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Honorables y serviles

Zapatero confía en un acuerdo en la ONU porque «las aprensiones» de los EEUU han desaparecido

Fuentes: inSurgente

Es muy ilustrativo comparar las posiciones, en relación con las reformas de la ONU que se plantearán en la inminente 60º Asamblea de la Organización, del ministro de exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, por un lado, y del embajador de Venezuela ante la organización, Fermín Toro Jiménez, por el otro. Es una especie de salto […]

Es muy ilustrativo comparar las posiciones, en relación con las reformas de la ONU que se plantearán en la inminente 60º Asamblea de la Organización, del ministro de exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, por un lado, y del embajador de Venezuela ante la organización, Fermín Toro Jiménez, por el otro. Es una especie de salto a través del abismo que hay entre el servilismo y la dignidad. Algún dirigente social de América Latina se refería estos días al «hambre de soberanía» que tienen los pueblos de continente y que comparten algunos de sus dirigentes. En el «reino borbónico» las hambres van por otro lado. Escuchemos hablar al ministro de Asuntos Exteriores.

En las primeras décadas del siglo XIX se llamaban «serviles» a los diputados y políticos en general que rendían pleitesía y obediencia al «rey felón», Fernando VII. Ahora el verdadero rey está más lejos pero podrían denominarse de la misma manera: «serviles», aquellos que sólo razonan y actúan dentro de los márgenes de obediencia y fidelidad al Imperio. George Bush es el «emperador felón» de nuestro tiempo.

Las «aprensiones» y los «interrogantes» -en palabras reverentes de Moratinos- que planteó en más de 500 enmiendas de bloqueo el aprensivo Bolton han sido superadas. Sólo fueron «la primera reacción al llegar el nuevo representante norteamericano a las Naciones Unidas». El «síndrome» de novato del bueno de John Bolton. Es el análisis público del gobierno español ante el nombramiento de Bolton y el despliegue de la estrategia de Bush ante la 60º Asamblea de la ONU. Prefieren pasar por imbéciles que confesar su fundamental reverencia ante los deseos de Washington.

‘Hubo una especie de informe de la delegación norteamericana -dice Moratinos-, pero sabemos que se ha avanzado sustancialmente y que las aprensiones, las interrogantes que hacía la delegación norteamericana, sobre todo en cuanto a los objetivos del Milenio, han desaparecido».

«Para España es ‘esencial’ dar un nuevo impulso a los Objetivos de Desarrollo del Milenio y ‘habrá un documento que recoja satisfactoriamente esos objetivo»‘.

Además de estas afirmaciones de confianza en las nuevas y buenas intenciones de Bush, transmitidas y negociadas por un tipo como Bolton, Moratinos se refirió al niño mimado de Zapatero, la «Alianza de Civilizaciones», iniciativa para cuyo éxito ya se había configurado un «alto panel de personalidades de enorme relevancia». «Tendremos propuestas concretas de acción para el próximo año para derrotar y desactivar las amenazas, sobre todo, la principal, que es ese terrorismo fanático que quiere colocar al mundo en una situación imposible».

Sin duda no se refería el «servil» Moratinos a la amenaza que se aproxima más en sus enunciados y en los hechos a esa descripción casi apocalíptica: la de los EEUU de Bush.

Eso de hablar claro fue lo que hizo, sin embargo, el embajador venezolano ante la ONU, Fermín Toro, quien siguiendo la tónica bolivariana de no andarse por las ramas informó que Venezuela se opone a las propuestas de reforma de la institución propuestas por Washington por considerarlas intervencionistas.

La postura venezolana -explicó el embajador- se debe principalmente a que consideramos que los proyectos de reforma constituyen una «amenaza» para la seguridad del país y de otras naciones. Una de las propuestas que merece el rechazo de Venezuela se refiere a la transformación de la Comisión de Derechos Humanos por un Consejo de Derechos Humanos, integrado por una élite situada en el círculo de los EEUU (que bien entenderá eso Moratinos), cuya función sería la de evaluar y condenar a los estados calificados como violadores de esos derechos.

El peligro radica en que ese consejo elitista podría decidir una intervención para poner fin a la «supuesta» violación de derechos. Tal situación afectaría a Venezuela -y a otros países insumisos (que bien entenderá esto Moratinos)- pues «hemos estado sometidos a un bombardeo creciente de ser violadores de derechos humanos por parte de los orgános interamericanos. De esto, a ser calificados, evaluados y enjuiciados por ese consejo de las Naciones Unidas habría muy poca distancia».

No hace falta ser un gran teórico de «las aprensiones» y «los interrogantes» de los EEUU, como es al parecer Moratinos, para entender que no hay retórica sino verdades como puños en las declaraciones del embajador venezolano.

Otro tema de alta peligrosidad es el vinculado con la denominada «responsabilidad de proteger» los derechos humanos. Esa responsabilidad establece que la comunidad internacional tiene la potestad de velar por el respeto de los derechos humanos, «de manera que si la comunidad internacional decide que un Estado no protege debidamente a sus habitantes, puede intervenir a ese Estado».

Problemas similares se derivan del nuevo concepto del uso de la fuerza que quiere imponer Washington, el cual establece que si el Consejo de Seguridad de la ONU califica a un Estado como una amenaza a la paz y a la seguridad internacional, aun sin que haya cometido un acto de agresión, será intervenido anticipadamente. Fermín Toro calificó esta propuesta como un reflejo de la «doctrina Bush disfrazada de multilateralismo». En realidad es mucho más que eso, es la guerra preventiva como instrumento de intervención autorizado por la nueva doctrina de las Naciones Unidas.

Violación de derechos, «responsabilidad de proteger», «intervención preventiva». Rogue states y guerra antiterrorista. Traslación a las Naciones Unidas de la «Nueva doctrina de Seguridad Nacional de los Estados Unidos».

Venezuela también se opone a la constitución del llamado Fondo para la Democracia, el cual estaría integrado por países en desarrollo y organizaciones no gubernamentales (ONG), que Fermín Toro calificó de «injerto» a favor del imperio. Una manera de reemplazar a las asociaciones de Estado, como el Movimiento de los No Alineados y el Grupo de los 77 que abogan por los intereses de los países más pobres.

El embajador venezolano se refirió también a la creación de una comisión de la paz, «una suerte de aparato político que pretende instalar la ONU para que el Consejo de Seguridad reconstruya las instituciones fundamentales de un país». Algo así como la institucionalización de la «reconstrucción de Iraq» bajo ocupación de los EEUU. Un aparato político al servicio de la intervención armada de Washington concebido a partir de las dificultades que ha tenido en Afganistán y en Iraq en los últimos años.

«Tenemos una experiencia con el caso de Haití, que es una situación que ha excedido una operación para el mantenimiento de la paz: Haití es un espejo».

Para Venezuela es fundamental la democratización de la ONU, a través de la propuesta de eliminar el derecho a veto que tienen los miembros permanentes del Consejo de Seguridad.

Claridad y definición en Venezuela que tiene un proyecto social y una política internacional, y ambigüedad y vacío en el Estado Español que carece de ambas cosas.

Nada puede expresar con mayor exactitud el contexto de sumisión y el «desdén de soberanía» en la que se mueve nuestro Gobierno que la respuesta de Moratinos a un periodista descerebrado de Falsimedia, cuando éste le preguntó si Zapatero se reuniría con Bush: ‘tendrán ocasión de saludarse y de intercambiar algún punto de vista’ en la recepción oficial que George Bush ofrecerá el martes a los participantes en la cumbre, aunque ‘lo importante es la cita de Naciones Unidas’.