Kamal es de Marruecos y lleva más de dos años en España, alternando trabajos en la agricultura en los invernaderos entre las provincias de Granada y Almería. El confinamiento de marzo de 2020 lo encontró con empleo en el municipio de Gualchos, en Granada, cuando tuvo un accidente de trabajo en el que se hirió gravemente en un pie. El empresario no lo tenía dado de alta, por lo que no avisó a ningún servicio médico, sino que lo atendió en su propia casa y le ofreció darle de alta y avisar del accidente dos días después.
Kamal, siempre según su propio relato, firmó un documento sin saber exactamente lo que ponía pues apenas lee español. El resultado es que tras requerir dos operaciones y estar pendiente de alguna más, está impedido para trabajar y se ha quedado sin ingresos. No puede regresar a Marruecos pero tampoco conseguir que se reconozcan sus derechos como trabajador en España, y ha acabado viviendo en un asentamiento en una promoción inmobiliaria abandonada en la localidad de Castell de Ferro, perteneciente a Gualchos y en la costa de Granada.
El caso de Kamal, más allá de llegar hasta la asistencia jurídica de servicios sociales del mismo Gualchos, era completamente invisible. Las casas a medio construir en la que él y otros temporeros migrantes sin empleo han improvisado sus viviendas apenas han sido noticia porque en una intervención fueron detenidos dos de ellos por la Guardia Civil y por el miedo de algunos vecinos a que fuese “un foco de COVID” durante los meses de la desescalada en verano –aunque nadie dio positivo ni mostró síntomas–. Pero el pasado octubre si hubo un “medio” que quiso hablar con Kamal: Kadmar Channel.
Kadmar Channel es, realmente, el canal de YouTube, con medios bastante más escasos que el de las estrellas de las redes, de Elmostapha Kadmar, otro temporero marroquí, cuyas entrevistas a Kamal han alcanzado las casi 40.000 visitas en la red social. A partir del confinamiento, Kadmar improvisó con su móvil y la conexión a internet del piso que comparte en Gualchos para denunciar situaciones como la de su compatriota.
“Conozco casos de gente que no sabe suficiente español para darse cuenta que trabaja doce horas pero en los documentos pone solo seis, o que solo le dan para que firme cuatro días al mes cuando ha echado 20. Esas personas no denuncian porque ni siquiera saben que las están engañando”, explica a cuartopoder por teléfono. En su caso, lleva más de tres años en España y tiene todos los papeles en regla e incluso el arraigo, pero en otros “cuando llega el momento se encuentran que no pueden demostrarlo”.
El canal de Kadmar no tiene cifras récord, la mayoría de sus vídeos, en árabe, apenas llegan a 500 visualizaciones, y solo los que denuncian el caso de Kamal superan de largo el millar. En sus comienzos, apenas en junio de 2020, nos explica en un español que a veces se disculpa porque no sea perfecto, “hablaba de la vida en España o del legado de la cultura árabe en Andalucía”, pero luego conforme le llegaban comentarios o reacciones de sus conocidos decidió hablar de la situación de los temporeros. En sus últimas actualizaciones explica en árabe sobre requisitos para obtener la residencia una vez se cumplan los tres años de permanencia o se tenga contrato, muestra negocios de compatriotas como “ejemplo de éxito marroquí en España” o acompaña a Kamal a comisaría para ejercerle como traductor y explica el proceso a sus seguidores.
“Hay gente que no sabe que le han pagado en negro porque no entiende lo que firma”
El caso de Kamal es excepcional por lo precario –aunque se ha “currado” una cabecera y un fondo para sus vídeos y demás, trabaja fundamentalmente con su móvil y la wifi de su piso compartido– pero no único. Otros youtubers “temporeros” en España, como Soufiane El Merzouki, han pasado los últimos meses actualizando las medidas sanitarias para compatriotas que tengan problemas con el español y dando consejos legales ante posibles fraudes en la contratación. Su último vídeo al cierre de este reportaje aclara los cambios en las fechas de vuelta al cole en diferentes regiones por el coronavirus y el temporal.
En la misma provincia de Granada el pasado junio, cuando Elmostapha inauguraba su canal hablando de su llegada a España tres años atrás, se produjo una de las principales operaciones policiales contra el fraude en el trabajo agrario anunciadas por el ministerio de Trabajo. La Guardia Civil detuvo a 14 empresarios y denuncio a otros 29 por delitos contra los derechos de los trabajadores extranjeros en la comarca de Alhama, en el otro extremo de la provincia respecto a la Costa Tropical.
Para el youtuber Kadmar “cuando la campaña agrícola aprieta” los empresarios siguen “volviéndose más descuidados”, aunque cree que en términos generales “estos últimos años yo veo menos fraude, pero muchos casos no se detectan porque, como Kamal, hay trabajadores que han trabajado en negro y no lo saben”.
Kadmar señala que ese tipo de noticias lo animaron a ir cambiando el contenido de su canal, y que desearía poder denunciar con más alcance algunas situaciones. “Yo llevo tres años aquí y casi no hablo español porque nunca he tenido tiempo de estudiar en una academia, pero no creo que haya problemas de integración. Cada uno desarrolla las relaciones sociales que tiene puede. Lo que veo es mucho discurso contra el emigrante en la política española que no tiene sentido”. Por ejemplo invita “a políticos que dicen que yo he venido aquí a cometer delitos” a que “vayan a un supermercado. Toda esa comida está ahí porque gente como Kamal o yo hemos trabajado para que esté”.
Por ejemplo, a la hora de alquilar o en los sueldos “no se entiende que el que viene aquí tiene no solo sus gastos y el alquiler, muchas veces mantiene a su familia en el otro país, sea Marruecos o sea Senegal, por ejemplo”. Y repite varias veces es el “desaprovechamiento” de la mano de obra migrante. “En Marruecos yo estudié para ser mecánico, aquí llevo más de tres años trabajando en el campo. Gente como Kamal también tiene títulos y experiencia, pero ahora ni siquiera puede trabajar. Si no puede ganar dinero, ¿qué hace? El confinamiento no nos quitó trabajo, pero al que estaba en posición débil, como este hombre, lo dejó aún más abandonado”.
“Un modelo laboral y económico”
José Miguel Morales, secretario general de Andalucía Acoge, nos atiende por teléfono para comentar que “casos de ese tipo no son raros, y se producen por un modelo de gestión de las migraciones y del mercado de trabajo que en España lleva décadas y los favorece. Se obliga al migrante a pasar tres años viviendo y trabajando aquí de manera irregular, y eso es la vulnerabilidad absoluta”.
En este caso entiende que aparecen canales o redes de apoyo como las de Kadmar o El Merzouki “porque muchos migrantes a veces no saben ni los mecanismos que ya existen en España para que se les puedan reconocer sus derechos laborales o recibir ayuda si la necesitan. Si alguien no tiene una red de apoyo como las que podemos tener quienes nacimos aquí y ni siquiera habla el idioma es más fácil que lo estafen”.
Añade que la normativa “tiene resquicios muy especializados que hace que a veces una persona migrante pague cantidades de dinero innecesarias por trámites que se pueden hacer en una mañana. Servicios jurídicos como el que podamos hacer en Andalucía Acoge u otras organizaciones y que existen gracias a convenios con las administraciones lo resuelven sin coste para el usuario, pero ellos ni siquiera lo saben y son estafados”.
Morales opina, además, que este fenómeno muestra solo “la parte más vulnerable de un modelo económico y laboral que afecta a todo el mundo”. En España en general y en Andalucía en particular “no hemos superado la etapa en que la rentabilidad del sector agrícola depende de la baja calidad del empleo” pero ese modelo de la precariedad “se da con los propios españoles en la hostelería”. En cuanto a los temporeros migrantes, cuyas situaciones se han denunciado durante la pandemia en provincias como Almería, Huelva o la propia Granada “son el equivalente actual a los jornaleros andaluces del siglo XIX y XX cuya imagen tenemos tan cercana”.