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Y ahora Joe Biden quiere hablar de democracia

Fuentes: Rebelión

Después de haber torpedeado de forma incesante los procesos de consolidación democrática en América Latina y otras zonas periféricas del planeta por décadas, EEUU ve con gran preocupación como China, la mayor amenaza a su menguante hegemonía representa un sistema de gobierno totalitario que está demostrando una gran eficiencia en el plano económico y superación de dificultades, como está ocurriendo con la gestión de la pandemia.

La democracia representativa liberal languidece hasta en los centros de poder, la socialdemocracia no da para mucho más, proliferan los partidos que la desprecian y personajes visionarios como Trump, que demuestran que la caída de la democracia será más rápida que el calentamiento global. Samuel Huntington que tuvo gran éxito en los años 90 del siglo XX con su teoría la tercera ola democrática que se produjo en una gran cantidad de países a escala mundial podría afirmar que nos encontramos en el tercer proceso inverso que acompaña a cada ola. Pero, si en el siglo XX cuando se produjeron los procesos regresivos la interrupción del sistema de gobierno democrático fue de forma abrupta mediante golpes de Estado, hoy la democracia muere de a poco, se va vaciando por dentro.

El brindis al sol para impedir este proceso ha sido una grandilocuente Cumbre virtual de la Democracia. Si el planteamiento pudiera generar dudas el sesgo entre los más de cien invitados a la Cumbre las terminaron de despejar. El Brasil de Bolsonaro, responsable del mayor avance del autocratismo en la historia del último periodo democrático del país fue invitado, mientras que la Bolivia de Arce, quien salvo la República del golpismo quedó fuera del evento.

Tras la Cumbre todo lo que han quedado son ambiguas declaraciones de buenas intenciones y unos cuantos cientos de millones de dólares para reforzar las democracias a nivel mundial, gesto del que es legítimo pensar que serán destinados en el intervencionismo interesado al que nos tiene acostumbrados EEUU en su geopolítica.

Sin duda el avance del totalitarismo es una gran preocupación para quienes pensamos que la democracia es el mejor sistema de gobierno posible, pero ante su decadencia deberíamos pensar que se hizo mal y no repetir los mismos errores. A lo largo de la Historia se ha hecho uso de la democracia siempre y cuando encajara con la agenda económica liberal, a los pueblos disconformes con el capitalismo no hubo reparos en aplicarles las peores represalias y dictaduras. Hoy encontramos situaciones parecidas en América Latina, con procesos de persecución contra los disidentes sin importar llevarse por el medio al Estado de Derecho y la institucionalidad democrática.

La Administración Biden nunca entenderá que permitir que los pueblos decidan democráticamente su destino aun expensas del capitalismo es la única manera de salvar la democracia. Pero claro, se corre el riesgo alguno quiera librarse del yugo del capital y eso no sería un buen precedente. En el fondo la democracia representativa liberal no ha sido más que un subterfugio para permitir la perpetuación de las injusticias contra las mayorías. Revertir ese statu quo sería para el enfoque de los EEUU mucho peor que el avance irremisible del totalitarismo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.