Lo han podido ver claramente: la CUP venía exigiendo que no se invistiera a Mas, sino otro candidato de consenso. Y el candidato «de consenso» para la CUP ha sido Carles Puigdemont un convergente que no se libra ni de lejos de los planteamientos profundamente neoliberales que son la antítesis de los supuestamente planteamientos anticapitalistas […]
Lo han podido ver claramente: la CUP venía exigiendo que no se invistiera a Mas, sino otro candidato de consenso. Y el candidato «de consenso» para la CUP ha sido Carles Puigdemont un convergente que no se libra ni de lejos de los planteamientos profundamente neoliberales que son la antítesis de los supuestamente planteamientos anticapitalistas de la CUP. La CUP no ha vencido, se ha vendido y lo ha hecho al primer convergente que ha salido tras quitarle la presidencia a Mas, traicionando, diciendo la verdad, sus planteamientos y su programa. Porque cabe destacar que de entre las notas principales del acuerdo figuran que dos diputados del grupo parlamentario de la CUP pasarán a la lógica parlamentaria de JuntsxSi para dar estabilidad al futuro Govern, con lo que ello significa: pierden la autonomía de sus votantes y de su programa que les era propia y rinden cuentas ante ERC y los representantes del capital catalán, Convergencia.
El abrazo de David Fernández a Más se ha convertido en acoplamiento ortopédico, como mano derecha, a Convergencia por parte de la CUP; guiándose la dirección CUP únicamente de la música, retórica e imágenes independentistas de Covergencia anodadándola como si del Flautista de Hamelín se tratara, que al ruido de «República Catalana» ha ensoñodecido y dominado a la CUP en contra de las bases cuyo empate no legitimaba ni para una cosa ni para la contraria, pero mucho menos que para investir a Convergencia con la presidencia. Si este es el consenso al que llegan tras una ardua negociación pueden quedarse quietos la próxima vez. Además, con este «encantamiento» de la CUP se le ha suministrado una dosis letal para ellos mismos, para su proyecto y para su legitimidad.
Y es que no ha importado nada para ellos: primero, no les ha importado la democracia, ya que ni que Juntsxsi por separado ni juntos con la CUP lograran una victoria contundente en las elecciones, ni siquiera llegan al 50%. Sumados los votos de unos y de otros dan un 47,74% del total de los votos. Segundo no les han importado sus en teoría planteamientos anticapitalistas. Su objetivo antes que sus principios anticapitalistas han sido república catalana y no otra cosa. Pero cabe preguntarse ¿cómo se puede hacer una república catalana juntado únicamente el 39,54% de los votos (de JuntsxSi) y el 8,2% (de la CUP)? ¿que legitimidad puede deducirse de estos resultados a tales efectos, estando el resto en contra de su proclamación? La CUP le ha hecho parte del juego sucio a Convergencia al avalar su estrategia de no hablar de la crisis, de no hablar de los recortes y la corrupción en Cataluña y hablar todo el rato del proces. Y no digamos ya el favor que le ha hecho al PP al convulsionar con una independencia de mínimos apoyos el panorama político estatal y que se frota las manos ante los tambores que acercan la «Große Koalition» con el PSOE o un nuevo escenario electoral.
Finalmente a Podemos o a En comú Podem, por el contrario, que en este escenario que aboga como es natural por el derecho a decidir y que tenía unas expectativas impresionantes de crecimiento ante unas segundas elecciones catalanas, le han cortado las alas: el pacto de última hora de los anticapitalistas de la CUP les ha desbaratado las grandes expectativas que tenían tras los resultados electorales el 20-D. Y los verdugos han sido las Candidaturas de Unidad Popular. A los anticapitalistas de la CUP les ha domesticado la música soberanista para finalmente ser mano derecha de Convergencia. Esperemos que los diputados de la CUP se revelen ante semejante despropósito y se convoquen nuevas elecciones esas que tanto teme Convergencia.
¡Sonreid porque vamos a ganar!
¡Si se puede!
@jesusbayonas
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