Lo que más me llamó la atención durante la presentación de los libros Emergiendo del silencio. Mujeres negras en la historia de Cuba, compilación realizada por Daysi Rubiera y Oilda Hevia (Editorial de Ciencias Sociales), Por una Cuba Negra. Literatura, raza y Modernidad en el siglo XIX, (Hypermedia Ediciones) de Alberto Abreu, y Lágrimas Negras […]
Lo que más me llamó la atención durante la presentación de los libros Emergiendo del silencio. Mujeres negras en la historia de Cuba, compilación realizada por Daysi Rubiera y Oilda Hevia (Editorial de Ciencias Sociales), Por una Cuba Negra. Literatura, raza y Modernidad en el siglo XIX, (Hypermedia Ediciones) de Alberto Abreu, y Lágrimas Negras (Ediciones Unión), novela de Eliseo Altunaga fue la composición del auditorio.
Cansado de asistir a este tipo de reuniones donde siempre son las mismas caras, por primera vez estaba ante un público heterogéneo, integrado no sólo por líderes comunitarios, activistas contra la discriminación racial en Cuba, sino también por prestigiosos escritores, poetas, intelectuales y académicos cubanos; así como estudiantes de maestría y doctorado interesados en el tema, provenientes de universidades de Canadá y Estados Unidos, se efectuó el miércoles 9 la presentación de dichos volúmenes. Digamos que la actividad se vendió por sí sola.
¿Qué razones motivaron por primera vez la confluencia en un mismo espacio de un público tan variado? ¿El interés por la problemática racial cubana? ¿Los autores y los abordajes temáticos y perspectivas teóricas de los libros presentados? ¿El espacio? ¿La estrategia empleada por los organizadores para el diseño de la actividad y su concepto?
Según Víctor Fowler (Director del Centro Cultural Dulce María Loynaz), al dejar inaugurada la mesa de presentación: «Estamos en una ocasión de privilegio por la cantidad de autores que hoy nos acompañan, por la solidez de la contribución que están haciendo, por la amplitud temática que hay dentro de una unidad esencial, por la cantidad de temas que abordan. Es para mí una alegría compartir esta mesa con los autores».
Mientras Roberto Zurbano (presentador) al explicar las intenciones de la actividad comentaba: «Queríamos hablar de esto que hemos llamado las nuevas bibliotecas de la isla porque es una manera de darle densidad al presente, de poner en relación estos libros y temas, pensar en término de serie.» Y en otro momento de su presentación, refiriéndose al estado actual del debate sobre la cuestión racial en Cuba, específicamente a su presencia e impacto en la literatura cubana actual se preguntaba: «O sea en el caso de la literatura hace que a veces se pierda de vista la pregunta ¿de quién estamos hablando? ¿sobre quienes estamos hablando? ¿Para quienes estamos hablando? Muchas veces se pierde esa consideración». Mientras con relación a los libros presentados reconocía: «Entonces yo creo que se ha ganado en introducción, se ha ganado en rigor, se ha ganado en seriedad.»
Como era de esperar fue una brillante exposición de Oilda Hevia, sobre las diferentes estrategias empleadas por la mujer negra desde el siglo XIX para salir adelante. Reveladora en datos, anécdotas y hechos pocos conocidos, y la manera en que el feminismo blanco cubano las ha excluido. De las palabras de Eliseo Altunaga sobre Por una Cuba Negra. Literarura, raza y modernidad… que consideró un libro de un alto rigor académico y teórico, con propuestas y enfoques atrevidos, problematizadores e inusuales en la mirada a la literatura, la raza y la formación de la nación cubana, y de la presentación de Alberto Abreu sobre Lágrimas negras, que caracterizó a la novela como «un intento por discernir, desde el presente, lo que ha sido nuestro tortuoso y quebrado transitar como afrocubanos por la historia la nación y decidir nuestros actuales compromisos».
Se abrió el debate sobre temas como: las trampas y lamentables consecuencias del concepto de mestizaje a la hora de delucidar la cuestión racial cubana, la escasa y distorcionada representación de los afrocubanos en la televisión que parece obedecer a una decisión del Estado. Fowler cuestionó el término unidireccional, homogéneo y reduccionista de «lo negro», entre otros tantos tópicos. Tomás Fernández Robaina dijo que se trataba de una presentación memorable.
Como siempre estuvo el clamor sobre la urgencia de sacar estos debates de los recintos cerrados donde siempre asistía solo una élite o un grupo reducido. Pero este solo es un viejo deseo y demanda que no depende de quienes estábamos allí. Porque no ponemos las reglas del juego. Solo queda entonces continuar usando las plataformas de faceboock y las redes sociales, además de la labor en la casa, en el barrio, en el trabajo, en la calle para seguir democratizando este debate, y actuar como grupo de presión para que el mismo se coloque en la esfera pública cubana de hoy.
Después de esta presentación es evidente que ya no se puede hablar de carencia de estudios o de libros sobre la cuestión racial cubana; sino que hay que pasar al próximo paso: comenzar a hablar en términos evaluativos de la calidad de ese material que ya existe. El lugar desde donde es enunciado, y sus emplazamientos, de réplicas o contradiscurso a la mirada hasta hoy imperante en el ámbito académico y el discurso nacionalista e historiográfico cubano.
Tomado del muro de FB de Alberto Abreu