El 13 de noviembre de 2002 un petrolero con 77.000 toneladas de fuelóleo se encuentra a la deriva frente a las costas de Muxía. Comienza así la catástrofe del Prestige.
«¿Me permitís que me preocupe por vuestra gloria y os diga que vuestra estrella está amenazada por la más vergonzosa e imborrable mancha?». Así comienza la carta abierta dirigida al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy el día que comienza el juicio del Prestige. Un proceso en el que los principales responsables políticos no están imputados, tal y como se acusa en la proclama publicada por Ecologistas en Acción, que invita a sumarse a la ciudadanía a través de una recogida de firmas.
Hace 114 años el escritor francés Émile Zola rompió la conspiración de silencio en primera plana con su carta abierta «J’accuse!», en la que apuntaba hacia el Presidente de la República por el llamado caso Dreyfus. Un inocente había sido inculpado de un caso de espionaje para salvar la reputación de los verdaderos culpables.
Otro caso de chivos expiatorios se repite ahora con el caso del Prestige. Una de las mayores catástrofes medioambientales de la historia pretende saldarse con un proceso en el que los responsables políticos no se sientan en el banquillo. «Por lo pronto, el juicio que ha demorado una década no os tendrá de imputado, bofetada suprema a toda verdad, a toda justicia», recuerda la carta de Ecologistas en Acción, escrita como un facsímil del siglo XIX.
José María Aznar, Mariano Rajoy, Miguel Arias Cañete y Francisco Álvarez Cascos figuran entre los responsables que menciona la carta, causantes de que «muchas conciencias permanezcan turbadas profundamente, se inquieten, busquen…»
Como Zola proclamó hace más de un siglo, Ecologistas en Acción concluye que «sólo un sentimiento me mueve, sólo deseo que la luz se haga y lo imploro en nombre de la humanidad y el medio ambiente, que han sufrido tanto y que tienen derecho a ser felices».
Fuente: http://ecologistasenaccion.org/article1042.html
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