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Victoria del neoliberalismo y la tercera vía. La izquierda real sin grupo parlamentario

Fuentes: Rebelión

Ha ocurrido. El electorado de IU hemos obtenido el peor resultado electoral, por debajo del 4% y con sólo 2 diputados (1 de ICV), nos quedamos sin grupo parlamentario y ello al margen de posibles movimientos «tácticos» en el Grupo Mixto. Esperábamos esta situación, pero en clave interna no debiéramos de «alegrarnos», porque ya nada […]

Ha ocurrido. El electorado de IU hemos obtenido el peor resultado electoral, por debajo del 4% y con sólo 2 diputados (1 de ICV), nos quedamos sin grupo parlamentario y ello al margen de posibles movimientos «tácticos» en el Grupo Mixto. Esperábamos esta situación, pero en clave interna no debiéramos de «alegrarnos», porque ya nada va a ser igual, y nos va a costar mucho levantar cabeza.

 

El neoliberalismo y la tercera vía han conquistado un espacio político parlamentario donde sólo caben 2 fuerzas políticas estatales para la alternancia en el gobierno. El PP la derecha españolista (centro-ultra) y el PSOE el centro-izquierda neoliberal. BBVA o La Caixa. Ustedes eligen.

 

 

1. El análisis de los datos electorales

 

Uno de los objetivos de la clase dominante durante la transición fue dotarse de un sistema representativo que cumpliera los siguientes retos:

 

Vaciar de contenido ideológico y de clase los debates parlamentarios.

Potenciar el bipartidismo como modelo de alternancia en el gobierno, reforzando el poder ejecutivo al margen del parlamento.

Reducir a la mínima expresión cualquier fuerza política revolucionaria en el parlamento.

 

A la luz del desarrollo de los resultados electorales de los últimos 19 años, la clase dominante ha conseguido su objetivo. La suma de los dos partidos mayoritarios suponen el 83,78% de los votos con representación parlamentaria, y desde 1.989 elección tras elección el espacio bipartidista se amplia paso a paso, sin alterarse la tendencia incluso cuando IU saca sus mejores resultados (1.993-96).

 

(PSOE + PP)

 

1.989 65,39%

1.993 73,54%

1.996 76,42%

2.000 78,68%

2.004 80,3%

2.008 83,78%

 

El número de los votos que entran en el parlamento se reduce, de 24.660.000 votos (2.004) que sumaban las listas electorales con actas de diputado a 24.307.000 votos (2.008), y con un número superior de votantes que han ejercido su derecho a voto. Se ha querido presentar el resultado electoral como la ¡¡¡victoria!!! del PSOE y la derrota del PP. Nada más lejos de la realidad, ya que ambos han mantenido y ampliado su espacio. Mientras el PSOE crece ligeramente con 38.000 votos, el PP «perdedor» ha crecido nada menos que 407.000 votos, siendo preocupante su avance en zonas tradicionales de izquierda como Madrid, Barcelona y Andalucía. Los partidos con presencia exclusiva en Catalunya, Euskadi, Canarias, Aragón, Galicia y Navarra, retroceden en número de votos (ERC, CiU, CC-PNC, EA, PNV, CHA) excepto NaBai y BNG.

 

ERC -355.723

IU -322.287

PNV -117.734

CC-PNC -70.966

CiU -61.154

CHA -56.342

EA -29.924

NaBai +138

BNG +354

 

ERC pierde su grupo parlamentario y es el partido que más votos pierde de toda la cámara, el PNV pierde una cuarta parte de sus votos y un diputado, CiU a pesar de la pérdida de votos mantiene los mismos diputados, CC-PNC pierde una tercera parte de sus votos y un diputado y EA y CHA se quedan fuera del parlamento. El partido nacionalista-españolista de Rosa Diez (UPD) obtiene una diputada y 303.000 votos.

 

La participación (75,33%) ha sido similar a las anteriores elecciones, con más votantes, e incluso ha aparecido un partido estatal (UPD) con más de 300.000 votos disputando el mismo espacio político-ideológico al PP y al PSOE, pero a pesar de eso ambos crecen.

 

La situación es más que preocupante, ya que el desvío de votos ha ido en varios sentidos hacia el PSOE desde su izquierda (IU, ERC, EA, CHA) y por el centro derecha (PNV,CiU,CC-PNC). En Cataluña parte de la pérdida de votos de ERC se ha desviado hacia el PSC y CiU. En consecuencia tanto el PP como UPD han debido recoger votantes del PSOE en la anterior legislatura. Un triste dato, ya que la sociedad española se derechiza.

 

Derechización que nos puede ajustar las cuentas a los trabajadores pues ya no hay que sacar las tropas de Irak, ni existe voluntad de dar una salida negociada y de paz a los conflictos de carácter nacional, estamos en una situación diferente al 2.004, tras las elecciones nos encontramos de lleno en la crisis por la que atraviesa el modelo de acumulación de capital, con medidas políticas que se ciernen como nubarrones en el horizonte, ante los que la pinza de la derecha y la tercera vía (PP, UPD, CiU, PNV, PSOE, CC-PNC…) va a ser la norma común para hacernos pagar la crisis a la clase obrera con medidas antisociales ya conocidas: recorte del gasto social, política fiscal regresiva, congelación salarial, crisis del sector de la construcción con la destrucción de centenares de miles de empleos, contrarreforma laboral, etc.

 

Con José Bono y las páginas amarillas al frente del Congreso de diputados, un PP más relajado hacia el centro y una derecha periférica más «comprensiva» hacia el centro, nos podemos preparar, ante la oleada neoliberal que se nos va a venir encima, y con un margen muy estrecho para articular políticas de izquierda en el parlamento.

 

 

2. El mal de los males: el bipartidismo

 

En un sistema proporcional IU hubiera sacado con los mismos votos 14 diputados, pero, llevamos a cuestas con la ley electoral D´Hont desde 1.977, y siempre ha sido así.

 

Dentro de nuestro espacio electoral como PCE-PSUC sacamos nuestros mejores resultados por encima del 10% de los votos con 19 y 23 diputados respectivamente en 1.977 y 1.979. En 1.979 el PCE-PSUC obtuvo 1.938.487 votos y el PSOE 5.469.813, ya veíamos en aquel entonces las virtudes de la ley D´Hont donde el valor de un diputado para el espacio comunista era carísimo (92.309 votos = 1 diputado) el doble de caro que para el PSOE que obtuvo 121 diputados en tal legislatura (45.205 votos = 1 diputado).

 

Ya como IU y tras el bache electoral (1.982-86) superamos el listón del 9% de los votos en 1.989 (17 diputados) en 1.993 superamos los 2 millones de votantes (18 diputados) y en 1.996 con el 10,54% de los votos y 2,6 millones de votos (21 diputados) volveríamos a ver legislatura tras legislatura la injusticia de una ley electoral injusta. Pero, ¿podemos conformarnos con esta explicación de las causas del fuerte retroceso de IU que arrastramos desde las generales del 2.000 tras el pacto electoral con Almunia?. Creo que no podemos.

 

Evolución negativa del voto de IU

 

2.000 1.263.043 8 (5,45%) ICV se presentó aparte = 1 diputado/119.290 (0,51%)

2.004 1.284.081 5 (4,96%) 2 de ICV

2.008 963.040 2 (3,8%) 1 de ICV

 

Si echamos un ojo al dato histórico veremos que nuestras zonas de mayor influencia, y donde predomina el voto obrero, bajamos vertiginosamente: Barcelona, Madrid, Asturias, Andalucía, Valencia y la parte industrial de Euskadi, donde se concentran el 80% de los votos perdidos por IU.

 

2.008 2.004

 

Barcelona 153.491 198.116 -44.625

Madrid 163.633 225.109 -61.476

Asturias 49.294 59.253 -9.959

Andalucia 229.079 287.374 -58.295

Valencia 46.437 78.515 -32.078

Guipúzcoa 15.656 28.668 -13.012

Vizcaya 27.374 59.493 -32.119

 

La división interna de IU no ha sido positiva, pero al presentarse una sola candidatura a las elecciones, la incidencia ha sido mínima, prueba de ello son los resultados en las elecciones autonómicas de Andalucía donde a pesar de que la discusión interna era de dominio público, IU mantiene votos y diputados. Las causas del declive electoral que arrastran desde las generales del año 2000 (no lo olvidemos), hay que buscarlas en otro sitio.

 

 

3.-Causas objetivas y subjetivas del declive electoral ¿qué ha sucedido? 

 

Esta pregunta, no debe responderse cayendo en el tacticismo, sin la objetividad necesaria. No se trata de buscar culpables, ni de esconder responsabilidades, que las hay, sino de dar respuestas.

 

En primer lugar hay que destacar que durante los últimos 4 años los índices de conflictividad y movilización social están por los suelos. Ello no quiere decir que en lo que nos afecta como clase obrera, nuestras condiciones de vida y trabajo, hayan mejorado con políticas sociales (¿cómo lo dijeron por ahí?)…potentes. Más bien al contrario, ya que la radiografía social sigue siendo muy parecida a la de hace 10 años.

 

Las cifras de temporalidad en el empleo casi triplican las de la UE, las cifras de accidentes laborales siguen siendo las más altas, la prestación social nos coloca en el penúltimo lugar de la UE de los 15, los salarios han perdido peso en la Renta Nacional, la política fiscal es más regresiva, el Estado deja de recaudar dinero con lo que el gasto público y social se estrecha, aumentan los impuestos indirectos de consumo básico y los municipales que cargan a nuestras rentas salariales (recibos del IBI, etc), la red sanitaria pública es insuficiente, el precio de las viviendas endeudan a las familias obreras más que nunca, las reestructuraciones y cierres de empresa en la industria han destruido miles de empleos sin la creación-recuperación de empleo en el sector y no siempre acompañadas con el mantenimiento correspondiente de derechos (prejubilaciones, planes de empleo y recolocación), etc.

 

Y aún así, no se ha producido mas que respuestas concretas de situaciones concretas, de las que podemos destacar entre otras las movilizaciones masivas de conflictos aislados en los sectores y empresas de la industria contra reestructuraciones y cierres, movilizaciones de la enseñanza, contra la falta de infraestructuras, contra la subida de impuestos municipales, etc. Apenas ha habido conflictividad social de envergadura con objetivos políticos generales, y ello a pesar de que la radiografía sigue igual.

 

Los movimientos sociales todavía no alcanzan el contenido sociopolítico y la organización necesaria y en particular el movimiento sindical sigue contagiado de la inevitabilidad del neoliberalismo (posibilismo) sin abandonar los raíles de la despolitización en sus distintas vertientes (tercera vía, corporativismo, izquierdismo, anarquismo…).

 

En estas elecciones no había que desalojar al PP del gobierno por mentirnos con guerra de Irak y el atentado del 11 M, en esta ocasión el «voto útil» ha sido causado por la desmovilización social general de la clase obrera y la falta de una respuesta de clase a nuestros problemas: empleo estable, política industrial, fiscalidad progresiva, política de vivienda, sanidad, educación…etc.

 

En segundo lugar , hay que destacar que hay una profunda desconexión en nuestro espacio en el movimiento obrero entre la izquierda política y el sindicalismo de clase. Debiéramos de hacer una reflexión profunda, pero aquí no ha lugar para ello, no obstante hay que destacar que el movimiento obrero de nuestro país es un ámbito de trabajo de masas para elevar la conciencia de clase o rebajarla como advertía Lenin a la política liberal, la tercera vía tiene su referente sindical, nosotros no. Es un frente que no podemos despreciar.

 

Existe una desconexión entre las luchas sociales parciales, concretas, meramente reivindicativas, y la lucha política de clase, en general. No puede ser que las luchas obreras y sus reivindicaciones laborales se consideren como problemas menores o por el contrario como la finalidad de nuestras luchas, no se puede renegar de la importancia de la lucha de clases en el mundo laboral, hace falta una política de clase que conecte con el sindicalismo de clase sociopolítico y de masas.

 

Hay quien plantea abandonar el sindicalismo de clase o fraccionarlo más (izquierdismo, infantilismo) y aislarse más de la clase obrera, de la misma manera que hay quien plantea despolitizarlo (reformismo), ambos extremos caen en el ámbito de la política liberal. Nuestra alternativa debe pasar por reforzar el sindicalismo de clase de nuevo tipo, unitario, plural y sociopolítico que los comunistas siempre hemos defendido confrontado a otras posiciones que se bañan en el ámbito de la política liberal y el infantilismo.

 

En tercer lugar , nos ha faltado pulmón en la lucha ideológica y en torno a la táctica de presentarnos como formación política independiente. Estaba fuera de lugar en plena campaña «reivindicar» un ministerio para un «gobierno de izquierdas», y más cuando el PSOE no ha concluido acuerdo alguno con un programa de izquierdas, en el que se despegue del neoliberalismo, del PP, y de las instituciones de la guerra fría, por lo que carecía de lógica política pedir en plena campaña un ministerio como condición de la política de izquierdas y es evidente que se generaba más confusión y desencanto en nuestro electorado. Y más teniendo en cuenta que la marginación en los medios hacia IU ha sido patrocinada tanto por el PP como por el PSOE que disponen de los medios de comunicación ambos a su antojo convirtiéndolos en órganos propios de propaganda donde no caben otras opiniones políticas.

 

También nos hemos metido en un terreno que no es el nuestro, nigundeando al PP sin venir a cuento:

 

«las posibilidades del PP de ganar las elecciones se han desvanecido…La imagen que dan es la de una formación que ha asumido su próxima derrota y está disputándose los despojos…como una fiera herida va a seguir embistiendo con la misma intolerancia que ha demostrado…El PP…ha seguido una línea marcada por el neoconservadurismo…Con ese nivel de apoyo el PP no ganará nunca unas elecciones generales» (del programa electoral de IU. 05. PP: neoconservadurismo y nacional catolicismo).

 

Pues, la verdad es que la sociedad española ha girado más hacia la derecha en estos 4 años. En la lucha ideológica los valores del neoliberalismo (individualismo, irracionalismo, etc.) son predominantes, y para ello se recurre a los temas que crispan (terrorismo, inmigración, cuestión nacional) sin dar una solución política a cada uno de ellos, para mantener un estado de embriaguez en las masas al que no le hace falta al PP echar leña al fuego, la COPE, la AVT, la telebasura y los sectores españolistas del PSOE, ya se encargan de recordárnoslo. Y encima el PP crece, y lo hace en campo propio y ajeno, en las zonas tradicionales de izquierda y las zonas obreras (Madrid, Barcelona, Valencia, Andalucía), porque su discurso fácil de descargar los problemas de la crisis capitalista al terrorismo, el anti-catalanismo, y la criminalización de la inmigración, desplazan al discurso clasista, solidario, democrático y republicano.

 

Sobre la inmigración debemos colocar el discurso de clase de una manera clara, ya que la derecha lo tiene bien ganado no tanto sólo en los sitios donde hay inmigración (zonas industriales y agrarias de España) como en los sitios donde apenas la hay, y donde se mira con bastante recelo por desconocimiento. Las campañas electorales se convierten en focos favorables para el discurso neoliberal y excluyente, al estilo hitleriano.

 

La defensa de los mismos derechos para todos (trabajo, residencia y sufragio universal) debe hacerse desde una crítica hacia la realidad apuntando a los empresarios que se lucran de la inmigración ilegal, que se enriquecen a costa de la sobreexplotación, empresarios que en determinados sectores (doméstico, hostelería, agrario, construcción, etc) aplican relaciones de servidumbre, y no respetan los convenios y normas laborales, empresarios que defraudan a la Hacienda Pública y la Seguridad Social al no pagar las cotizaciones correspondientes y que perjudican a todos los trabajadores al mantener a un sector de la clase obrera en condiciones ilegales y sin derechos. De esto hemos escuchado bien poco en las elecciones.

 

 

4. Nueva etapa política

 

Decía Lenin que el análisis concreto de la situación concreta es el alma del marxismo, ya que el marxismo no es una teoría al margen de la realidad, sino una teoría que conduce a lo concreto, y para no caer en el pragmatismo de la situación concreta ni en el dogmatismo que no tiene en cuenta las condiciones de la lucha de clases, tal análisis debe sumergirse en el carácter cambiante de las luchas de clases, poniendo la vista en la relación de fuerzas concretas sin perder de vista el objetivo final que se persigue, la sociedad socialista.

 

Dicho esto la realidad política del modelo de transición de la dictadura a la democracia burguesa borbónica hace ya mucho tiempo que está más que superada, y las tareas para las que tenía su razón de ser están cumplidas o atadas y bien atadas:

 

1.- No hubo ruptura democrática, hubo pacto con monarquía, una transición sujeta a la política de guerra fría del imperialismo yanqui.

2.- España entró en las instituciones de la guerra fría (OTAN, UE).

3.- Se introdujo una constitución de soberanía limitada que facilita que cualquier gobierno con mayoría tenga las manos libres en política exterior en apoyo de intereses extranjeros (art. 95), y la cesión del patrimonio económico público (art. 93). Soberanía nacional anulada, que impide cualquier política socializadora que pretenda cambiar las relaciones de producción y de cambio, no pudiendo ni llevar a cabo una política de expropiaciones.

4.- Reforzamiento del ejecutivo sobre el poder legislativo, modelo bipartidista.

5.- Se potenció la desideologización de la izquierda en su política anti-imperialista, a través de la financiación de equipos cooptados desde centros de decisión de la coalición de la guerra fría, por ej. la fundación socialdemócrata Ebert subvencionada por bancos y empresas alemanas para contrarrestar la influencia comunista en el movimiento obrero.

6.- Se boicoteó la creación de un sindicato de clase, unitario y plural, etc, fraguando la división interesada del movimiento sindical ante la crisis.

7.- Se llevaron a cabo las medidas neoliberales durante los 80 para fragmentar a la clase obrera, entregando patrimonio industrial al capital transnacional, e implantando la precariedad laboral como norma.

8.- No se asumió el derecho a la autodeterminación y la profundización democrática del Estado. Ante la incomprensión del carácter plurinacional de España, las naciones periféricas han debido regatear para que sus derechos autonomistas reconocidos no sean recortados, mientras una antigualla como la Iglesia controla parte de la enseñanza, a pesar de la calidad no confesional del Estado.

 

Pero todo eso ya pasó, la guerra fría acabó, la contrarrevolución «anti-burocrática», «rosa», «naranja», de «terciopelo», etc., nos «liberó» del sistema socialista de la Europa del Este, el capitalismo hayekiano derribó las economías socialistas, las conquistas de los trabajadores y la correlación de fuerzas internacional y europea se torció. Desde entonces ya estamos en una nueva etapa, y en España también.

 

Estamos en un momento histórico diferente, una nueva etapa concreta en la que se deben definir los objetivos políticos sin abandonar la perspectiva revolucionaria (y no nos asustemos por emplear esta palabra):

 

A.) Debemos de frenar y combatir el neoliberalismo con una visión general, no parcial, de las luchas concretas, buscando alianzas sólidas con el movimiento sindical de clase, frenar las ofensivas neoliberales y luchar por reformas con objetivos concretos: Pleno Empleo FIJO, Política Industrial, Sanidad pública e incompatibilidades profesionales, Enseñanza pública, gratuita y de calidad, Reforma Fiscal Progresiva, municipalización del suelo, doblar el gasto social por habitante, etc. Objetivos que entren en contradicción con el neoliberalismo, pasando de la política de lo posible a la política de clase, con una línea de masa, estableciendo alianzas estratégicas con organizaciones, movimientos sociales de masas (movimiento sindical, vecinal, estudiantil, pacifista, ecologista, feminista, etc) en la lucha contra el modelo neoliberal en lo social y lo político.

 

B.) Debemos de empezar a apostar por un Estado republicano de democracia avanzada, que rescate los valores democráticos, de soberanía nacional, de planificación de la economía con la nacionalización de sectores estratégicos, reconocer el carácter plurinacional y el derecho de autodeterminación, la democratización de los aparatos del Estado en general, democratización del ejército y los cuerpos policiales, derecho a sindicación y huelga, someter los poderes judicial y ejecutivo a sufragio universal, sistema electoral representativo en proporcionalidad al censo, eliminar los privilegios de la iglesia, una política exterior de paz y de alineamiento anti-imperialista, y la derogación de las leyes regresivas. Sociológicamente hoy la idea de la República Democrática es más popular, según varias encuestas la nueva generación está mayoritariamente a favor de la República.

 

C.) Debemos de defender una Europa no imperialista, no militarista, de una velocidad donde las conquistas sociales del movimiento obrero no sean rebajadas, combatiendo los objetivos neoliberales de la Agenda de Lisboa, combatiendo la criminalización del comunismo y del antifascismo, dando apoyo a los gobiernos europeos anti-imperialistas (Bielorrusia, Chipre…), y solidaridad con los procesos de transformación social en el mundo (Cuba, Venezuela…) por un nuevo orden económico internacional anti-neoliberal y anti-imperialista que potencie el desarrollo multilateral de las economías nacionales.

 

 

5.- El instrumento para la política de alianzas, recuperar el proyecto de IU

 

Ahora es momento de reflexión obligada, en la cual debiéramos de huir de propuestas organizativas con tintes electoralistas o con tintes a favor de la marginalidad institucional. Ni lo uno, ni lo otro. El trabajo institucional es un medio de lucha legal necesario para la organización de una alternativa política al sistema capitalista, como también lo es el trabajo y la organización entre los frentes de masas y la construcción de la movilización social con objetivos políticos y sociales concretos y generales, reivindicativos y de transformación.

 

Se habla de relanzar IU, cuando debemos plantear recuperar IU, por que más allá del varapalo electoral, los grandes retos no van a ser las próximas elecciones municipales y autonómicas (discurso además electoralista), sino el cómo nos presentamos a los trabajadores y a la sociedad como formación política, con propuestas, con trabajo de masas y con una dirección que sea capaz de conjugar la pluralidad de ideas con la democracia interna.

 

Hay que huir del ultrademocratismo y defender los acuerdos adoptados por mayoría para evitar caer en el fraccionalismo ideológico permanente, con discusiones que nunca acaban e impiden el momento de la acción política. Por eso IU debería dotarse de una dirección política que sea capaz de integrar la pluralidad pero con cara y ojos, y un coordinador. IU no puede convertirse en una coordinadora de corrientes cristalizadas (¿durante 3 años?), correría el peligro de convertirse en un grupúsculo alejado de los trabajadores y anacrónico (inservible) para la praxis política.

 

IU debe seguir siendo una formación política y no un partido. No es cierto que se han superado las diferencias ideológicas, ni teóricas entre la IIª, IIIª y IVª Internacionales, ni con el anarquismo. Las diferencias siguen existiendo también en la acción política y social de tales corrientes, opiniones y organizaciones: comunistas, anarquistas, socialdemócratas, nacionalistas de izquierda, republicanos de izquierda, alternativos, cristianos de izquierda, ecosocialistas, etc.

 

Por tanto, IU que aspira a ser un movimiento político y social amplio, no puede diluir las opiniones e ideas en la izquierda política y social, tipo «nueva izquierda-PDNI», pues flaco favor se haría, ni tampoco puede convertirse en una plataforma liquidacionista del partido comunista, más interesada en combatir y criminalizar la idea comunista que a la crisis del capitalismo.

 

IU debe apostar por ser el instrumento para construir una amplia alianza estratégica social y política estatal para hacer frente en lo inmediato a los excesos del neoliberalismo, que sea capaz de impulsar y hegemonizar a medio plazo la propuesta republicana de transformación y democratización del Estado, y que como objetivo máximo apueste por la construcción de la sociedad socialista.

 

Una última anotación sobre el anti-capitalismo como planteamiento ideológico. Para los que nos consideramos comunistas el movimiento obrero ha madurado históricamente, y por ello no somos ideológicamente anti-capitalistas ni utopistas, sino revolucionarios en la perspectiva del socialismo científico y el comunismo. El anti-capitalismo por mucho que se repita no es una ideología sino una corriente pequeño burguesa anti-proletaria que bascula desde la ultraderecha (S.A., falangismo…) hasta la ultra-izquierda.

 

No olvidemos que ya Marx tuvo que ajustar cuentas en el Manifiesto con las posiciones anti-capitalistas de las clases de transición hacia la burguesía o el proletariado, el socialismo feudal de la aristocracia, el socialismo pequeño burgués, etc., y con el arma teórica del socialismo científico superó el socialismo y el comunismo crítico utópicos (Owen, Babeuf, etc). El objetivo socialista parte del desarrollo de la lucha de clases, las fuerzas productivas, el conocimiento concreto de la formación social y del modo de producción dominante, y no es una utopía ni un ideal moral abstracto donde aparece un anti-capitalismo que no se sabe hacia donde va.

 

El socialismo científico de Marx y Engels si bien en sus orígenes parten de la ética humanista supraclasista con la crítica de la explotación y la opresión del género humano frente a la cual se levantan, en su desarrollo luchan por superar científicamente esa explotación. No quiere decir que se renuncie a los valores éticos de solidaridad, de lucha contra la injusticia, la desigualdad y la opresión, dado que precisamente es la ética la primera arma de rebelión que adoptan los revolucionarios, en su deseo de combatir la injusticia, la opresión y la miseria antes que encontrar la fundamentación científica de las causas de la explotación y los medios científicos para la transformación y superación de la sociedad de clases. Ética clasista y revolucionaria que con el rigor científico (no sin el) nunca deben excluirse en la lucha contra la explotación.

 

 

6.-El instrumento político de la clase obrera. El partido comunista.

 

Tenemos un problema de narrativa y de ideología, algunos planteamientos pretendidamente de izquierdas que se bañan en el campo de la sociología burguesa, weberiana y funcionalista nos dicen que la clase obrera no existe, que el proletariado se ha aburguesado, que hay clases, altas, medias y bajas, que el sujeto revolucionario es la multitud (término utilizado por Thomas Hobbes: «el hombre es un lobo del hombre» ), que al proletariado lo ha desplazado el precariado (¿), etc. Frente a estos planteamientos debemos recuperar el análisis marxista de nuestra realidad, destacando:

 

1.- El proletariado siempre ha sido diverso tanto en ocupación como en condiciones salariales, siempre ha habido obreros explotados y obreros sobreexplotados, realidad que Marx y Engels conocieron en el movimiento obrero inglés.

2.- Lo que define al proletariado es la relación de explotación para la creación de la plusvalía en la producción y para la realización de la plusvalía en la circulación en procesos de trabajo donde el capital comercial y bancario se reparten con el capital industrial la plusvalía creada en la producción a través de la explotación de la clase obrera industrial y de servicios.

3.- Para Marx el beneficio comercial y el interés financiero son formas de apropiación de la plusvalía en la circulación, que no podrían ejecutarse sin la acción de una fuerza laboral que destine el tiempo adicional de trabajo para realizar la plusvalía global y la parte de la que se apropia el burgués comercial o financiero del proletariado diverso, industrial y de servicios.

4.- En el Manifiesto del Partido Comunista Marx narraba el surgimiento del capitalismo dentro de un proceso de mundialización. Hoy asistimos a una aceleración de la expansión mundial desigual y masificada del trabajo asalariado y la proletarización, con el crecimiento relativo y absoluto de la clase obrera internacional en el centro y en la periferia, aquí y en Singapur, pasando a ser la clase principal del mundo.

5.- E n España el proletariado crece, la clase obrera se está feminizando, y cada vez más actividades absorbidas por la acumulación del capital proletarizan a sus componentes (trabajo intelectual, técnicos, profesionales, falsos autónomos…), etc.

6.- La reducción de la capacidad adquisitiva afecta a toda la clase obrera, no sólo a un sector. Se están creando más puestos de trabajo con salarios más bajos, pero también los salarios medios y altos están frenando su crecimiento. Sigue funcionando la teoría de Marx de que la tendencia de la acumulación capitalista es reducir el nivel medio del salario del proletariado en general, ya que los salarios baratos presionan a la baja el salario medio.

 

Contextualizando los conceptos a la actualidad, la clase obrera objetivamente sigue existiendo de forma diversa y su peso se amplía, siendo necesario el papel del partido comunista, como vanguardia de clase y de masas, intelectual orgánico colectivo, de cuadros, que encarne la independencia política de la clase obrera respecto al imperialismo y la burguesía en la lucha por el socialismo. Sin la militancia política de la fuerza social objetivamente revolucionaria, la clase obrera, la estrategia hacia el socialismo es inviable, no existe fuerza social distinta que sea portadora de la negación del capitalismo.

 

Destacan dos tipos de deformaciones de la práctica política contrarias al partido comunista, el economismo y el voluntarismo. Para los primeros la historia está determinada de antemano, para los segundos la historia es producto de la voluntad de individuos desligados de las masas (caudillismo). Ambos reniegan a realizar un análisis de las condiciones concretas para el proceso revolucionario, de la lucha de clases, de las fuerzas sociales, de la coyuntura política, etc. Sus variantes políticas, el reformismo y el izquierdismo coinciden en la pasividad de las masas, de la clase obrera.

 

El reformismo confía en el desarrollo material de las cosas (determinismo) y en la pasividad de las masas, mientras el voluntarismo izquierdista parte de la acción de los pequeños grupos revolucionarios que creen que como un rayo milagroso harán ver la luz y despertarán a los trabajadores. Ambos niegan la preparación de la organización de un partido capaz de trabajar, dirigir y movilizar a las masas.

 

De estas dos visiones deformadas de la práctica de la lucha obrera también hay que tener en cuenta que no toda política de masas es una política revolucionaria, porque si el partido comunista se limita a coordinar-cuantificar las luchas espontáneas (económicas y meramente reivindicativas) que surgen de la clase obrera, sin ser capaz de conectarla con la lucha por los intereses estratégicos revolucionarios a largo plazo, también cae en el reformismo político como pasara con la propuesta eurocomunista durante la transición, y viceversa si el partido no parte de la lucha cotidiana de las masas para acumular fuerzas y elevarlas al nivel de la lucha política, cae en el voluntarismo izquierdista, de quienes emprenden acciones grupusculares de unos pocos sin incidencia alguna entre las masas.

 

El partido comunista es una organización superior a cualquier partido burgués, izquierdista y reformista, donde la militancia comunista debe suponer una implicación práctica en la actividad política y social, con responsabilidades concretas de trabajo entre las masas (sindical, vecinal, institucional, estudiantil, etc.) militancia en continua preparación y formación teórica, que incremente la capacidad y la experiencia política e ideológica del partido, desarrollándose como intelectual colectivo  de nuevo tipo , donde la función de todos los miembros del partido es de dirección, formación, organización y trabajo de masas.

 

Partido comunista que parte del reconocimiento de la centralidad de la lucha de clases entre clase obrera y burguesía. Partido vinculado con su clase, en especial por su trabajo de masas en el movimiento sindical. Partido propagador del carácter clasista que ocultan las formas de gobierno y el Estado de derecho, basado en la igualdad, la justicia, etc, irrealizables en el capitalismo. Partido organizador de la revolución, ya que toda lucha de clases es una lucha política que en última instancia supone la lucha por el poder político.

 

Partido que por su carácter de clase debe contemplar una dirección mayoritariamente obrera. Partido democrático para el debate vertical y horizontal, unitario en la acción, organización e ideología . Un error en la orientación es menos nocivo que un acto de indisciplina ya que se mina la unidad del partido. Partido en el que los cuadros y militantes que intervienen en los frentes de masas, el frente político de izquierdas y las instituciones, defienden los acuerdos del partido tomados en cada momento, cerrando los debates dentro del partido y no fuera. Partido o rganizado en células por fábricas, lugares de trabajo, sectores, frentes de masas y territorio que lleva por medio de sus cuadros y militancia sus posiciones políticas y propuestas reivindicativas a la clase obrera, confrontándose con otras opiniones.

 

Para una correcta política de masas, es insuficiente con reclamar el papel dirigente del partido comunista, hay que merecer y conquistar la confianza de las masas y la hegemonía por medio de la labor cotidiana, plantear una política justa que reconozca las reivindicaciones de los trabajadores y no caiga en el error de suplantar los métodos de dirección de las masas por los del partido.

 

El Movimiento Obrero abandonado a la espontaneidad, despolitizado, degenera y se aburguesa, y viceversa, un partido aislado de las luchas obreras y del trabajo en los frentes de masas, hace que el socialismo se aburguese. La clase obrera reducida a la espontaneidad, con una concepción del mundo dominada por el sentido común y sometida a la hegemonía de la ideología burguesa, nunca llegará a adoptar una posición comunista, revolucionaria. Y el partido sin el trabajo en las masas nunca vencerá ni a la ideología burguesa hegemónica, ni a la política liberal y reformista de otras fracciones o partidos presentes también en el movimiento obrero.

 

El Partido Comunista juega el papel de puente entre la teoría y la práctica, entre la conciencia espontánea del proletariado y el papel que objetivamente le corresponde como fuerza social revolucionaria. El partido comunista analiza y desvela las contradicciones de clase de la época y utiliza su capacidad de aplicar los conocimientos adquiridos por la teoría revolucionaria en la situación concreta. Es el portador y la herramienta necesaria entre el concepto de clase obrera y su realización práctica.

 

En la actualidad, la dispersión o fraccionamiento de la dirección política de la clase obrera, imposibilita la capacidad para una acción política de carácter revolucionario eficaz contra el enemigo principal, y es un obstáculo para aplicar políticas de alianzas amplias en los frentes de masas y en la izquierda. Me refiero aquí a la existencia de diferentes organizaciones comunistas o fracciones organizadas dentro de un mismo partido comunista. Debiera reformularse la unidad de acción de comunistas en los frentes de masas y el frente político de izquierdas como paso previo necesario para la unidad orgánica a la que no debiéramos renunciar, quienes nos identificamos con la cultura del PCE de Jose Díaz, Líster, Julián Grimau, Dolores Ibárruri, etc., y del PSUC, el partit de Ardiaca, Serradell Román, Comorera, López Raimundo y otros comunistas.

 

Dicho esto y por la peculiaridad concreta del Movimiento Comunista en nuestro país, es necesaria la reactivación del partido comunista, marxista-leninista, que reafirme el carácter revolucionario de la clase obrera, basado en el centralismo democrático, y en estrecha relación con el Movimiento Comunista Internacional que ya viene reagrupándose en la última década realizando diferentes encuentros de Partidos Comunistas y Obreros en Minks, Atenas, Lisboa, Bruselas, llevando a cabo acuerdos concretos, de resoluciones, orientaciones, campañas internacionales, etc.

 

No estamos ante el fin de la historia, donde el capitalismo triunfa como negación del desarrollo histórico, y las ideologías de clase se han disuelto, estamos en una etapa de transición en la lucha por el socialismo y el comunismo, donde la lucha de clases sigue siendo el motor de la historia. Debemos hacer un esfuerzo por recuperar la memoria de lo mejor de nuestra cultura revolucionaria, la comuna de París, la revolución socialista soviética, china, cubana, la victoria contra el nazi-fascismo y las revoluciones populares antifascistas de Europa, las revoluciones anti-imperialistas de Latinoamérica, África y Asia, la heroica lucha de los trabajadores y pueblos de España, con la clase obrera y su partido a la cabeza por la defensa de la IIª República, las luchas y conquistas del movimiento obrero en Europa occidental y contra las dictaduras fascistas (España, Grecia, Portugal), etc. Valorar los justos avances democráticos y las conquistas sociales que se alcanzaron y alcanzan en tales momentos frente a las clases reaccionarias. No olvidemos que el anti-comunismo también descansa en nuestros miedos, por eso no podemos renegar de nuestras conquistas, objetivos e instrumentos revolucionarios por muy amargos que sepan los retrocesos ante el enemigo de clase.