Para un presidente no siempre es fácil distinguir entre los actos del partido y los del Gobierno. Los discursos se suceden uno tras otro y, al final, todo se confunde. Tal vez por eso ayer, en su primer acto institucional desde el inicio de la campaña europea, José Luis Rodríguez Zapatero desoyó las instrucciones de […]
Para un presidente no siempre es fácil distinguir entre los actos del partido y los del Gobierno. Los discursos se suceden uno tras otro y, al final, todo se confunde. Tal vez por eso ayer, en su primer acto institucional desde el inicio de la campaña europea, José Luis Rodríguez Zapatero desoyó las instrucciones de la Junta Electoral Central y pidió abiertamente el «voto afirmativo» en el referendo del 20-F. Apelación a la ciudadanía que ni el Ejecutivo ni su presidente están autorizados a formular, cuenta Enric Hernández en El Periódico de Cataluña.
El escenario era el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid). El pretexto, la entrega de un galardón al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. El objetivo, glosar las ventajas que tiene para España la Constitución europea. Llevaba Zapatero el discurso escrito y, cosa infrecuente en él, lo leyó en su integridad. El traspié llegó en la recta final: «En un marco de diálogo, tolerancia y buen talante, como es el marco universitario, quiero apoyar sin fisuras la Constitución europea y pedir el voto afirmativo en el referendo del próximo día 20.»
«La campaña que puede realizar el Gobierno en el presente proceso de referendo ha de limitarse a informar objetivamente sobre el tratado …, eliminando toda clase de juicios de valor, lemas … u otras declaraciones que puedan, directa o indirectamente, influir en la posición o actitud de los ciudadanos.» Con esta nitidez se expresó la Junta Electoral tanto el 19 de enero, al ordenar al Ejecutivo que suprimiera de la campaña informativa sobre la Euroconstitución el lema Los primeros con Europa, como el 31 de enero, en una instrucción que hace extensiva a todos los «poderes públicos» la prohibición de «influir» en los ciudadanos, que emana a su vez del artículo 50.1 de la ley electoral. De hecho, el Ministerio de la Presidencia, cuya titular es la vicepresidenta Teresa Fernández de la Vega, aprobó el 20 de enero una orden ministerial en la que, además de acatar el acuerdo de la Junta Electoral, impuso en su punto cuarto «que por parte de los órganos de la Administración General del Estado se evite cualquier actuación que directa o indirectamente pueda influir en la posición o actitud de los ciudadanos».
Fue precisamente la proscripción de toda llamada oficial al sí, el no o la abstención la que impulsó al Ejecutivo a subvencionar con nueve millones de euros la campaña europea de los partidos políticos, en cuyos actos sí está permitido orientar el sentido del voto del electorado.
Por lo demás, ayer el presidente defendió el tratado europeo con la pasión que le caracteriza, definiéndolo como «el producto más acabado de paz que ha conocido la historia» y «un proyecto de referencia para la humanidad en su conjunto». Zapatero había ofrecido a Mariano Rajoy asistir al acto con el conservador Durao Barroso para demostrar que Gobierno y oposición están unidos en torno a la Euroconstitución. Pero el líder del PP declinó la invitación.