Hace setenta y cuatro años, fusilaron a Lorca, Agosto del 36 del siglo pasado. Federico, fue uno más de los cinco mil ejecutados en una ciudad de no más de cien mil habitantes. Cuando hablamos de los fusilados y las fusiladas en 1936-39 y los primeros cuarenta, siempre olvidamos que España entonces tenía 27 millones […]
Hace setenta y cuatro años, fusilaron a Lorca, Agosto del 36 del siglo pasado. Federico, fue uno más de los cinco mil ejecutados en una ciudad de no más de cien mil habitantes. Cuando hablamos de los fusilados y las fusiladas en 1936-39 y los primeros cuarenta, siempre olvidamos que España entonces tenía 27 millones de habitantes todo lo más. Cerca de 500.000 ejecutados es una cifra de autentica limpieza étnica, de los étnicamente y espiritualmente rojos y republicanos, es decir es un genocidio comparable al de Hitler y ante el que Musolini, parece un angelito al lado del traidor Franco.
Por eso cuando oigo a gentes que se reclaman de izquierdas, hablar de todas «todas» las víctimas de la Guerra Civil, me repugna tanto. Me parece un acto de cobardía y sé que no son, no pueden ser de izquierdas. No fueron las y los republicanos los que causaron el golpe de estado, sino un puñado de militares monárquicos y autoritarios, los señoriítos fascistas de la Falange y la CEDA que fue colaboradora necesaria con los ultramontanos, ultracatólicos y monárquicos carlistas, con el apoyo de la Jerarquía católica y los grandes empresarios como Juan March y los terratenientes. Por cierto, ¿Os suena la música hoy en día?
Claro que la clase obrera y campesinado pobre se echó a la calle y reprimió a los enemigos de la República, sabían de sobra lo que ocurriría si la República perdía y lo que ocurrió finalmente. Ante un golpe de estado cruento y violento desde el primer segundo, la respuesta no fue la otra mejilla, es cierto, pero iniciada la guerra y reorganizado el Gobierno, las cosas cambiaron, dentro de la lógica de una Guerra y por supuesto cualquier parecido con lo ocurrido recientemente en los Balcanes, por parte de la República es mentira, pero en el bando fascista realidad y semejanza. Los falangistas y sus racias recuerdan los asesinatos en masa de Ruanda y la toma de Badajoz por las gentes de Yague, militar de carrera y falangista, recuerda la matanza de Sbrénika en Bosnia.
Luego ni todos fueron iguales, ni la guerra y sus matanzas las desataron los republicanos, las y los que respetarón la legalidad republicana, entre los que se incluyen militares profesionales como Don Vicente Rojo o el Coronel Escobar, tan católicos como disciplinados y militares de honor y con honor. Hoy ningún cuartel del Ejercito lleva el nombre del jefe del Estado Mayor salvador de Madrid y estratega del Ebro, ni del jefe de la Guardia Civil de Barcelona y jefe del Ejercito de Extremadura, capaz de organizar una ofensiva republicana con éxito a ordenes de Matallana, dos meses antes de perder la guerra, el pueblo y el Gobierno Legal. Vergüenza pues, de los equidistantes que dicen ser de izquierdas. Cobardes las y los que no tienen el valor ni de respetar la memoria de las gentes vilmente asesinadas de su propio partido.
La memoria de las luchas no es la reivindicación del pasado, es reconocer y reconocerse en las y los compañeros que intentaron cambiar el mundo entonces y nos han legado experiencias, ideas y valores. No se trata de enterrar asesinados en las cunetas en cementerios católicos, se trata de no olvidar, que quienes osan enfrentarse a los y las poderosas o triunfan o son masacrados. Se trata de ver que siendo imparcial se apoya al fascismo, al capitalismo más sangriento y a sus herederos que siguen dominándonos hoy y en este Estado.
Los ataques contra la República, sus defensores y las y los que nos proclamamos sus herederos, vienen de los descendientes de los vencedores, no físicos, sino ideológicos y económicos, de la monarquía, de aquellas y aquellos conformistas cobardes y sin los valores y siguen asesinando las ideas de las y los que cayeron ante los pelotones de ejecución, en los que bandas de carlistas del Requeté, falangistas, militares y Guardias Civiles asesinaron a sindicalistas, socialistas, comunistas, republicanos y liberales, pero también a Guardias Civiles leales y militares profesionales con Honor. Por ahora con la complicidad de algunas y algunos, están logrando sus objetivos. No permitamos que los terroristas que dieron el golpe en el 36, sigan riéndose de sus victimas, victimas de su terrorismo ayer y hoy.
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