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Z: en griego, ¡aún vive!

Fuentes: Rebelión

En días pasados asistí a la proyección de la película Z, de Costa Gravas (Francia 1969). Con la actuación de Yves Montand y la serena figura de Irene Papas, me remonté a la época de activista estudiantil en la Universidad Nacional de Colombia. Esa película constituyó tema en los grupos de estudio mixtos de estudiantes […]

En días pasados asistí a la proyección de la película Z, de Costa Gravas (Francia 1969). Con la actuación de Yves Montand y la serena figura de Irene Papas, me remonté a la época de activista estudiantil en la Universidad Nacional de Colombia. Esa película constituyó tema en los grupos de estudio mixtos de estudiantes y trabajadores, forjando capacitación política e ideológica en las bases sindicales. Cuarenta y tres años después, el texto constituye palpitante actualidad. En desarrollo de la guerra fría, la década de los sesenta del siglo XX, constituyó la respuesta del proceso de Liberación de los Pueblos. Los social demócratas y comunistas eran el objetivo de la jauría militarista. Las consignas del movimiento político en la película Z, trascienden en el pacifismo, contra el armamentismo atómico, la persecución al hipismo y al amor libre, la discriminación racial y de elección de preferencia sexual. Aunque no centra la libertad o el derecho al aborto; todos son temas de consigna al dia de hoy, en las reivindicaciones sociales y en el amplio espectro que representa el movimiento de los indignados, en Europa, por ejemplo.

Cuarenta años atrás destacábamos la protesta directa ante el asesinato del líder político. Cuarenta años después decantamos el efecto político de la película, ante el funcionamiento institucional del irracionalismo anticomunista; lo cual pareciere fiel copia en el momento actual en Colombia. Todo el equipo político del líder asesinado en la película Z, gira en torno a la legalidad, a la institucionalidad. No aparece ni voz, ni posición disidente que impulse las vías de hecho. Por el contrario, cualquier asomo de opinión contraria a la del cauce legal de la investigación judicial, es desplazado. Culmina el debido proceso judicial y la condena a la gendarmería y oficialidad policial; todos involucrados en el apoyo para-estatal con la utilización de elementos pro fascistas (el tendero, el mecánico, el proxeneta, el chofer, el desempleado, testigos falsos, en fin sapos…) de la organización de extrema derecha. Triunfa la justicia, sobreviene la condena. El movimiento político del líder sacrificado sale avante y son los llamados a ganar las elecciones avizorando un triunfo revolucionario; pero el poder militar impone el golpe de estado y los diputados triunfantes terminan encarcelados, asesinados, lanzados de un séptimo piso con el montaje del suicidio o la «ley de fuga»; el aunque pusilánime, consecuente abogado, exiliado; la viuda desterrada. La bota militar y los tanques amenazantes prohíben los libros de Marx y de Lenin; vetan a Aristofanes y a Ionesco, a Sastre a Camus; cierran las facultades de Sociología; condenan el amor libre, el pacifismo antinuclear, imponen el sagrado respeto a dios, la religión, la propiedad privada, en fin, todos a confesarse. La película termina con el silencio que impone el rodar de la cinta y el texto escrito de las prohibiciones y condenas, con el apocalíptico misterio de acallar la voz. Costa Gravas- que aún anciano vive activo políticamente hablando- logra el magistral desempeño artístico de Irene Papas, baluarte de la mujer víctima. Impertérrita, con el desafío de la mirada, la indignación marcada, que solo la cámara del genial director logra plasmar sin acudir a su voz. Para ella en la película, no hay dialogo, ni voz; solo su expresión «déjeme sola» rechazando al furtivo periodista que irrumpe en la alcoba del hotel, desde cuya ventana sus negros ojos y digna mirada intensa, registran la violencia contra los manifestantes, vapuleados por la brutalidad policial.

Los lideres políticos de la izquierda colombiana asesinados son Z, Aun viven!.

A cuantas viudas de los candidatos presidenciales de la izquierda colombiana observé dignas, valientes, con el dolor carcomiendo sus entrañas en los funerales de sus esposos sacrificados. Marché al lado del despojo mortal de Jaime Pardo Leal y junto a él, su viuda. Del cortejo fúnebre de Bernardo Jaramillo Ossa, con la mirada solidaria a la enhiesta viuda. Al paso acompasado del abogado cucuteño Ramón Aníbal Díaz Carvajal, quien no dejó viuda, por que a su Cecilia la asesinaron junto con él, al salir de reunión política de la UP en el Consejo de Convención. Interminable continuar con tanto dolor propio y ajeno.

Múltiples los interrogantes que surgen en torno a la suerte del proceso político revolucionario en Colombia. Comenzado que como efecto del terrorismo paraestatal colombiano, esta anatematizada la expresión revolución. Cuidado ubicar como revolucionaria a la izquierda colombiana. Que no se es realista político si la izquierda en Colombia enarbola una bandera revolucionaria. Que ha pasado mucha sangre bajo el puente para siquiera hablar de revolución en Colombia. Entonces en Colombia hoy no hay revolucionarios: existen solo socialdemócratas, progresistas, comunistas encapsulados, reformistas. Ah, pero que en un Frente Político tampoco caben los comunistas. Esa danza macabra de macartismo anticomunista es la que observamos al interior del Polo Democrático Alternativo. Quienes así proceden se identifican con el lenguaje institucionalizado de la extrema derecha. La burocrática decisión al interior del Polo de expulsar al Partido Comunista Colombiano se puede subsanar con la aplicación de la democracia interna. También con la aclaración del funcionamiento autónomo de las organizaciones y partidos políticos que aplican en una política frentista, de Frente Popular o Frente Amplio, digamos. El estereotipo de un Polo Democrático Alternativo de estructura partidista esta lejos de comulgar con la visión política a largo alcance de su fundación. Encasillar al Polo en un partido político mas, es caer en el más craso vanguardismo. De igual manera, circunscribir a la MARCHA PATRIOTICA como un partido político más a largo o mediano alcance, redundaría en chocante ceguera política. La irrupción del movimiento MARCHA PATRIOTICA guarda relación de causalidad con el avance e impulso del crecimiento y consolidación del movimiento político de masas en Colombia. La solución o salida política al conflicto interno armado en Colombia jamás podrá darse de espaldas a los intereses populares. En este momento histórico la voz y ojos del proceso político de cambio de fondo, estructural, revolucionariamente hablando en Colombia, esta centrado en la dinámica del movimiento popular y de masas. Esa es la llave de la salida política: ahí está, en claro mentís a que la oligarquía la tiene guardada en su bolsillo hasta que le ronque.

Se impone la consecuencia política de la permanencia del Partido Comunista Colombiano en el Frente Político Polo Democrático Alternativo. De igual manera, la MARCHA POLITICA como desarrollo de la misma política frentista imperante en Colombia, continuará acogiendo a movimientos, organizaciones y partidos políticos. Es que en realidad de verdad sigue creciendo la audiencia y la aplicación de la democracia directa en Colombia.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.