«La policía ha cumplido de manera impecable; esta gente ha estado enturbiando la convivencia de los madrileños.» -Francisco Granado, consejero de Presidencia de Madrid. Entiendo el estupor de Esperanza Aguirre («los antisistema debían presentarse a las elecciones») y sus consejeros al asomarse al balcón de su despacho y ver la Puerta del Sol tomada por […]
«La policía ha cumplido de manera impecable; esta gente ha estado enturbiando la convivencia de los madrileños.» -Francisco Granado, consejero de Presidencia de Madrid.
Entiendo el estupor de Esperanza Aguirre («los antisistema debían presentarse a las elecciones») y sus consejeros al asomarse al balcón de su despacho y ver la Puerta del Sol tomada por cientos de jóvenes.
«Pero, ¿qué hacen ahí? ¿Por qué no se han ido a dormir a su casa? ¿Es que no piensan ir a trabajar hoy? ¿Cómo no huyen al ver a la policía? ¿Y por qué no acampan en la Moncloa, en vez de bajo mi balcón? Si quieren protestar, ¿por qué no lo hacen el domingo, votando? Y sobre todo, ¿por qué no nos votan a nosotros, si tan cabreados están?»
Como Aguirre y Granados no son los únicos que se hacen esas preguntas, respondámosles: los manifestantes siguen ahí porqué están hartos. No se han ido a casa porque muchos no tienen casa. Tampoco irán a trabajar: están en paro. No se amilanan ante la policía porque su lema es «sin casa, sin curro, sin pensión y sin miedo»; y no tienen miedo pues no tienen mucho que perder. No acampan en la Moncloa porque su protesta va más allá de quién gobierna. Votarán (o no) el domingo, pero piden «democracia real». Y no votan al PP porque rechazan el bipartidismo dominante.
Aunque los presenten como apolíticos (cuando en realidad son más bien apartidistas), o incluso antipolíticos (y no falta quien alerta de un populismo berlusconiano), en sus pancartas hay más política que en cualquier programa electoral. Política con minúsculas y con mayúsculas, de barrio y global.
No tienen miedo, pero dan miedo. Por eso hay quien se apresura en convertirlos en un problema de orden público, policial. Y por supuesto, ya les han colocado la pegatina: antisistema. Primer paso hacia su criminalización si se va de las manos. Ya sabemos que en España antisistema está sólo un escalón por debajo de terrorista.
Si los manifestantes y acampados son antisistema, lo son como el rebelde de la canción de Jeanette, al que el mundo había hecho así. «Yo soy antisistema porque el sistema me ha hecho así». Es este sistema el que los expulsa. Y después de dejarlos en la calle, ahora les pide que se vayan a dormir a la casa que no tienen.
Fuente: http://blogs.publico.es/trabajarcansa/2011/05/18/volved-a-vuestras-casas-si-teneis/