Creemos firmemente que tras el trabajo unitario en diferentes ámbitos -contra la Constitución de 1978, por la III República y por el derecho de autodeterminación; contra el imperialismo de EEUU y de la UE; con el sindicalismo asambleario y combativo contra la precariedad, las deslocalizaciones y por los « papeles para todos «; contra la […]
Creemos firmemente que tras el trabajo unitario en diferentes ámbitos -contra la Constitución de 1978, por la III República y por el derecho de autodeterminación; contra el imperialismo de EEUU y de la UE; con el sindicalismo asambleario y combativo contra la precariedad, las deslocalizaciones y por los « papeles para todos «; contra la especulación y la corrupción y por una vivienda digna; contra la privatización de la educación y la sanidad; y otros muchos más-, ha llegado el momento de asumir una lucha política unitaria.
Con todo ese bagaje compartido proponemos a las organizaciones, colectivos y personas que protagonizan una protesta múltiple -pero política y sindicalmente dispersa, y diversificada en tareas sociales diferentes-, dar un salto hacia lo político.
Hay que detener un proceso profundamente autodestructivo por el cual las energías que se emplean en las luchas sociales -sean contra la guerra o contra el cierre de Delphi- desaparecen sin dejar rastro. Se esfuman después de que la movilización llega a su auge, tras la enésima derrota o la penúltima instrumentalización electoral.
Sabemos que el proceso va a ser complejo, que habrá que discutir hasta la saciedad para deshacer prejuicios y diluir desconfianzas y que no se desarrollará más que al calor de la movilización social.
Partimos de la base: «El bloque o frente sólo podrá adquirir su material genético de las luchas obreras y sociales, del incremento de conciencia y de la experiencia de unidad que en ellas se engendra. Y su gran objetivo no es, simplemente, unir a diferentes partidos u organizaciones sino crear un instrumento político que ayude a que se sumen esos miles de activistas que asoman en las luchas obreras y populares y que luego desaparecen sin encuadramiento político alguno, y, en particular, a los activistas jóvenes que han comenzado a luchar de manera espontánea».
Es hora de construir entre muchos y muchas, en la diversidad de las luchas contra el sistema, una forma política mínima y flexible, pero reconocible y unitaria; que impida que tantos contenidos, tantas experiencias, tanta rebeldía y tanta conciencia acumulada, sigan diluyéndose.
Se trata de huir de toda organización rígida que asfixiaría como una coraza el proceso de crecimiento; asumiendo sin embargo que los contenidos sin forma alguna, como ha sucedido hasta ahora, dejan tras de sí poco más que el vacío.
Esa forma política, Bloque o Frente -o como se decida llamarle-, debe tener como objetivo crear poder popular.
Debe construirse desde abajo, en las luchas cotidianas y concretas; y negar aventuras electorales hasta tanto exista una potente movilización y organización popular que se plantee – o no – la utilización de la representación institucional como un instrumento a su servicio. Nada parecido a la configuración de IU.
Corriente Roja se dirigirá al PCPE como organización de ámbito estatal que comparte con nosotros la necesidad de iniciar ese proceso; y a las organizaciones y colectivos con los que trabajamos, codo con codo, en mil tareas. Partimos del análisis de la enorme diversidad de sujetos sociales, sindicales y políticos de los diferentes territorios del estado, y, sobre todo, de la especificidad del hecho nacional que supondrá una construcción política propia en cada una de las nacionalidades.
Nosotros entendemos que el Frente o Bloque debe tener ámbito estatal. Para poder enfrentar las grandes tareas que tiene ante sí -la primera de las cuales es destruir el orden que surge de la transición-, se requieren todas las fuerzas y todas las voluntades, muy destacadamente las de aquellas organizaciones de izquierda independentista que han sabido resistir el acoso de la represión y servir de cauce a la rebeldía y a las luchas sociales.
Corriente Roja sabe que ése objetivo es, probablemente, el más difícil de conseguir; pero estamos convencidos de que es irrenunciable. No hay derecho de autodeterminación ejercido con todas las consecuencias -incluida la secesión-, sin derogar la Constitución y enfrentar los intereses que la sustentan, empezando por la monarquía. Ello plantea, ineludiblemente, un marco estatal de lucha. Y no hay reconstrucción creíble de la izquierda revolucionaria en el estado, sin la izquierda independentista.
Es obvio que la necesidad imperiosa de impulsar este proceso parte de la constatación de la debacle política y organizativa de IU (paralela a la del PCE); y del importante grado de corrupción que afecta a sus principales organizaciones territoriales y que está detrás de los atropellos democráticos cada vez más frecuentes y más graves.
Es más que probable que en las próximas elecciones municipales y autonómicas -si el importante apoyo que está recibiendo del grupo PRISA no lo remedia- IU continúe su imparable camino hacia la desaparición. Ése será el momento -espero- en que organizaciones importantes como la CUT de Andalucía o Espacio Alternativo firmen el acta de defunción de la coalición llamazarista. Esperamos que a partir de ese momento decidan unir sus fuerzas para engendrar el nuevo sujeto político que surgirá de todas formas porque es necesario. No obstante, hay que tener en cuenta que el desmoronamiento de IU es mucho más lento de lo que sería sin los apoyos que recibe desde el poder. Los grandes poderes sociales son plenamente conscientes del papel de la coalición como muro de contención para impedir el surgimiento de otra izquierda que no sea controlable y asimilable por el sistema.
El documento aprobado en nuestro encuentro dice: «En estos momentos lo viejo no acaba de morir, sobre todo porque recibe respiración asistida y alimentación intravenosa procedente de parasitar de forma clientelar las instituciones y del pago por su contribución al mantenimiento de la paz social. Y lo nuevo apunta, pero no acaba de nacer, cuando es más necesario que nunca».
Ha pasado ya el momento de luchar en la calle, verlo reflejado en los medios alternativos y luego lamentarse de la falta de referente político. Hay que ponerse manos a la obra para construirlo, entre todas y todos, decidiendo formas y contenidos desde el primer momento. Hago un llamamiento expreso a la militancia, por coherencia, por responsabilidad y porque es imprescindible.
Son necesarias todas las manos, todas las ideas, todo el entusiasmo y la fuerza de todos vosotros y vosotras que leéis estas palabras. Unir, tejer redes, animar, poner en contacto, debatir, reflexionar, coordinar, son las tareas que nos están requiriendo a cada uno de nosotros.
* Ángeles Maestro es dirigente de Corriente Roja