Dicen que todo lo que se escupe para arriba te puede caer encima. Hace dos años la actual presidenta del Consejo de Política Exterior del Partido Popular (PP) Loyola de Palacio, realizó unas manifestaciones en las que expresaba su deseo de ver muerto al mandatario cubano Fidel Castro. Esas declaraciones llamaron mucho la atención por […]
Dicen que todo lo que se escupe para arriba te puede caer encima. Hace dos años la actual presidenta del Consejo de Política Exterior del Partido Popular (PP) Loyola de Palacio, realizó unas manifestaciones en las que expresaba su deseo de ver muerto al mandatario cubano Fidel Castro. Esas declaraciones llamaron mucho la atención por su bajeza y ruindad, poco apropiadas en una persona que hace gala de su moral católica, la religión de los mansos.
Algún tiempo después, justificaba dicho deseo alegando que un Fidel Castro vivo no estaría dispuesto a realizar apertura alguna (hacia el capitalismo por supuesto), pues no querría verse envuelto en una situación de pleitos y tribunales a causa de los asesinatos y torturas que, según ella, el Comandante tiene sobre sus espaldas, unas imputaciones éstas sobre las que ni los servicios secretos del Imperio, ni los mercenarios cubanos (disidentes) han podido aportar una sola prueba. Hay que ser hipócrita para recurrir a la mentira con la intención de justificar semejante exabrupto, pero hablar sobre tribunales o derechos humanos- que sólo se tienen en cuenta en función de quien los viole-, raya en la hipocresía más grosera.
Siendo Loyola de Palacio ministra de Agricultura, surgió el llamado Escándalo del lino, el cual consistió en un aumento de las superficies de cultivo de esa planta que propició la creación de empresas que vendían semillas a precios abusivos, además de recibir ayudas de la Unión Europea para el proceso de transformación de una paja que a veces ni existía. Dicho escándalo afectó a personajes ligados al PP que se dedicaban a ese cultivo y que, además, habían sido nombrados por Loyola para ocupar cargos en su Ministerio; por tanto ellos mismos gestionaban, desde sus departamentos, las subvenciones comunitarias. Al menos en lo que a la ministra se refiere, pleitos y tribunales brillaron por su ausencia. Aún anda diciendo por ahí que todo fue un montaje para desprestigiarla.
Introducida en política por un personaje como Fraga Iribarne, ha llegado a justificar el golpe militar de Franco, que desencadenó la Guerra Civil española, asegurando que el Frente Popular no era un Gobierno totalmente legitimo. Miró con simpatía a los golpistas venezolanos que anularon las garantías democráticas de la República Bolivariana de Venezuela y apoyó la decisión de su jefe de filas, el genocida Aznar, que implicó a España- contra de la voluntad de un pueblo que después pagó en carne propia la ridícula arrogancia del fhürercito- en la guerra y ocupación de Iraq donde los invasores llevan a cabo matanzas, torturas y violaciones de los derechos humanos de manera sistemática. Para colmo mantiene excelentes relaciones con los facinerosos de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) banda criminal en la que, a causa de disputas internas, se ha destapado la existencia de un aparato militar (existencia que siempre había sido desmentida) que lleva a cabo actos terroristas contra Cuba desde hace años.
En estos momentos Loyola de Palacio se encuentra en un centro hospitalario de Houston (Estados Unidos) donde ingresó urgentemente para tratarse una enfermedad cancerosa. De entrada parece un mal ejemplo, sobre todo por venir de alguien que ha ostentado cargos públicos en la Administración del Estado, pero al parecer el ejercicio de la carrera política engrosa las cuentas corrientes de manera vertiginosa y posibilita estos dispendios. Además su origen familiar, de noble linaje, no le permite mezclarse con la plebe que utiliza hospitales públicos.
Por ironías del destino, mientras la ex ministra ingresaba en una clínica de Houston, el Comandante -ese que quería ver muerto- anunciaba en La Habana que entraba en fase de recuperación de su enfermedad. Pronto volverá a su labor de denuncia de los crímenes, violaciones de derechos humanos elementales e injusticias que comete la «democracia» imperialista en todo el planeta. Estoy seguro de que Fidel Castro le deseará una pronta recuperación a doña Loyola porque la nobleza, como cualidad humana, no se hereda, está en nuestra conciencia y nos permite racionalizar para evitar aversiones propias del fascismo.