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Votar o no votar: esa no es la cuestión

Fuentes: Rebelión

Nos hacemos mayores y, de repente, somos conscientes de que cada cuatro años se celebran elecciones. A veces cada tres, o cada dos. O constantemente. Las ciudades se llenan de carteles, pasan furgonetas gritando por megafonía consignas esperanzadoras y alegres melodías, y la televisión saca a todas horas dos (a lo sumo tres) caras de […]

Nos hacemos mayores y, de repente, somos conscientes de que cada cuatro años se celebran elecciones. A veces cada tres, o cada dos. O constantemente. Las ciudades se llenan de carteles, pasan furgonetas gritando por megafonía consignas esperanzadoras y alegres melodías, y la televisión saca a todas horas dos (a lo sumo tres) caras de señores muy serios y enfadados.

China chana, te vas familiarizando con los partidos: el PP (antes Alianza Popular), el PSOE, la IU, el Par, la Cha,… y te da por pensar si merece la pena votarles cuando llegues a los 18 años.

Si eres de derechas, no hay duda: hay que votar para que cambien las cosas y España vuelva a su rumbo. Hay que votar al PP. En Aragón, además, no se presentan falanges ni partidos neonazis disfrazados de «verdes». Podríamos decir que UPyD sería su único rival ideológico cercano (aunque se dicen «ni de izquierdas ni de derechas», hasta el ultraderechista y criminal Ynestrillas les ha pedido el voto, por algo será). En Catalunya, sin embargo, incluso el xenófobo fachoespañolista Anglada se ve con opciones para ser diputado en Madrid.

Aunque no seas ideológicamente de derechas, facha, racista o ultracatólica y simplemente estás «quemado», desesperada o pervertido por demasiadas horas de televisión durante años, el PP parece que es la opción para el cambio de gobierno.

Tenemos un claro ganador. Un partido controlado por grandes familias ricas, empresarios de multinacionales, accionistas de bancos, políticos profesionales desde el franquismo y la casta católica más retrógrada. Tristemente, nos vienen políticas racistas, contra la libertad sexual, represión social, recortes y privatizaciones. Los dictados neoliberales que seguirán aplicándose no mejorarán las vidas de la gente, más bien al contrario, pero pondrán muy contentos a Fernando Alonso (que especulará con sus millones de euros en paraísos fiscales), el Rey (que tiene asegurada una muerte en la opulencia) o la casta militar (reciclada en misiones de la OTAN en Afganistán o Líbano y en maniobras de guerra aquí al lado).

Que salga el PP no es ninguna sorpresa, por tanto, en una sociedad demasiado dormida, todavía. La desvertebración territorial y social, la incomunicación que fomenta el sistema y la propia maquinaria del capitalismo, hacen posible este maquiavélico escenario.

Si eres de izquierdas (o algo parecido), hay más opciones. Quizás aún no estás enfermo de nihilismo ni te han contagiado el «todo está perdido», así que te planteas qué hacer el 20N.

Veamos opciones: el PSOE, por activa y por pasiva (con perdón), ha demostrado durante décadas que no es de izquierdas. Aún así, habrá quien votará a Rubalcaba como alternativa a la derecha más rancia. Las salsas con las que pretenden cocinarnos peperos y sociatas, son algo distintas, especialmente en cuestiones de derechos sexuales y reproductivos, memoria histórica o laicismo, entre otras. Pero las materias primas con las que llegarán a la cocina (el Parlamento) los de la gaviota y los de la rosa serán coincidentes: desarrollismo puro y duro, construcción y destrucción constante para que la máquina capitalista no pare, los ricos cada día más ricos y las pobres cada día más pobres.

Pasamos, pues, del PSOE. Por neoliberal, ¡ea! Y miramos a la izquierda.

¡Barco a la vista!: La Izquierda de Aragón, donde capitanea Chesús Yuste rumbo a Madrid. Este viejo conocido de la Chunta Aragonesista, rema con Labordeta como dios y la cuatribarrada como bandera. A su lado, juntos pero no revueltos, Álvaro Sanz de Izquierda Unida. La nave parte con una tripulación de aragonesistas y comunistas, acompañados por una flota de grumetes reconocibles de colectivos sociales zaragozanos como mis amigas Maribel Martínez y Pepe Paz.

Se presentan también, cada una por su lado, el PCPE, Equo y los partidos animalistas, como propuestas minoritarias. Izquierda Anticapitalista ha decidido no concurrir en Aragón, a diferencia de en otros sitios, donde van en distintas coaliciones. Y Puyalón, el partido del Bloque Independentistas de Cuchas, llama al voto nulo y presenta estos días su programa político en fascículos.

La Izquierda de Aragón es la que más posibilidades tiene de obtener representantes en la capital del reino de España. Así que algunas votarán a la coalición como «lo menos malo» (al igual que otros hacemos con Triodos Bank). Sin embargo, coincidiremos en que esta «unión de la izquierda» se ha quedado corta. La coalición de los dos grandes partidos, IU y Cha, apoyados por independientes y ni siquiera con el entusiasmo de sus bases, sabe a poco.

En cuanto a sus propuestas (no extrañará a nadie a estas alturas), son las comunes de los dos partidos, además de alguna colaboración «externa» que mejora el programa. Son consignas de «resistencia» frente al PPSOE. En lo que concierne a la creación de empleo (el tema estrella de estos tiempos, con 5 millones de parados y el alto al fuego de ETA) se apuesta por sectores claves e infraestructuras para Aragón. Más de lo mismo, no se ofrecen planteamientos anticapitalistas más allá de los manidos términos «verde» y «sostenible». «Por un fin del mundo ecológicamente sostenible», que decía aquélla.

Unos votaremos nulo, por no considerar propia ninguna de estas propuestas partidistas y, al mismo tiempo, para mostrar en las urnas nuestro desencanto y no beneficiar con nuestra decisión a los grandes partidos; otras se abstendrán, para dar la espalda al circo electoral; y muchas votarán. ¡Que nadie olvide que los votos en blancos favorecen al partido más votado! Pero el 21 de noviembre, sea cual sea nuestra opción, hemos de confluir en las luchas cotidianas, en espacios entre iguales, de tú a tú, donde podamos construir juntas el presente. Las elecciones de una nación, aunque esta nación se llame España (disculpen el lenguaje) no son tan relevantes en ese sentido.

Lejos estamos de la ilusión que produce en Euskal Herria un proyecto como Amaiur, que se gesta desde abajo, con la suma de muchas gentes y las políticas anticapitalistas (antes incluso que las independentistas) por delante. ¡Hay tantas diferencias entre unas izquierdas y otras! Una diferencia muy notable es que los que encabezan las listas de Amaiur son reconocidos activistas de las primeras líneas del frente, personas que destacan por su valiente oposición a las peores políticas capitalistas y represoras. ¡Y lo que les queda!

Mi propuesta es, como ya han escrito algunas, seguir trabajando sin sectarismos y con alegría hacia la articulación de un frente amplio, plural y diverso de personas que nos planteemos un cambio, desde abajo, para tumbar las políticas neoliberales que nos llevan a la destrucción del planeta. Hacia ello, prefiero plantear abiertamente un cambio de modelo, de sistema económico, de relaciones y de cultura, a partir del cual llegar a la gente que todavía hoy está desmovilizada, apática y sin ganas. Y mientras definimos cómo, podemos experimentar con las herramientas que vamos creando: redes de economía alternativa, banca y seguros éticos, centros sociales, asambleas y asociaciones de barrios, cooperativismo, grupos de consumo consciente, organizaciones de trabajadores, radios y medios de comunicación libres,… y vamos disfrutando de una vida más allá del capitalismo.

A nuestro alrededor, referencias no nos faltan. Cada cual tendrá sus contactos y experiencias: Amaiur en Euskal Herria, Marinaleda en Sevilla, las cooperativas catalanas, el zapatismo de Chiapas,… y tantas otras. Propongo compartirlas, debatir en torno a una estrategia común, unir fuerzas, dejar de lado diferencias (sean partidistas o ideológicas) y caminar hacia propuestas anticapitalistas. Desde abajo, con urgencia pero al mismo tiempo con paciencia, debemos dejar atrás las políticas de pactos, dobles discursos, falta de rasmia, despachos, culos anclados en escaños,.. y ¡pasar a la acción! Juntas, hacia el cambio que queremos.

Que el planeta estalle en tragedia y estalle víctima de la era del Antropoceno (tan sesudamente analizada por nuestro querido Ramón Fernández Durán) o sepamos reconducir nuestros pasos hacia una vida plena de alegrías, todavía está por definir. En el capitalismo, la democracia no es posible. Solo si creamos otros modos, otra comunidad, otras formas de vida y sabemos ofrecerlas a muchas personas, seremos capaces de decidir y cambiar lo que somos.

Por mis partes, votar o no votar no es la cuestión. Necesitamos vivir las alternativas y seguir organizándonos y aglutinando, desde abajo y a la izquierda: movernos hacia lo que nos hará felices, atrevernos a cambiar, no darnos por vencidas, experimentar nuevas formas de lucha, ilusionarnos y caminar hacia las utopías, enredar la experiencia de las más bregadas con la energía de las más jóvenes, trabajar en curros que nos gusten, salir más de la ciudad (en bici o a pie a ser posible), alimentarnos con comidas sabrosas, nutritivas y cercanas, compartir herramientas, recuperar saberes ancestrales, cooperar y apoyarnos mutuamente, construir organizaciones horizontales, sin élites ni profesionales de la política, valorar la diversidad y las pequeñas cosicas que nos hacen distintos y únicas, visibilizar las propuestas de que ya disponemos y nos conducen hacia las alternativas… y pelear con firmeza, a degüello, para que no llenen la Tierra de guerras, dolor y conflictos y, al mismo tiempo, acaben con los últimos montes, ríos, bosques, derechos sociales, animales en libertad y fértiles huertas. Desde luego, que no lo hagan en nuestro nombre y con nuestra complicidad.

Ya escribió Eduardo Galeano que «vamos directos al desastre. Pero, ¡joder, en qué coches!». Se están cargando este precioso planeta, ¡reaccionemos!

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.