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(Colocado en las paredes de París. 1848.)

Víctor Hugo: las dos Repúblicas posibles

Fuentes: Rebelión

Víctor Hugo, el francés que de joven sentenció, «seré Chateaubriand o nada»; el escritor que se flagelaba con horarios inhumanos para la escritura, muchas veces de pie; el crítico en cuyo apartamento de la rue Notre Dame des Champs convergían los monstruos de la época, como Balzac, Dumas, Vigny, Sainte Beuve y Mérimée; el indiscutible […]

Víctor Hugo, el francés que de joven sentenció, «seré Chateaubriand o nada»; el escritor que se flagelaba con horarios inhumanos para la escritura, muchas veces de pie; el crítico en cuyo apartamento de la rue Notre Dame des Champs convergían los monstruos de la época, como Balzac, Dumas, Vigny, Sainte Beuve y Mérimée; el indiscutible genio de la literatura que al morir movilizó, sin pedirlo, a más de tres millones de personas para darle un último adiós bajo el Arco del Triunfo; fue, también, un fervoroso político defensor de los más vulnerables.

Para la década de 1840 ya tiene, en sus cuarenta, salud, amor, fama y fortuna pero, después de una tragedia en que muere su hija mayor Léopoldine, se aleja de la actividad literaria y regresa a sus inquietudes políticas. André Lagarde afirma que era predecible: para Víctor Hugo, quien ideaba al poeta como un faro y guía de la humanidad, ese acercamiento era la realización lógica de su misión en este mundo.

Cabe aclarar que Víctor Hugo no fue siempre partidario de la República, sino que «crece» hacia ella, como escribiría en un poema. Según él: «donde el conocimiento sólo está en un hombre, se impone la monarquía. Donde está en un grupo de hombres, debe dejar su sitio a la aristocracia. Y cuando todos tienen acceso a las luces del saber, es que ha llegado el tiempo de la democracia». Integrado en la Cámara Alta en 1845, era ya frecuente escucharle en contra de temas como la pena de muerte y la injusticia social. Después de la revolución de 1848, es electo diputado por París en la Asamblea Constituyente y luego en la Asamblea Legislativa.

El texto a continuación apareció en las paredes de París en 1848 y, con él, Víctor Hugo responde al llamado de sus electores. A propósito de los múltiples procesos electorales en nuestra América Latina, incluida nuestra Nicaragua, propongo esta traducción al español, revisada del francés gentilmente por Maria Poumier, compañera nuestra en Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística.

www.juarezpolanco.com

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VÍCTOR HUGO

A SUS CONCIUDADANOS

  Conciudadanos míos,

Respondo al llamado de sesenta mil votantes que de forma espontánea me honraron con sus votos en las elecciones de la Seine. Me presento ante su libre voluntad.

En la situación política actual, me piden mi pensamiento entero. Aquí está:

Dos repúblicas son posibles.

Una aplastará la bandera tricolor bajo la bandera roja, hará grandes sumas de dinero derribando columnas de bronce, derribará la estatua de Napoleón y erigirá la estatua de Marat, destruirá l’Institut, l’Ecole Polytechnique y la Légion d’Honneur, añadirá a la frase augusta de Libertad, Igualdad, Fraternidad la opción siniestra: o muerte; irá a la bancarrota, arruinará a los ricos sin enriquecer a los pobres, devastará el crédito, que es la riqueza de todos, y el trabajo, que es el pan de cada uno, abolirá la propiedad y la familia, paseará cabezas sobre clavijas, llenará las prisiones por meras sospechas y las limpiará con masacres, encenderá Europa en llamas y hará cenizas la civilización, hará de Francia la tierra de la penumbra, degollará la libertad, asfixiará el arte, decapitará el pensamiento, negará a Dios; hará renacer esas dos máquinas infernales que nunca se separan: la de emitir moneda y el filo de la guillotina; en pocas palabras, hará fríamente lo que los hombres del 93 hicieron ardientemente y, después de lo espantoso en lo grande que nuestros padres presenciaron, nos mostrarán lo monstruoso en lo ínfimo.

La otra hará la santa comunión de todos los franceses en el presente, y de todos los pueblos un día, bajo la democracia; fundará una libertad sin usurpación y sin brotes de violencia, una igualdad que permitirá el crecimiento natural de cada uno; una fraternidad, no de monjes en un monasterio, sino de hombres libres; dará toda la educación como el sol da la luz, gratis; introducirá la clemencia en la ley penal y la conciliación en la ley civil; multiplicará las líneas de ferrocarril; reforestará una parte de la tierra, limpiará otra y multiplicará por diez el valor de ella; actuará según el principio que todo hombre debe empezar por el trabajo y llegar a la propiedad; por lo cual afianzará la propiedad como representación del trabajo cumplido, y el trabajo como elemento de la propiedad futura; respetará la herencia, que no es más que la mano extendida por el padre a sus hijos a través del muro de la tumba; para resolver el glorioso problema de la riqueza universal, hermanará el crecimiento constante de la industria, de la ciencia, del arte y del pensamiento; perseguirá, con los pies en la tierra y aferrándose a lo posible y lo verdadero, el cumplimiento sereno de todos los grandes sueños de los sabios; edificará el poder sobre la misma base de la libertad, es decir, sobre el derecho; subordinará la fuerza a la inteligencia; disolverá el motín y la guerra, que son dos formas de barbarie; hará del orden la ley de los ciudadanos, y de la paz la ley de las naciones; vivirá y brillará, hará crecer Francia, conquistará al mundo, será, en pocas palabras, el majestuoso abrazo del género humano bajo la mirada de Dios satisfecho.

De las dos repúblicas, ésta se llama civilización, aquélla se llama terror. Estoy dispuesto a sacrificar mi vida para establecer una e impedir la otra.

VÍCTOR HUGO.