Todo estaba preparado para un éxito histórico: la concesión a la ciudad de Madrid de la organización de las Olimpiadas del año 2020. Las televisiones públicas y privadas, las emisoras de radio y los diarios nacionales bombardearon sin cesar a sus sufridos espectadores/oyentes/lectores desde el día anterior a la votación del COI con el gran […]
Todo estaba preparado para un éxito histórico: la concesión a la ciudad de Madrid de la organización de las Olimpiadas del año 2020. Las televisiones públicas y privadas, las emisoras de radio y los diarios nacionales bombardearon sin cesar a sus sufridos espectadores/oyentes/lectores desde el día anterior a la votación del COI con el gran acontecimiento mundial que se iba a desarrollar en Buenos Aires y que refrendaría el proyecto triunfalista impulsado por los políticos del PP al frente de la alcaldía y de la comunidad autónoma. De paso, confirmaría las mentiras de don Guindos sobre la marcha de la economía española y sería una prueba más de que, como repetía el tercer villano de las Azores y marido de doña Botella, «España va bien». El toque final, la pieza clave del triunfo estaba asegurada: vendría de la mano del príncipe Felipe que, como todo el mundo sabe, es un orador de la estirpe de Demóstenes aunque lo que dice en público se lo escriba un equipo de expertos a sueldo.
En esas estábamos, acosados por la maquinaria uniforme y patriotera de los medios audiovisuales, con todos los equipos de enviados especiales preparando la gran fiesta del sábado, cuando, tras el mal presagio de una lluvia torrencial que aparentemente interrumpió la conexión de tan trascendental acontecimiento, se produjo el desastre: Madrid, que había llegado a competir con Río de Janeiro en la última votación de la presentación anterior, era derrotada esta vez en la primera votación ante las candidaturas de Estambul y Tokio, ciudad esta última que resultaría vencedora. Juan Antonio Samaranch hijo, Ana Botella, Ignacio González, Mariano Rajoy y Felipe de Borbón fueron los oradores encargados de defender la candidatura. Todos, como se ve, figuras de prestigio indiscutible, comenzando por el hijo del franquista expresidente del COI y de la Caixa (quien ya en octubre de 1993 tuvo la feliz idea de incorporar como alta empleada de la Caja a Cristina de Borbón), doña Botella, alcaldesa por el dedo de Ruíz Gallardón, don González, otro que ocupa el cargo sin haber sido elegido aunque sí designado como sucesor por la mamandurria de Esperanza Aguirre, Mariano Rajoy, el protector de Luis Bárcenas y hombre que nunca sabe nada, ni del Prestige, ni de la Gürtel, ni siquiera de las andanzas en casa de su tesorero, y terminando con el príncipe Felipe cuyos méritos se desconocen y que a diferencia de tantos jóvenes de su edad que se ven obligados a emigrar o a trabajar aquí por menos de mil euros al mes, vive tan ricamente en un palacete de 1.771 metros cuadrados útiles, construido ex profeso para él por un importe de 4.230.000 euros.
«Madrid ha perdido, pero el Príncipe ha dado un paso sólido hacia el futuro»
Estaba fresco todavía el mensaje urgente de las agencias dando cuenta del fracaso de la candidatura de Madrid, cuando Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación, escribió para El País un artículo que hará época y que podría figurar en las Escuelas de Periodismo como modelo de servilismo político i. Lo que podía haber sido un breve análisis de los fallos estructurales y coyunturales de dicha candidatura, incluyendo la mala situación económica, la corrupción política y la débil respuesta al dopaje deportivo, más los errores y limitaciones de los oradores, empezando por el principal de ellos, se convirtió por arte de birlibirloque en un panegírico de Felipe de Borbón y de sus grandes méritos para ser rey a partir del fracasado intento olímpico. Veamos algunas perlas:
─ «Su profesionalidad en el discurso final ha demostrado que España tiene en su figura una apuesta de futuro fundamental» (del discurso no persuasivo del príncipe deduce que asegurará el futuro de España: buena muestra de una lógica incoherente).
─ Bajo el enunciado Pasión: «El Príncipe más encantador y atractivo (impecable vestuario y corte de pelo) ha estado atento, simpático y afectuoso». Insuperable. En el más puro estilo de la revista Hola.
─ «Grecia. La referencia a su madre (no ha citado al Rey) y su influencia griega −de herencia la ha cualificado− ha sido destacable y sorprendente. Con varias lecturas posibles. Y un puente natural para hablar de los clásicos: Aristóteles, Platón y Sócrates». Conviene recordarle a este avispado asesor que la dinastía Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg a la que pertenece la reina Sofía no tiene ni una gota de sangre griega, que su madre Federica de Hannover fue miembro de las Juventudes Hitlerianas y sintonizó estrechamente con Franco, que su tío paterno el rey Jorge II no contento con apoyar el golpe fascista de Metaxas llegó a prohibir las obras de Platón, Tucídides y Jenofonte y que su propio hermano Constantino sostuvo la dictadura de los coroneles hasta ser expulsado del país tras el referendum a favor de la República.
─ Y la guinda final que corona el artículo: «Madrid ha perdido, pero el Príncipe ha dado un paso muy sólido hacia el futuro. Por actitud, disponibilidad y solvencia. Madrid no sé si tendrá otra oportunidad… pero el Príncipe reclama la suya. Hoy lo ha demostrado». Queda clara la intencionalidad política del texto. ¿Imaginamos qué hubiera escrito este hábil asesor de haber ganado Madrid? Todo sea por asegurar la monarquía heredada de Franco y defenderla en contra de la percepción social de una familia siempre Avida Dollars (como dijera André Breton a propósito del franquista Salvador Dalí), a pesar de sus privilegios.
Madrid necesita otra política, no unas Olimpiadas
Los mismos gobernantes del PP que en Madrid y su comunidad desmontan poco a poco la sanidad pública, deterioran gravemente la enseñanza, suprimen servicios sociales básicos para los sectores más vulnerables, privatizan todo lo público que pueda ser rentable a bancos y fondos de inversión y hasta venden el nombre de las estaciones de metro a las multinacionales, proponen para salir de la crisis que ellos mismos y sus benefactores han creado la instalación de los megacasinos de Mr. Adelson y unas Olimpiadas con las que dar otro pelotazo en beneficio de las grandes empresas constructoras y de servicios. Gracias a la desastrosa y megalómana política económica del ayuntamiento gobernado por el PP, Madrid es la ciudad más endeudada de España. Según datos del ministerio de Hacienda correspondientes a 2012, su deuda se elevaba a 7.429.664 millones de euros, con un incremento del 17% respecto al año anterior debido a los intereses bancarios. ¿Y este mismo ayuntamiento es el que quería embarcar a la ciudad en la aventura olímpica para incrementar aun más su gigantesca deuda? Añadamos a lo anterior, que se puede estimar en 100 millones de euros el gasto que han supuesto las tres presentaciones de la candidatura ante el COI. Para esta feria de vanidades sí sobra el dinero
Al mismo tiempo que se preparaba el programa olímpico, el ayuntamiento de Madrid pisotea el deporte de base, cierra servicios básicos de los polideportivos y encarece el uso de las piscinas públicas. Veamos unos ejemplos. En el distrito de Moncloa-Aravaca ha cerrado desde hace más de un año la piscina en el polideportivo Fernando Martín sin causa que lo justifique y sin siquiera informar a la dirección del centro. La biblioteca del centro cultural Julio Cortázar, enclavada en el mismo distrito, ha visto cómo se suprimía la calefacción en su sala de lectura. Si del deporte pasamos a la enseñanza, dependiente de la comunidad, conviene saber que en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) han despedido recientemente a más de 300 trabajadores y que la Universidad Complutense (UCM), al borde de la quiebra, ha dejado en la calle a muchos jóvenes profesores e investigadores en su intento de reducir el déficit presupuestario. Mientras, las calles de la ciudad están cada vez más sucias, aumenta la mendicidad callejera en busca de subsistencia, los cubos de basura se convierten también en suministro de comida, los comedores sociales acogen a personas que antes de caer en el paro pertenecían a la clase media… Algunas almas cándidas proponen medidas de caridad para socorrer a los pobres y a los estudiantes sin recursos en lugar de defender una política diferente al servicio del pueblo y no de una oligarquía.
En la demagogia olímpica todo vale. Veamos estos dos ejemplos. En su defensa de la candidatura de Madrid como ciudad olímpica para 2016, el rey Juan Carlos pronunció en Copenhague esta frase lapidaria:»el mundo será un lugar mejor para vivir» (de celebrarse la competición en la capital española, claro). Ya sabemos lo que ha ocurrido después… Queriendo emular tal vez a su padre, el príncipe Felipe afirmó en su intervención final de Buenos Aires: «Ahora más que nunca, Madrid tiene sentido». Otra frase modélica de retórica huera.
Madrid perdurará más allá de los Borbones, de los políticos del régimen, de los tiburones de las finanzas y de las celebrities que inundan los medios. Como en la resistencia a las tropas mercenarias durante la guerra, como en los años negros del estraperlo y el hambre, como en los albores de la transición entre la lucha en la calle y las maniobras en los despachos, el pueblo de Madrid ocupará su sitio en la escena pública más pronto que tarde. Perdurará y tendrá siempre sentido el Madrid de Marcelino Camacho, de Enrique Tierno Galván, del Padre Llanos, de Eduardo Haro Tecglen, de María Moliner, de Juan Antonio Bardem, de Fernando Fernán Gómez, de Vicente Aleixandre, de Ramón Menéndez Pidal, de Alfonso Sastre, de Rafael Sánchez Ferlosio, de José Antonio Novais, de Faustino Cordón, de Paco Rabal, de Joaquín Sabina, de Agustín García Calvo y de Luis Eduardo Aute. El pueblo llano con sus escritores, artistas, hombres de ciencia e intelectuales seguirá luchando y trabajando mientras viva.
Nota:
i http://blogs.elpais.com/micropolitica/2013/09/madrid-pierde-el-pr%C3%ADncipe-gana.html
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