Salvamento Marítimo -entidad del Ministerio de Transportes- rescató el 22 de junio, en uno de sus vehículos de navegación, a 32 personas migrantes, de los que una decena eran menores; la operación tuvo lugar de madrugada, frente al litoral de la provincia de Alicante; un tercio de las personas que se desplazaban en las dos pateras necesitaron atención médica, principalmente por quemaduras.
El día anterior, 50 personas migrantes que navegaban en tres pateras fueron rescatadas en las Islas Baleares; en concreto, en las zonas costeras de Ibiza y Formentera; la mayoría de los migrantes eran de origen magrebí; asimismo, la agencia Europa Press detalló la llegada de dos pateras, con cerca de 30 personas, al sur de la Isla de Cabrera y a Mallorca.
En este contexto, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) destacó en el Informe 2025 la apertura de una nueva ruta migratoria desde Somalia a Baleares; otro itinerario relevante es el que comunica Argelia con el archipiélago balear (también con Alicante y Almería).
Precisamente la llegada de personas migrantes a las Islas Baleares “ha tenido un repunte importante en los últimos años; el incremento de 2024 ha supuesto una situación sin precedentes. Según datos de ACNUR, a estas islas arribaron 5.995 personas migrantes, lo que supuso un aumento del 300% respecto a 2023”, subraya el informe de CEAR.
El balance global se da a conocer en el Monitoreo del derecho a la vida (entre enero y mayo de 2025), realizado por Caminando Fronteras; ¿cuál es la situación en la Frontera Occidental Euroafricana? La ONG informa que, durante los primeros cinco meses de 2025, murieron 1.865 personas en las rutas de acceso al Estado español (eran originarias de 22 países diferentes, sobre todo africanos).
La mayoría de víctimas perdió la vida en la Ruta Canaria (1.482), seguido de la Ruta Argelina (328), la del Estrecho de Gibraltar (52) y la de Alborán (3); asimismo, apunta Caminando Fronteras, 38 embarcaciones desaparecieron con todos sus miembros a bordo; y de las 1.865 víctimas mortales registradas, 342 fueron niñas y niños.
El mayor número de personas migrantes fallecidas se produjo en enero (767) y febrero (618).
Presentado el 17 de junio, el reporte señala la Ruta Atlántica como “la más mortífera”: 1.482 personas fallecidas, lo que supone el 80% de las muertes entre enero y mayo; dentro de la Ruta Atlántica, la que tiene como punto de partida Mauritania se reveló como la más letal (1.318 víctimas); menor mortalidad se dio en la ruta de Senegal y Gambia (110 defunciones) y en la zona costera entre Agadir y Dajla (54 decesos).
Según Caminando Fronteras, “las políticas de control migratorio y la degradación de los estándares de protección de la vida en el mar han sido factores determinantes en el 47% de las tragedias analizadas en el informe”.
¿Qué factores influyen en que, en muchos casos, no se garantice el derecho a la vida?; el documento señala algunos como la inacción de los operativos de búsqueda (incluso cuando es conocida la situación de los barcos); la “desigualdad territorial en la aplicación de los protocolos de protección”; la descoordinación entre países o la escasa investigación sobre los naufragios.
Otras variables destacadas son las prácticas inadecuadas durante los rescates (“que comprometen la seguridad de las personas a bordo”) y la utilización de la violencia en los “controles de salida”; en concreto, por la fuerza y la brutalidad desplegadas por las redes criminales y, en otros casos, por agentes policiales.
En el reporte, la ONG analizó 113 desastres humanitarios, entre enero y el 31 de mayo de 2025; una parte significativa del Informe es el examen de los diversos itinerarios de la migración; en el caso de la Ruta Atlántica hacia Canarias, se constata la llegada de neumáticas y barcas precarias desde lugares más lejanos, como Guelmin, Sidi Ifni o Tiznit, en Marruecos.
Respecto a la Ruta del Estrecho de Gibraltar, continúan “de manera recurrente” las muertes y sobre todo las desapariciones de muchachos que aspiran a llegar nadando a Ceuta; estos jóvenes cuentan sólo con vestimentas de neopreno o mecanismos rudimentarios de flotación.
En estas circunstancias, “los hallazgos de cuerpos en avanzado estado de descomposición y sin posibilidad de identificación se han convertido en una constante en esta ruta”, valora Caminando Fronteras.
En otra de las rutas, la Argelina del Mediterráneo Occidental, destaca el cambio en el punto de partida de los migrantes fallecidos; por ejemplo personas procedentes de Somalia; a ello contribuyen las crisis políticas, la violencia estructural y las situaciones de desplazamiento forzoso desde el Cuerno de África (una de las regiones más empobrecidas del planeta, de la que forma parte Somalia).
El Informe Monitoreo del derecho a la vida resalta algunas particularidades de la ruta argelina, como “la falta de activación temprana de medios de rescate ante las alertas” y “la escasa intervención coordinada de medios aéreos que permitan detectar embarcaciones en situación de emergencia en tiempo útil”.
En cuanto a la Ruta de Alborán, Caminando Fronteras señala la falta de transparencia en la información, lo que hace difícil la reconstrucción de los desastres; otros factores importantes son la ausencia de alertas tempranas, y el estado muy vulnerable de las personas que llegan a la costa, quienes además cuentan con poca información.
Uno de las numerosas tragedias en la Frontera Occidental Euroafricana ocurrió en marzo; 183 personas partieron en cayuco desde Nuadibú (Mauritania) hasta las Islas Canarias; diez días después de la salida, la embarcación arribó al puerto de Dakhla (Sáhara Occidental); habían fallecido siete personas, mientras que algunas –en estado grave- requirieron atención hospitalaria.
En este caso se agregaron el retraso en la localización, la lentitud en la operación de rescate y la poca coordinación; así, “la combinación de inacción institucional, la externalización del control migratorio y las demoras en la activación de medios de rescate sigue cobrándose vidas”, concluye la ONG.
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