Zapatero, deja de lado tu optimismo por una vez: no parece que con la política que has realizado al frente del gobierno vayas a figurar al lado de Tito, Allende, Rosa Luxemburgo y Castro en la historia mundial de los logros del socialismo. No pasa nada, otros méritos tienes. No sólo conseguiste camelar a millones […]
Zapatero, deja de lado tu optimismo por una vez: no parece que con la política que has realizado al frente del gobierno vayas a figurar al lado de Tito, Allende, Rosa Luxemburgo y Castro en la historia mundial de los logros del socialismo.
No pasa nada, otros méritos tienes. No sólo conseguiste camelar a millones de votantes, sino que al mismo tiempo engañaste incluso a los espías de la embajada de Estados Unidos en Madrid, que te pusieron en la lista de gobernantes de poco fiar por considerarte un «izquierdista trasnochado». Bonito cumplido para agradecerte los desvelos que te ha costado intentar mejorar la imagen de Aznar en esa misma embajada.
¡Qué pronto han olvidado lo de Couso, la campaña de Afganistán, la de Líbano, el cambio de la ley de jurisdicción universal, los vuelos de la CIA, el ofrecimiento de más suelo español para bases militares!
A lo que íbamos: no tienes tiempo que perder. Ángela Merkel viene a verte en febrero y no para traerte el regalo de los Reyes Magos, sino para comunicarte lo que se queda de lo poco que queda, es decir, cómo va a cobrar. Mira por dónde tú que eres testigo de tantos y tantos casos de españolitos que tienen que devolver su piso y encima seguir pagando la hipoteca a los Shylocks patrios, tienes que entregarle lo que te pida.
El que no sea tuyo, sino de esos españolitos, no viene al caso ahora. Lo que cuenta es que basaste gran parte del éxito del «somos un Partido de progreso al servicio de la ciudadanía» en ponerles el señuelo de la propiedad de un piso en cómodos plazos y con valor constante al alza. Ella basó el de la Unión Demócrata Cristiana en ponerte a ti y a los presidentes de Grecia y Portugal este otro: que sus bancos enviasen a los del sur de Europa el dinero que aquellos panolis iban a pedir prestado para esa compra. De paso adquirías -como los otros dos citados- unos cuantos misiles Taurus y carros Leopard para hacer ver a la OTAN que iba en serio lo de mejorar lo hecho por Aznar al servicio del Imperio.
Todo eso ya no tiene remedio, pero antes de que llegue tan incómoda visita cabe un último intento: si no puedes sacar a España de la crisis, saca a la crisis de España. Es más sencillo de lo que parece.
¿Por qué se han colapsado los aeropuertos de Londres durante la última gran nevada y no los de los países nórdicos donde ha caído más nieve? Porque la empresa que gestiona los primeros es española y ya sabes cómo lo hacen: comprar barato lo que tú privatizas, exprimir a los trabajadores que no ponen en la calle en la adquisición y luego invertir el mínimo -o menos, como muestra la falta de anticongelante en Heathrow- en la tarea que realizan.
Imagino que captas la propuesta: envía a Europa a las grandes empresas constructoras nacionales, algo como lo que intentó el Pocero en África, pero a lo grande.
El papel de nuestros empresarios puede ir mucho más allá de un aeropuerto. Ahora que su representante ha dejado de serlo y que también ha perdido el control de sus propias empresas, es el mejor momento para cederlo. Es sabido que los alemanes son los ciudadanos más viajeros de la Unión Europea y a él le vendría de perlas un ambiente político algo diferente para empezar desde cero una nueva agencia de viajes.
En el discurso de despedida a sus colegas de la patronal ha dicho que te avisaron a tiempo de la crisis, que no has ayudado a los empresarios a pesar de su buen hacer y que por eso a él le ha ido mal en sus negocios. Está visto que el mundo está lleno de desagradecidos.
No te esperes nada mejor de los banqueros a pesar de que han recibido un trato regio de tu gobierno. Aceptaron encantados todo el dinero que les ofrecieron sus colegas alemanes y luego lo repartieron a mansalva entre tus votantes, menos el tanto por ciento que te quedabas para pagar la burocracia, los consejeros, los cursos de formación sindicales, las ongs y otras menudencias.
Cuando por su gran escala se hizo insostenible el timo que dieron a gran parte de la población, desoíste el consejo del premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz, a quien en la época de los buenos negocios te gustaba recibir en La Moncloa para presumir ante las bases del partido de que tenías «sensibilidad social». Su propuesta no es difícil de entender y la comparten millones de españoles sin título universitario: «meter a los causantes de la crisis en la cárcel».
Preferiste poner en práctica lo que entiende el PSOE por un «Estado social y democrático de derecho» y por una política de izquierdas para las mayorías: regalaste lo que era de las clases trabajadoras a los banqueros y pasaste la factura a todos los demás, es decir, obreros, empleados, funcionarios, pequeños empresarios, pensionistas, emigrantes: despido fácil y barato, subida general de impuestos sin importar la riqueza de cada uno, recorte salarial, de pensiones, de prestaciones sociales…
¿Por qué no hiciste siquiera amago de acabar con los paraísos fiscales, con el fraude fiscal de las grandes empresas, con las SICAV, con los gastos militares? ¿Por qué no desarrollaste una política fiscal progresiva, promocionaste el trabajo de la mujer, aumentaste el gasto público, incrementaste los servicios sociales y mejoraste la productividad? No parece que sean medidas contrarias a los ideales socialistas.
¿No tendrá que ver que los miembros del gobierno y los legisladores, aunque ganan algo menos que los altos directivos de las empresas que figuran en el IBEX 35, ganan muchísimo más que los millones de mileuristas que les votan? Lo cual obliga a la siguiente pregunta: ¿por qué les votan éstos?
Estaría bien que te fueses sin tardanza. ¿No da charlas Aznar en Estados Unidos mientras trabaja para alguno de sus magnates? Muy bien podrías hacer tú lo mismo en la Unión Europea. Al fin y al cabo es tradición compartida entre los más altos cargos de la derecha y la izquierda recibir del gran capital una jugosa compensación por los servicios prestados durante la época de gobierno. González, Solana, Rato, Palacio y otros pueden orientarte al respecto.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.