Una de las falacias mas extendidas acerca de la política internacional de España es la de que, después de la victoria del PSOE en las elecciones del 14 de marzo de 2004 se ha producido un cambio de rumbo con respecto a las ideas que el gobierno del PP propugnaba en este campo. Esta falacia […]
Una de las falacias mas extendidas acerca de la política internacional de España es la de que, después de la victoria del PSOE en las elecciones del 14 de marzo de 2004 se ha producido un cambio de rumbo con respecto a las ideas que el gobierno del PP propugnaba en este campo. Esta falacia se sustenta básicamente en dos argumentos: la retirada de las tropas españolas de Irak que Zapatero haba prometido en su programa electoral, y la cantinela machacona y malediciente de los medios de propaganda de la derecha sobre la supuesta debilidad de la diplomacia española y su falta de coherencia, que le ha hecho abandonar a su aliado natural estadounidense, disgustado por el desplante de Zapatero en Irak, mientras se alinea con las posturas de radicales regímenes populistas como los de Chávez o Castro.
Si bien nada me alegrara mas que fuera así, los hechos apuntan en otra dirección completamente diferente.
En lo que respecta al primer punto, el gobierno del PSOE ha seguido participando activamente en la ocupación norteamericana de Afganistán, en el marco de una mas que sospechosa coalición aliada, auspiciada por la OTAN cuyo teatro de operaciones fue extendido hasta Asia Central en virtud de nuevas aspiraciones imperialistas de acceso a los recursos energéticos de la región- y destinada a apoyar a los mismos señores de la guerra afganos cuyos desmanes, hay que recordarlo, propiciaron el apoyo de la población civil al Talibán en la década de 1990. España también ha ratificado las resoluciones de la ONU que legitimaban la ocupación de Irak y ha mostrado una posición mas que complaciente hacia los crímenes y desplantes internacionales de Sharon. Si añadimos a esto la vergonzosa visita del presidente colombiano Álvaro Uribe a España en julio, podemos concluir que, pese a la cobarde retirada de Irak (que aprobaban mas del 70 % de los ciudadanos españoles), nuestras relaciones con los guardianes del orden y de la democracia siguen siendo impecables. Es decir, seguimos aceptando nuestro rol de aliados del imperio sin que nadie se despeine y mucho menos los engallados y respetables comentaristas mediáticos que velan por nuestra seguridad en estas horas decisivas de la guerra contra el terrorismo.
Por otra parte, lejos de tener una postura independiente en su política de defensa, España se apunta ahora a la cruzada por la defensa de los altos ideales de Occidente, que en su aspecto esencial es la cantinela cerril e irresponsable de siempre: mas armamento igual a mas seguridad. Aunque no hay lugar aquí para discutir tan respetable postura que comparten todos los expertos en seguridad del orbe, independientemente de su marchamo ideológico-, baste indicar que, según estimaciones también muy respetables, bastara poco mas del 2% de la cifra empleada en el gasto militar mundial (que ronda los dos billones de dólares) para acabar con el hambre en el mundo. Salvo algunas mentes especialmente retorcidas, nadie pone en duda que es este tipo de penurias uno de los principales factores de inestabilidad mundial y, por lo tanto, de la violencia que ha convertido al Primer Mundo en una fortaleza erizada de armas y exportadora de maquinaria militar con destino a sus policías regionales.
Y es que, por si no fuera suficiente con gastar una cantidad surrealista de dinero en fabricar y comprar sistemas de armamento con los principales contratistas de máquinas de matar de Europa, o seguir destinando entre el 27% y el 33% del presupuesto de Investigación y Desarrollo (I + D) a la investigación militar (1) , España se suma ahora al selecto club de los países poseedores de misiles de crucero Tomahawk, las armas de precisión utilizadas por los norteamericanos por primera vez en la guerra del Golfo, en 1991, y después en los ataques sobre Kosovo, Afganistán, Sudán y nuevamente en la invasión de Irak en 2003. Ya se ve que nuestros militares siempre compran sobre seguro (2).
Según información publicada el 21 de julio por El País, el secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld uno de los halcones de la Casa Blanca-, había enviado al ministro de Defensa español, José Bono, una letter of releasibility (LOA, carta de oferta y aceptación), para notificarle que la petición de adquisición de 60 unidades de misiles Tomahawk haba recibido el visto bueno de la Armada y el Congreso norteamericanos, requisito esencial para la venta de armas a cualquier país por parte de Estados Unidos.
La petición de los Tomahawk haba sido realizada por el gobierno de Aznar, pero, según El País, la compra peligraba por el deterioro de las relaciones entre España y Estados Unidos, aunque después de la muy cordial entrevista que Bono mantuvo en el Pentágono con Rumsfeld, las cosas habían vuelto a su cauce. Ya hemos apuntado que significa esta reconciliación en el marco inalterable de las relaciones hispano-norteamericanas.
Está previsto que los Tomahawk equipen a las cuatro fragatas F-100 (construidas por Navatia, la división militar de Izar) a partir del 2008-2009 y, presumiblemente, a los cuatro nuevos submarinos S-80, cuya fabricación comenzará este año (también en Navatia). Una de las fragatas F-100, la Álvaro de Bazán, opera ahora en el grupo de combate del portaviones nuclear norteamericano Theodor Rooselvelt, en Estados Unidos. Según el capitán de navío Juan Rodríguez Garate, jefe de la flotilla española en la que se encuadran las F-100, la punta de lanza de la flota de ataque de la Armada, si los navíos españoles consiguen operar satisfactoriamente durante seis meses dentro de una agrupación norteamericana como si fuésemos un barco mas de ellos, sin ningún tipo de problemas de interoperabilidad, el Gobierno tendrá la garantía de que, cuando así lo decida, podrá ordenar que operemos junto a cualquier armada del mundo en un escenario real.
Como puede verse, las perspectivas son inmejorables. Lo que ya no lo es tanto es lo que van a pagar los españoles por tan prometedora camaradería de armas. El coste de cada misil Tomahawk es de unos 575.000 dólares, cerca de 483.000 euros (algo mas de 80 millones de las antiguas pesetas), lo que supone un gasto de cerca de 37 millones de euros (4800 millones de pesetas en misiles). Téngase en cuenta que el total asignado a la I + D sanitaria en los presupuestos generales del Estado de 2005 es de 243,81 millones de euros, o lo que es lo mismo, solo bastaría para comprar 503 Tomahawk.
¿Que son, fanfarria militar aparte, los misiles Tomahawk? Uno de los especialistas consultados por El País lo explicaba: Son armas superficie-superficie, misiles mar-tierra, dentro del nuevo concepto de utilización de la flota en caso de conflicto, que no tiene nada que ver con el anterior concepto de batalla naval oceánica. ¿Qué significa todo esto? Pues básicamente es otra forma de decir que los buques españoles armados con misiles de crucero podrán atacar blancos en tierra desde una distancia mas que segura: el alcance de los misiles es de unos 1600 km, aproximadamente la distancia entre Madrid y Palermo… o Trípoli, en Libia. Es decir, España estaría capacitada para bombardear países enemigos de la OTAN o de Estados Unidos (que para el caso, visto lo visto, es lo mismo) con misiles capaces de transportar cabezas explosivas de 460 kg (3). Este es el nuevo concepto de utilización de la flota del que habla el especialista: un nuevo episodio del cinismo occidental, que inventa por un lado ejes del mal y, por el otro, se dota de armas de destrucción masiva para bombardear a la población civil y las infraestructuras de los que no secunden las políticas imperiales de nuestros supremos aliados.
Fue siempre un empeño personal de Aznar el colocar a España en el selecto grupo de las naciones pertenecientes al G-8. Al parecer, el método mas rápido para conseguir este honor es y seguirá siendo gastar ingentes cantidades de dinero de los contribuyentes en engordar las cuentas corrientes de los accionistas de las empresas armamentísticas, no en destinar esas sumas al desarrollo real de las naciones, unas ideas que cualquier abogado de la realpolitik considerara poco realistas, considerando los peligros mortales a los que se enfrenta nuestro estilo de vida, después de humillar al 80 % del planeta con nuestra desmesurada ansia de rapiña imperial, claro está. El gobierno del PSOE continua albergando este sueño, continua convirtiendo a España en un país fabricante de armas, que investiga sobre armas y que compra sofisticados misiles con los que asesinar civiles indefensos. Desengañemonos, Zapatero también está en guerra.
(1) Los interesados pueden consultar el exhaustivo informe de la Fundació per la Pau de Barcelona, Investigación militar: la cara oculta de la ciencia (La recerca militar a lestat espanyol), Febrer de 2005, a la web fundaciperlapau.org,
(2) Gran Bretaña es el otro país que posee misiles Tomahawk: 65 unidades compradas en 1998.
(3) Las mochilas explosivas utilizadas por los fundamentalistas islámicos el 11-M sumaban un total de 60 kg de explosivos. El total de víctimas se elevó a 192 muertos y mas de 1500 heridos.