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Entrevista a Julio César Pol, poeta, docente e investigador puertorriqueño

«Yo quería aproximar el lector a mi experiencia, a mi verdad»

Fuentes: Rebelión

Julio César Pol (Puerto Rico, 1976), economista y, sobre todo, poeta. Sísifo (2017), es su último poemario. Oriundo de Ponce, es Mención de Honor en la categoría poesía del Pen de Puerto Rico Internacional 2018. Pol se formó en Economía en la Universidad de Puerto Rico (B.A., 1998; M.A., 2001) y la Western Michigan University […]

Julio César Pol (Puerto Rico, 1976), economista y, sobre todo, poeta. Sísifo (2017), es su último poemario. Oriundo de Ponce, es Mención de Honor en la categoría poesía del Pen de Puerto Rico Internacional 2018. Pol se formó en Economía en la Universidad de Puerto Rico (B.A., 1998; M.A., 2001) y la Western Michigan University (Ph.D., 2010). Actualmente, labora como docente-investigador en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez. Julio ha respondido a mis preguntas, y todas sus respuestas son para compartirles con vosotros.

– Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) – Economista, editor, poeta, o de todo algo. En el 2017 publicasteis vuestro último poemario, intitulada Sísifo. ¿De qué trató o tratas en este poemario dedicado a un edificio sostenido de pie por sus obreros, y cómo recorres entre la literatura y la realidad (o no ficción)? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajar su temática-poética?

– Julio César Pol (JCP, en adelante) – Sísifo trata de la selva, de la selva que puede ser una oficina. De cómo ese tipo de organización puede degenerar al ser humano. También trata del poder, de las micro redes de poder. De las manifestaciones de poder horizontales, verticales y transversales. Soy hijo de una funcionaria pública. Buena parte de mi niñez y mi juventud transcurrió en una oficina que expedía permisos de construcción en los pueblos que circundaban el municipio de Ponce en Puerto Rico. La oficina de Ponce era algo pedestre, la gente iba a quejarse de sus vecinos, las torres de expedientes, las vistas oculares a las porquerizas y a las barras. Minillas, donde estaban las oficinas centrales de permisos, en cambio, en mi juventud tenía una imagen de Olimpo. Era el lugar de la alta gerencia, de las decisiones incuestionables, de los grandes líderes encumbrados en altas oficinas, coches europeos y altos salarios. Luego de muchos años. Luego de la degradación social que traería el desmantelamiento del sistema productivo, la reducción poblacional, la depresión económica y la compresión forzosa del gobierno yo pasaría a ser parte de esa gerencia de Minillas. Pero esa Minillas a la que yo llegué era otra cosa. Minillas era el centro de un aparato gubernamental desmantelado y disfuncional. Era la Minillas que había sido clausurada por años por manejo inadecuado de asbesto. Y fui a dirigir a los empleados a los que le habían taladrado asbesto sobre sus cabezas. Empleados que habían sido acorralados en oficinas sin sillas, sin escritorios y los habían obligado a hacer sus jornadas de trabajo sentados en el piso sin ningún trabajo que hacer. Cuando llegué, las dinámicas de los empleados de piso y la de los gerentes eran deformes. Viví los últimos años de gloria y la destrucción del empleado público.

Los seres humanos estamos intentando todo el tiempo aproximarnos a la verdad desde la ficción. La literatura es ficción, como lo es la memoria, como lo son los estudios académicos y los modelos matemáticos. Yo quería aproximar el lector a mi experiencia, a mi verdad. Que sirviera como una clase de puerta al lector del mundo de una oficina y el mundo de un gerente. Mucha gente tiene alguna interacción con el mundo de la oficina, pero pocas pasan de la puerta del gerente. Los pocos poetas que tocan el tema del trabajo, como Benedetti, Frost y Pound permanecen en la esfera del empleado y no del jefe. Y las pocas veces que hablan del jefe lo presentan simplemente como el opresor. Pero la historia es mucho más compleja. El jefe, al que usualmente se le atribuyen poderes mágicos, como dice Freud en Tótem y Tabú, es un mero engrane intermedio que usualmente no tiene la capacidad o/y la disposición para cambiar nada. El gerente es otro empleado, es otro esclavo. Como bien lo dijo el economista Joseph Schumpeter, en el futuro todos seremos empleados asalariados, sólo que unos gerentes y otros obreros.

– WRS – ¿Qué relación tiene este poemario con vuestro trabajo creativo-poético anterior y hoy?

– JCP – Mi trabajo como escritor lo organizo en proyectos -proyectos independientes. Yo aspiro a un libro redondo que se autoconsuma -que no me deje escribir nada más. No para que nadie pueda escribir sobre el tema, sino para que yo no pueda retomarlo. En el caso de Sísifo escribí más de 200 poemas. Sólo quedaron 70 que entendí que artísticamente cargaban con lo que yo quería comunicar.

En este trabajo entiendo que mantengo mi voz poética pero en este punto no es sólo la voz del poema si no también la del libro. El poema sigue siendo lo más importante, pero ahora también es importante donde el poema habita. El lugar, el espacio, la luz, el silencio, los ecos, el orden de las experiencias. Esto es algo que comencé a desarrollar con el poemario Mardi Gras que habla de la experiencia de ser obeso/a. Ahora quiero trabajar el espacio del hospital psiquiátrico, en un poemario que se titula La ala psiquiátrica.

– WRS – Si comparas vuestro crecimiento y madurez como persona, poeta, creativo, editor, economista y, en fin, escritor entre ahora con su época creativa anterior en Puerto Rico y fuera de Puerto Rico, ¿qué diferencias observas en vuestro trabajo creativo? ¿Cómo ha madurado su obra? ¿Cómo has madurado como poeta y escritor?

– JCP – Cada etapa tiene su encanto. Mientras uno es joven uno se lanza al riesgo con mayor facilidad, se cuida menos y se disfruta el proceso creativo más. Mientras más maduro uno va absorbiendo más reglas y restricciones -demasiados mores y folkways son enemigos de innovar. En cambio, todos esos sombreros de escritor, editor, economista, evaluador, padre soltero de cuatro hijas, psicólogo, profesor, gerente y handyman, yo los uso para nutrir la poesía, para abrir nuevas ventanas. En ese sentido mi sombrero de poeta es parasitario y necesita de esos otros mundos.

Hoy, creo que estoy más enfocado y exigente. Antes, no quería, ni me importaban las restricciones. Gracias al taller que fue El Sótano 00931 amplié mis lecturas y mi ojo. Con ellos comencé a ver el libro como un edificio, el poema como los pilares de ese edificio y la vida que habita ese edificio es el lector.

– WRS – Has tenido la oportunidad de publicar varios poemarios dentro de los pasados años, ¿cómo visualizas vuestro trabajo creativo con el de su núcleo generacional de escritores o creativo-poetas y narradores con los que comparte o ha compartido en Puerto Rico y fuera de Puerto Rico? ¿Cómo ha integrado vuestra experiencia creativa-literaria a su diario quehacer (su vida) y a su interés por un trabajo creativo-poético disciplinado?

– JCP – La densidad a gran escala genera gravedad. Y esa gravedad genera un núcleo hirviendo a raíz de las fricciones. Cada generación de poetas tiene su núcleo. Dos, tres poetas en los cuales todos los demás gravitan. Yo soy ese núcleo en mi generación en Puerto Rico. No sólo por mi trabajo cultural, sino por mi trabajo creativo.

– WRS – ¿Cómo concibes la recepción a vuestro trabajo creativo-poético dentro de Puerto Rico y fuera, y la de sus pares?

5.2 JCP – El reconocimiento a los poetas usualmente le llega años después de haber muerto. Pero a pesar de esto, en Puerto Rico me ha ido bien. De tiempo en tiempo hay alguna mención de mi trabajo en los periódicos y en los premios. Recientemente Sísifo tuvo una mención en el certamen del Pen Club de Puerto Rico 2018. También se me ha incluido en varias lecturas y revistas locales. Publiqué en el 2018 una serie de poemas en las revistas 80 grados y Ceiba. En el extranjero se me publican reseñas y se me invita a festivales. Recientemente me invitaron al Festival Internacional de Poesía de Ghana. También, he sido incluido en varias antologías. La última antología que se me incluyó fue una recopilación de poesía puertorriqueña que trabajó Eduardo Lalo para la revista de Casa Andrés Bello, La comuna de Bello en el 2015.

– WRS – Sé que vos es de Ponce, Puerto Rico. ¿Se considera un escritor puertorriqueño o no? O, más bien, un escritor, sea este puertorriqueño o no. ¿Por qué? ¿Cómo se siente vos? ¿Ponceño?

– JCP – Habitante de este planeta Tierra, de Puerto Rico y actualmente de Mayagüez. Pero definitivamente ponceño. Aunque nací en Mayagüez, me crié en Ponce. Por ahora mi cuerpo ha habitado un sitio a la vez, por lo que mi consciente esta en este espacio, en este tiempo, que es el Puerto Rico histórico de 2019. Pero no escribo para los puertorriqueños o no sólo para los puertorriqueños. Desde todas las convergencias que me permiten estar vivo, yo busco transferir al lector de una experiencia universal con la que alguien en la Havana, Harare, Helsiski u Honiara pueda sentirse.

– WRS – ¿Cómo integra vuestra identidad étnica y su ideología política con o en vuestro trabajo creativo-poético y su experiencia creativa?

– JCP – Todas las cosas de me definen étnica, racial e ideológicamente son confrontaciones. Soy mulato, un negro que le nace una barba rubia y roja. Soy puertorriqueño y sujeto colonial, un ciudadano americano sin derecho civiles básicos a la elegir a las personas que establecen sus impuestos. Economista socialdemócrata, entrenado en las ciencias del capitalismo salvaje. ¿Y cómo se integra tanta contradicción? De forma dolorosa y con poesía.

– WRS – ¿Cómo se integra vuestro trabajo creativo-poético a su experiencia de vida como escritor, docente-investigador antes, después del inicio de su obra, y ahora, ya pasado un tiempo vinculada al quehacer literario y poético? ¿Cómo integró esas experiencias de vida a su propio quehacer de escritor en Puerto Rico?

– JCP – Como economista mi formación ha sido cuantitativa. Mi especialidad es econometría y teoría de desarrollo económico. A medida que he aumentado mi conocimiento teórico lo he integrado a mi poesía. Pero, descubrir estas adiciones tardarán. No son muchas las personas que dominan estas dos disciplinas. Pero a medida que la teoría económica se filtre y se adopte por la sociedad será posible que las futuras generaciones las descubran.

Haciendo mi segundo doctorado en evaluación tomé un curso de métodos cualitativos. En ese curso tuve la oportunidad de hacer un estudio etnográfico -pequeño y sencillo. La etnografía busca estudiar la conducta, la percepción, los pensamientos, los sentimientos de los sujetos en interacciones sociales y circunstancias particulares. Así me percaté que la poesía y la técnica de los estudios etnográficos tienen muchos elementos en común. Tanto Mardi Gras como Sísifo los he trabajado como estudios etnográficos. Mi próximo libro La ala psiquiátrica también.

– WRS – ¿Qué diferencia observas, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a vuestro trabajo creativo y a la temática poética del mismo? ¿Cómo ha variado?

– JCP – Los últimos años me he desconectado del mundo literario porque me he enfocado más en trabajar. Trabajar en el mercado laboral y trabajar más mi obra. Los lectores de los poetas contemporáneos usualmente son otros poetas. Esto genera mucha rivalidad y plagio. Tener mucho de eso puede ser tóxico. La preocupación del poeta debe estar en un tiempo que todavía no es. Los comentarios que he escuchado sobre mi obra han sido constantes a través del tiempo: «tú eres el mejor poeta de tu generación».

– WRS – ¿Qué otros proyectos creativos tienes recientes y pendientes?

– JCP – Estoy trabajando con dos poemarios. Uno, como te mencioné, La ala psiquiátrica que está dedicado al espacio del hospital psiquiátrico, la gente que lo habita con sus distintas patologías, la gente que trabaja con los pacientes mentales, la familia que viene de visita. El otro, es una oda a las grandes injusticias que han vivido los grupos étnicos y marginados en los Estados Unidos y sus territorios. Por ejemplo, el conflicto Siux en Standing Rock que estalló en 2016 en Dakota del Norte. El desplazamiento de los pobres de la montaña a la costa motivado por el Terremoto San Fermín en 1918 en Mayagüez, Puerto Rico. El abandono de las fuerzas estadounidenses a la población de Polinesia durante la invasión japonesa a Guam en 1941. Este último poemario lo voy a trabajar y publicar en mi página web www.juliocesarpol.com.

Mi meta es escribir siete poemarios. Luego, si tengo tiempo, dedicarme a la narrativa. También estoy trabajando un libro de ensayos. El libro usa teoría económica y modelos matemáticos para explicar la producción literaria. Espero terminarlo en dos años.


Wilkins Román Samot, Doctor de la Universidad de Salamanca, donde realizó estudios avanzados en Antropología Social y Derecho Constitucional.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.