifras de Venezuela a día de hoy, cabe preguntarles, cómo se las arreglaría cualquier nación del mundo, frente al ataque económico de EEUU y sus aliados.
La cuestión, pues, debe plantearse en estos términos:
«¿Puede una nación arrostrar sacrificios en la lucha por su soberanía?» La Historia nos demuestra que sí.
La República Bolivariana de Venezuela, por ser -¡precisamente!-, una nación orientada a un Socialismo digno de tal nombre, lleva años -veinte años-, resistiendo el ataque -cada vez más virulento-, del Capitalismo.
Dicho ataque, como es natural, lo encabeza el Gobierno por antonomasia al servicio del Capital: el Gobierno de los Estados Unidos de América (EEUU) A su rebufo, Gobiernos cuya independencia real, queda -cuando menos-, en entredicho. Quiero ser, y soy, comedido en este punto. Y especificando, que hablo, a este respecto, de Gobiernos. No de naciones.
(PATÉTICO HACER DEL GOBIERNO DE ESPAÑA Y DE OTROS GOBIERNOS DE LA UE)
Paradójicamente, creo que es más «honesta» (en cuanto que visibiliza, más a las claras, el carácter de Golpe de Estado), la posición del Gobierno de EEUU y quienes han reconocido inmediatamente a Guaidó como Presidente de Venezuela; más «honesta» (entre comillas, claro es), que la posición -culmen de la hipocresía-, de los Gobiernos europeos (a la cabeza, el Gobierno de España), quienes han dado un «ultimátum» -es la palabra que usan los propios Media, y con razón-, de ocho días, al Gobierno legítimo de Venezuela encabezado por Nicolás Maduro.
El patetismo de la Unión Europea como actor internacional, sólo es comparable a su infundada soberbia. El «eurocentrismo». La absurda pretensión de «superioridad moral», cuando se sigue yendo -como desde 1945-, a la zaga (a veces más pasivamente, otras menos), de los EEUU. Discúlpenme los europeístas «creyentes de corazón» y bien intencionados, que algunos hay. Pero la UE (que no es, ni ha sido nunca, «toda Europa»), recuerda mucho a un «divo» de la escena, incapaz de asumir que su papel hace tiempo es secundario, y así seguirá (por factores ajenos, pero también por la propia incapacidad)
Sinceramente, no sé lo que hará al final el Gobierno de Venezuela respecto al ultimátum del Gobierno de España y otros Gobiernos de la UE. Lo que haga al respecto el Gobierno presidido por Nicolás Maduro, en mi opinión, «bien estará». Lo que sí sé, es la sensación de ridículo la cual me deja, como español y patriota, ese «chulesco» ultimátum del Gobierno de mi país, a otro Gobierno no menos legítimo. Le ha dado -déjeseme así ironizarlo-, un aire esperpéntico de «far-west», que ni el propio Trump (igual de injusto, más brutal, pero también más coherente), le quiso dar. En suma y resumen, la UE ha hecho lo que dicen los expertos es cuanto de peor en la Política puede hacerse: el ridículo.
Con el Gobierno de España a la cabeza haciéndolo.
Creo que no es ajeno -vuelvo sobre ello-, un «eurocentrismo» muy mal digerido (en su imparable decadencia) En última instancia y si se me apura, prejuicios culturales y «complejo de superioridad» (sin base alguna, recalco)
Alguien tan poco sospechoso de comunista como J.L. Rodríguez Zapatero, al hablar sobre Venezuela, avisa del error de juzgar la situación desde parámetros euro-céntricos. Pero no importa: es tildado de pro-chavista (no creo yo que lo sea). A tal nivel de agresión ideológica contra la República Bolivariana se ha llegado, que nada cuanto no sea que Maduro -y, por extensión, el Proyecto bolivariano-, renuncie al Gobierno obtenido democráticamente en las urnas, les sirve a los agresores. «Nada».
(SOBRE LA MANIPULACIÓN EN LOS GRANDES MEDIOS DE COMUNICACIÓN)
Frente al enorme nivel de beligerancia anti-bolivariana, ya sea en su vertiente de reconocimiento inmediato a Guaidó, o en la vertiente de ultimátum al Gobierno legítimo electo hace menos de un año, para que vuelva a convocar elecciones; frente a esa beligerancia extrema, decía, mi impresión es que la izquierda está bastante «acogotada». Esa es mi impresión a fecha, sabiendo que hay firmes excepciones. No quiero, por otra parte, ofender: sé lo difícil que pone el Sistema, el defender al legítimo Gobierno venezolano. Parte primordial de ello, resulta la (clamorosa) tergiversación informativa y el escorarse anti-bolivariano en los grandes «Media» de España. Incluye, a mi parecer, a los tenidos por más «progresistas». Los mismos «Media», dicho sea de paso, en los cuales más tiempo he sufrido yo el discurso ultra-derechista de «Vox»; donde más tiempo les sacan y hablando en pantalla.
En la Televisión Pública la cual, en teoría, dirige Rosa María Mateo, vi hace poco, en La 2, un pretendido «debate» (el 75% de los invitados, anti-chavistas y pro-Golpe de Estado), durante el cual, el -también pretendido-, «moderador», se dedicaba a proporcionar todo el tiempo del mundo a los pro-Golpe, y a interrumpir a quien intentaba defender la legalidad en Venezuela. Eso, ya digo, el Presentador/Moderador de aquel programa de la Televisión Pública española.
Permítaseme aquí, por favor, una pequeña digresión: el filósofo y comunista, Carlos París, de quien tuve la grata experiencia de ser Secretario en una asociación la cual presidió; D. Carlos París, iba yo diciendo, tituló su libro póstumo (año 2014), «En la época de la mentira», haciendo especial hincapié en el increíble grado de manipulación al que se había llegado en los Media. ¡Cuánta razón! No tengo personalmente ninguna duda, la más mínima, de que el Profesor París, estaría hoy en primera línea en la defensa de la Venezuela bolivariana, como lo estuvo de la Nicaragua sandinista.
Prosigo: el bochornoso grado de intoxicación por los grandes Media en España, respecto a cuanto viene sucediendo en Venezuela. Muy real. Por eso, no quiero evaluar precipitadamente. Pero en estos momentos, mi impresión -seguro que parcial y subjetiva-, es que la respuesta por parte de la izquierda, está siendo un poco «floja». Incluso ambigua en algunos casos. Pareciera que algunos de quienes, aquí en España, deberían defender la legitimidad del Presidente Nicolás Maduro, ponen en ello menos convicción que quienes la atacan. Eso pareciera a veces. Veremos cómo evoluciona…
En cualquier caso, soy -siempre he sido-, de la opinión, de que es justamente en los momentos más duros, cuando se ve el temple y fiabilidad de las personas. La fortaleza de sus convicciones e ideales.
No poseo una bola mágica para ver cómo se resolverá la batalla en que está actualmente inmersa la República Bolivariana de Venezuela. El Gobierno legítimo tiene apoyo popular y tiene fuerza. Puede resistir. Pero el Golpe de Estado, cierto, ha echado mano de enormes recursos para lograr sus fines.
Es especialmente preocupante el secuestro de activos financieros venezolanos que está llevando a cabo EEUU y tanto recuerda al que, también países occidentales, le hicieron a la II República española cuando sufrió su propio Golpe de Estado. Sin poder extenderme ahora sobre el particular y salvando las obvias diferencias, hay elementos, en el plano internacional, que guardan llamativas similitudes en lo referente a la actitud de varios Gobiernos respecto al Golpe de Estado en España en 1936, y al Golpe de Estado en Venezuela en 2019.
Decía, que dicho Golpe, es fuerte. Creo que más que el de 2002. Ojalá el Gobierno legítimo presidido por Nicolás Maduro, pueda resistirlo. Yo estoy del lado de dicho Gobierno; del lado de la Revolución bolivariana, ya lo he dicho. Y lo reafirmo.
(AHORA SE VA A VER, YA SE ESTÁ VIENDO, «QUIÉN ES QUIÉN» EN LO QUE SE CONSIDERA IZQUIERDA EN ESPAÑA)
Sin querer ahora -ni tener tampoco espacio para ello-, extenderme sobre el estado actual de izquierda (real) en España, resulta obvio que ello afecta. Algo de la magnitud de cuanto está sucediendo con Venezuela, pone a prueba -si se me permite la expresión técnica-, la «dureza de materiales». Y expone a la cruda luz, contradicciones y puntos débiles. Hablo, en lo que nos respecta a España.
Hoy puede constatarse con cuáles «Compañeros de Viaje» y hasta dónde, nos es posible ir a quienes creemos en el Socialismo real.
No considero, verdaderamente, «imprescindible» ser comunista para defender, frente al Golpe de Estado, al Gobierno presidido por Nicolás Maduro en Venezuela. Como no lo fue para defender al Gobierno del Frente Popular en la II República española. Pero sí es del todo preciso, hoy como entonces, no ser anti-comunista.
Anti-comunista: una «ideología», como ya he dicho, muy «transversal», y la cual alcanza -reitero-, lugares, siglas y personas, a veces insospechados.
Quien ahora escribe y ya muy cercano a terminar, no soy tan ingenuo, ni tengo tan poca experiencia, como para no saber, que la política, a veces, hace extraños compañeros de viaje. Creo sin embargo, que no cabe en ello perder nunca de vista, el «para qué» el «a cuál precio» -político, moral, de principios…, y el «en qué ámbito». Pienso, que es la relación entre sí de esos baremos, la que muestra a quienes forman una alianza política (sea tácita, o formal), si les merece la pena.
Por su relevancia, lo que está sucediendo con Venezuela; el posicionarse con el Gobierno legítimo presidido por Nicolás Maduro y frente al Golpe de Estado, el situarse a favor de éste (del Golpe), o el -simplemente-, «no posicionarse» (lo cual, en mi opinión, supone un apoyo indirecto al Golpe), va a resultar y ya está resultando, un «tasador» de primer nivel para todo cuanto en España se reclama «de izquierdas».
Escribí al principio de este artículo, y así lo termino, que en estos momentos en la República Bolivariana de Venezuela, hay una «Línea de Batalla» principal, en el gran combate planetario entre el Capitalismo y el Socialismo. Entre nuestra Tierra a merced de fuerzas depredadoras e irracionales, las cuales van camino de abocarnos a la extinción como especie, o un Mundo en donde la solidaridad, constituya el eje primero de relación entre los seres humanos, y con el planeta.
Un Socialismo digno de tal nombre.
Por él, defendamos del Golpe de Estado capitalista, al Gobierno democráticamente elegido de la República Bolivariana de Venezuela.
Miguel Pastrana. Militante de base del Partido Comunista de España. Ex-militar profesional de la Armada Española, licenciado con honor para incorporarse al sector civil.
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