Los años trágicos en que un pueblo sometido a explotación secular luchó desesperada y heroicamente por su liberación actuaron como un imán que atrajo a España la conciencia más noble del mundo. Llegaron periodistas para informar de lo que ocurría, pero también obreros e intelectuales, prófugos del fascismo algunos de ellos, hombres inquietos que no […]
Los años trágicos en que un pueblo sometido a explotación secular luchó desesperada y heroicamente por su liberación actuaron como un imán que atrajo a España la conciencia más noble del mundo. Llegaron periodistas para informar de lo que ocurría, pero también obreros e intelectuales, prófugos del fascismo algunos de ellos, hombres inquietos que no dudaron en tomar las armas para defender aquella última trinchera. Muchos dejaron aquí su vida. Hubo también estudiosos que buscaban sobre el terreno la explicación de los eventos que se desencadenaban. Mientras Europa capitulaba, todos mostraron con su presencia el apoyo al pueblo que resistía. Hay que contar entre ellos a algunos de los escritores más destacados del siglo. Y hay que decir también que las páginas que dedicaron a su experiencia española fueron en muchos casos lo más brillante que salió de su pluma. George Orwell, por ejemplo, un novelista de no mucha fortuna en 1936 y que alcanzaría gran éxito después con dos metáforas que exploran los abismos del totalitarismo más obvio, nos deja en Homenaje a Cataluña (1938), su mejor libro para muchos, un retrato minucioso e imprescindible de la Barcelona revolucionaria y de los hechos de mayo, así como del frente de Aragón donde luchó como miliciano del POUM.
Frank Borkenau había nacido en Viena en 1900 y era un sociólogo con una formación muy amplia, investigador del totalitarismo y colaborador de la escuela de Frankfurt. Su militancia comunista, comenzada en 1921, se interrumpió en 1929 con el auge del estalinismo. Tras la sublevación de julio de 1936, decide viajar a España para estudiar los hechos sobre el terreno y como resultado de su experiencia surge un libro, El reñidero español, publicado originalmente en 1937 y saludado ese mismo año por una reseña muy favorable de George Orwell. La colección BackList de Planeta acaba de recuperar la vieja versión española de Ruedo Ibérico (1971, no cita traductor), enriquecida con el artículo de Juan Andrade publicado en los cuadernos de Ruedo Ibérico y fotografías de la época, seleccionadas por María Roig y Fernando Casal, que muestran algunos de los escenarios descritos por el autor. Gerald Brenan, en el prólogo de la edición norteamericana de 1963 recogido también en esta edición, señala de forma contundente: «El reñidero español es un clásico en su género, ya que Borkenau es la única persona que ha escrito acerca de la guerra civil poseedora a la vez de una mente de primer orden y de una completa educación política. Sabía qué preguntas hacer, visitaba el frente y la retaguardia y era un excelente observador. Ninguno de los libros que tratan de esta guerra es más perspicaz o más verídico.»
El reñidero español arranca con un capítulo de antecedentes históricos que a pesar de pequeños errores de detalle (e. g. fundación de la FAI en 1925) constituye una de las mejores síntesis de historia de España que pueden caber en 55 páginas. Inmediatamente nos sumergimos en el diario de su primer viaje a la España en guerra, realizado entre el 5 de agosto y el 15 de septiembre de 1936. Conocemos a través de él, en primer lugar, la situación en Barcelona y el frente de Aragón. Después, tras dos días en Valencia, Frank Borkenau va a Madrid, que al contrario que Barcelona, ciudad en revolución, percibe como una ciudad en guerra, y visita Toledo. Continúa más tarde hacia el sur y nos presenta sus experiencias en la Mancha y las sierras de Córdoba y Jaén. El autor del diario es un observador agudo de los procesos revolucionarios desencadenados en la España republicana. En su libro encontramos una descripción y un análisis de las transformaciones sociales producidas en muchas regiones, y no se obvia nada de lo que puede ver: comités y creatividad del pueblo, competencia entre las fuerzas políticas, ejecuciones e iglesias incendiadas. Las entrevistas que realiza aportan detalles estremecedores de la lucha en un momento en que «todo se encontraba en un estado de transición, entre el caos y el génesis». Tras su regreso a Madrid, viaja a Barcelona y sale de España por Portbou. Su relato de este primer viaje culmina con una reflexión en la que enjuicia las perspectivas de futuro: «Hay fuerzas de la revolución española que sólo acaban de comenzar a hacerse sentir. Cuanto mayores sean sus peligros, mayor será la terquedad de su resistencia.»
Borkenau regresa a España a mediados de enero de 1937 y permanece aquí hasta el 15 de febrero. En Barcelona de nuevo, percibe la rivalidad entre los anarquistas y el PSUC que evoluciona favorablemente para éste. Regresa luego a Valencia y visita el frente de Málaga. Es la época de la reforma municipal del gobierno Largo Caballero. Borkenau anota: «Las tendencias revolucionarias han sido detenidas, pero la organización central no ha logrado todavía afianzarse.» En el aspecto militar observa la división y la desesperanza que preludian la derrota. En este segundo viaje, las dificultades burocráticas y el control sobre sus movimientos son mucho mayores y de regreso en Valencia es detenido como sospechoso de «actividades trotskistas». Esto le lleva a un análisis en el que constata una evolución desde el terrorismo de masa de la primera época a un terrorismo policiaco manejado por los servicios secretos estalinistas.
Borkenau, que era un profundo conocedor de la historia de las revoluciones, trata en cada momento de enjuiciar en ese contexto las situaciones que observa. Es por ello que termina el libro con algunas reflexiones en este sentido. En su opinión hay dos factores decisivos a la hora de explicar el fracaso de la revolución española. El primero es la magnitud de las fuerzas extranjeras a las que hubo de enfrentarse, superior a su juicio, en proporción, a la de las que intervinieron en las revoluciones francesa o rusa. El segundo es el carácter contrarrevolucionario de la influencia del Partido Comunista, que acabó con el entusiasmo observado por él en los primeros momentos de la lucha. Sin la concurrencia de estos factores hubiera sido posible, según el, que las fuerzas emancipadoras «se hubieran fundido gradualmente hasta constituir un solo partido revolucionario, respaldado por el entusiasmo espontáneo tanto de obreros como de campesinos; hubiesen ganado la guerra y creado un nuevo orden de cosas, menos dictatorial, más humano y más progresista que el actual régimen ruso.» Frank Borkenau con sus impresiones y juicios sobre el terreno, apresurados a veces, pero siempre sinceros y basados en una observación atenta y profundos conocimientos históricos, nos ofrece un relato que resulta ser al mismo tiempo una lectura absorbente y un documento imprescindible para enjuiciar los acontecimientos de los primeros meses de la guerra civil española.
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