Por supuesto que hay motivos para una moción de censura al gobierno Rajoy. Se agolpan, crecen cada día. La corrupción generalizada del partido, no la maldad o deshonestidad de A, B o C, es uno de los motivos centrales. Hay más razones, por supuesto, muchas más. Así, pues, nuestro apoyo y con él de tantas […]
Por supuesto que hay motivos para una moción de censura al gobierno Rajoy. Se agolpan, crecen cada día. La corrupción generalizada del partido, no la maldad o deshonestidad de A, B o C, es uno de los motivos centrales. Hay más razones, por supuesto, muchas más.
Así, pues, nuestro apoyo y con él de tantas otras ciudadanas. Adelante, el esfuerzo no será en balde. ¡Podemos, unidas (y unidos) podemos!
Pero puestos a defender mociones de censura, podemos y debemos pensar también en otras coordenadas geográficas. ¿Sólo en territorio PP y afines hay corrupción, mal gobierno, políticas neoliberales, mentiras mil veces repetidas, incremento de las desigualdades, agresiones diseñadas contra conquistas obreras y ciudadanas? ¿Sólo en territorio PP el mercado es un Dios omnipotente y malévolo y una «devaluación interna» ininterrumpida la política básica?
No, por supuesto que no. No hay atisbo alguno para ninguna duda razonable.
Por ejemplo, no digo que sea el único: la corrupción en Cataluña ha sido, y sigue siendo (aunque menos por los focos), generalizada en un partido que ha gobernado en solitario durante unos 25 años o más, un partido que sigue gobernando, ahora con alianzas, ostentando nada menos la presidencia de la Generalitat.
¿Alguien mínimamente informado, alguna compañera duda de que las corruptelas, la manipulación, el engaño, el uso de la bandera para intereses propios, la mentira permanente como estrategia, el insulto o desprecio por la ciudadanía del clan familiar Pujol-Ferrusola es uno de los más vergonzosos y crematísticamente más rentables de toda Europa? ¿Conocen muchos casos parecidos? ¿No es este clan organizado, no sigue siendo este clan insaciable «el pal de paller» de la política catalana y de los negocios? ¿No es Mas, no es Puigdemont, hijos de políticos del político que consideró a los andaluces hombres a medio hacer, el mismo que en su momento habló de corrupción y franquismo?
¿Qué esperamos entonces? ¿Qué duda nos paraliza? ¿Que no tenemos diputadas (y diputados) suficientes? ¿Y eso qué importa? ¿No es momento de plantar cara, de llamar a las cosas por su nombre en «Madrid» y en Cataluña? ¿No hay que romper en mil pedazos el indigno «pacto de silencio» sobre el «gran tema» que ha vertebrado la política catalana durante estos casi 40 años? ¿No es más que oportuna una moción en estos momentos donde, de nuevo, se pretende que miremos a otro lado, mientras Pretòria, Millet, el 3%-4%-20%, Jordi Pujol Ferrusola, etc. superan las cumbres abismales de la indignidad?
¿A qué esperan, a qué están esperando las compañeras y compañeros de CSQES? ¿No éramos, no somos, una fuerza distinta, con nuevas formas de hacer política? ¿Vamos a transigir con este lodazal de corrupción e indignidad? ¿No hay que gritar, como una sola mujer, ¡no en nuestro nombre!?
Hic Rhodus, hic CSQES, hic salta!
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