La verificación se ha convertido, como dirían en un programa de humor, en la palabra de la semana.Transcurridos ocho días desde que entrara en vigor el alto el fuego permanente de ETA, la verificación ha servido de argumento, primero al presidente español, Juan José Rodríguez Zapatero, y luego a la ministra francesa y ex alcaldesa […]
La verificación se ha convertido, como dirían en un programa de humor, en la palabra de la semana.Transcurridos ocho días desde que entrara en vigor el alto el fuego permanente de ETA, la verificación ha servido de argumento, primero al presidente español, Juan José Rodríguez Zapatero, y luego a la ministra francesa y ex alcaldesa donibandarra, Michèle Alliot-Marie. La incursión de la titular de Defensa en la cuestión es relevante, pues rompe con la postura expectante adoptada por el Ejecutivo de París.
Fiel a su intento de situar el contencioso histórico-político que sufre Euskal Herria al sur del Bidasoa, París abordó el anunció realizado el pasado 22 de marzo por ETA con una declaración de mero acompañamiento a Madrid. En su último encuentro con Zapatero, el primer ministro francés, Dominique de Villepin, insistía en situar como un problema de soberanía española la denominada cuestión vasca. Sin embargo, cuando se produce un cambio en la situación y, sobre todo, cuando la sociedad percibe como real la posibilidad abierta de encarar los problemas de fondo, es complicado mantenerse en pétreos discursos del pasado.
Desde que ETA anunciara su alto el fuego permanente, varios destacados cargos políticos, algunos del PSF, en la oposición, pero también otros adscritos a la mayoría presidencial, han hecho declaraciones que disienten de ése «esto no va con nosotros» en el que se ha venido escudando, por décadas, un Estado que, sin embargo, ha sido y es parte activa en la negación de derechos de los vascos, en la que hunde sus raíces este conflicto.
La sección de Pirineos-Atlánticos de la centrista UDF expresaba en su presentación pública, el mismo día de entrada en vigor del alto el fuego, que «los partidos del País Vasco norte deberemos tomar parte activa en un proceso de paz», en una actitud que difiere de la de otros electos de la mayoría conservadora, que apoyan la voluntad expresada por el Ejecutivo galo de «acompañar» al español. Sin embargo, una voz respetada de esa mayoría, la de la ministra de Defensa, rompió ayer con esa posición de comparsa sostenida, entre otros, por Max Brisson. Alliot-Marie se apuntó a la fórmula de verificar el alto el fuego y luego actuar. Fue explícita al afirmar que en la nueva situación «se podrán abordar todos los temas», entre ellos la repatriación de los presos. Cabe reclamar hechos reales que verifiquen sus palabras.