Leyendo las últimas declaraciones del expresidente ultraderechista Aznar pareciera que la gente del pueblo que protesta contra la corrupción son provocadores que buscan el «desorden social»; aquel día en que él y su gobierno junto al de Inglaterra y EEUU tomaron la decisión de invadir Iraq contra el dictamen de la ONU y arremetiendo contra […]
Leyendo las últimas declaraciones del expresidente ultraderechista Aznar pareciera que la gente del pueblo que protesta contra la corrupción son provocadores que buscan el «desorden social»; aquel día en que él y su gobierno junto al de Inglaterra y EEUU tomaron la decisión de invadir Iraq contra el dictamen de la ONU y arremetiendo contra el Derecho Internacional y los Derechos Humanos, hizo que la mayor parte de la población en el estado español saliese a la calle en defensa de la paz y contra la guerra, aun así según su consideración ultraderechista, el conjunto del pueblo era también culpable de desorden social, aunque él pasaba por encima de la obligación de consulta en el parlamento que dictaba su constitución. Alimentando la matanza de la población irakí, la destrucción del país y el robo de su riqueza, el paso de estos años no ha hecho que caiga sobre él ningún castigo ¿a qué es debido? Una de las consecuencias de la invasión de Iraq fue el asesinato del periodista José Couso; los periodistas independientes fueron muy castigados por los invasores. Aznar, y todo su gobierno, al que alguien calificó de «amoral», acaba de decir que las movilizaciones de hoy contra la corrupción se sitúan en el «desorden social en el que todo valga», y seguidamente ha atacado aún más al pueblo en protesta tan justa: «Es inaceptable que los políticos no puedan ejercer su tarea de representación y dirección con libertad y sin presiones». ¿El mismo que incumplía la legislación internacional y declaró una guerra basándose en mentiras, ocasionando más de un millón de muertos, el mismo que se saltaba su constitución, dicta ahora la norma de prohibir derechos como el de manifestación? Javier Couso, reportero y hermano de José Couso, es un gran conocedor de la trayectoria de Aznar y de la guerra de Irak; hablamos con él.
Javier, ¿cómo se puede calificar la puesta en marcha de la guerra de Irak? ¿quiénes son los responsables y cuál es el proceso hasta hoy que han seguido?
Javier Couso: Sin ninguna duda se puede calificar como un crimen a gran escala, el primero del siglo XXI, destinado al proyecto de reordenamiento de Oriente Medio soñado por los neocoms años antes y explicitado en el Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense (PNAC). Los responsables directos no fueron un trío, como la mayoría de los medios se empeña en repetir, sino un cuarteto donde hacía de anfitrión el miembro de la Comisión Europea, Durao Barroso en una escenificación de la orden de agresión a Irak dada por Bush, Aznar y su perrito faldero Aznar. El resultado ha sido la practica destrucción de un país de 27 millones de habitantes, la muerte de más de un millón de iraquís y la desestabilización de la zona, que hoy continúa por medio de las nuevas operaciones de cambio de régimen, como hemos visto en Libia y estamos viendo en Siria.
¿Ha habido desde entonces alguna posibilidad de que sean juzgados y se resarza la moral, la ética, los Derechos Humanos?
J.C.: Se intentó, pero las jurisdicciones nacionales han ido acotando la jurisdicción universal y el Tribunal Penal Internacional ha resultado ser una corte dedicada a juzgar a los perdedores, que curiosamente siempre son enemigos de las naciones occidentales que orbitan alrededor de EEUU. No hay proceso judicial abierto contra este cuarteto, pero sí causas individuales, que al menos, impiden la visita a ciertos países de alguno de estos criminales de guerra.
Cuando escuchamos o leemos las declaraciones de Aznar contra el pueblo que se manifiesta contra la corrupción como se manifestó contra la guerra que el declaró ¿estamos ante el mismo personaje? ¿por qué no ha desaparecido de la escena política con el grado de responsabilidad que tiene en el genocidio y destrucción de Iraq?
J.C.: Aznar representa a una cara del poder, los llamados neocoms o neoliberales, que no solo tienen representación a nivel político sino que arrastra seguidores a nivel mundial. En este país él lidera un sector del Partido Popular y está protegido por grupos de presión ultraliberales como el que regenta Murdoch. Por desgracia es un personaje político de primer nivel y lo seguirá siendo.
¿Cómo era tu hermano en relación con Aznar? ¿qué grado de responsabilidad tiene en el asesinato de tu hermano?
J.C.: Mi hermano trabajó bastantes veces en el seguimiento informativo a Moncloa cuando Aznar era presidente, incluso cubrió algún viaje del presidente al exterior. Pero no había ninguna relación personal, era solo la relación entre un reportero gráfico y un personaje a grabar. Dejando a parte la responsabilidad global por la invasión en el caso específico de José, Aznar es un claro encubridor del asesinato de un ciudadano español, pues nunca puso los medios, ni diplomáticos ni legales, para tutelar a un compatriota asesinado en extrañas circunstancias. Se comportó como un correveidile de sus amos estadounidenses repitiendo las mentiras justificativas e impidiendo que la Fiscalía ayudase al Juez Instructor.
¿Nos puedes recordar y analizar los cables que descubrió WikiLeaks?
J.C.: Los cables descubrieron las miserias, la traición y el servilismo de una Vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega; un Ministro de Justicia, López Aguilar; un Ministro de Exteriores, Moratinos; un Secretario de Estado, Bernardino León; un Fiscal General del Estado, Conde Pumpido; un Fiscal Jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza y varios magistrados, que en vez de realizar su función tuteladora acorde a la soberanía nacional y al respeto a las leyes nacionales y a los tratados internacionales firmados, se pusieron al servicio de una potencia extranjera para impedir que un juzgado pudiera investigar lo que le pasó a un periodista español. Es un escándalo, pues nos muestra que todos estos señores del régimen de bipartido (PPSOE), en asuntos de Estado, se comportan como un protectorado o un colonia estadounidense.
Con la información de que se dispone y la Historia ¿se puede perseguir todavía a los responsables de tanto asesinato?
J.C.: Sí, a día de hoy y gracias al tesón de abogados, familiares, amigos y compañeros, a las dos sentencias del Tribunal Supremo y a la instrucción que realiza el Magistado Santiago Pedraz, el caso sigue abierto encontrándose procesados el Sargento Gibson, el Capitán Wolford y el Teniente Coronel Philipp De Camps e imputados el Coronel David Perkins y el General Bufort Blount. Aún así, siguen las interferencias, pues Interpol se niega por primera vez en la historia a tramitar las ordenes de búsqueda y captura internacional que ha ordenado Pedraz, ordenes que en 2005 tramitó sin problemas. Otra vez la larga mano del Imperio.
10 años pidiendo justicia, como tu llevas, convocando manifestaciones, concentraciones, mitines, manteniendo viva la figura de tu hermano y la de todas las víctimas, ¿han abierto alguna perspectiva? ¿qué se ha ganado en este tiempo?
J.C.: El caso sigue abierto y al ser un caso de lesa humanidad no podrá ser prescrito. Es el único caso abierto contra militares estadounidenses por un crímen de guerra. Se ha conseguido reactivar su archivo por tres veces. Se ha realizado una inspección ocular en Bagdad. Se les ha procesado y puesto en búsqueda y captura internacional y pueden tener seguro que seguiremos con las investigaciones. A pesar de haber asesinado a José (y a dos de sus compañeros) él no ha muerto del todo, pues hoy es un símbolo por la libertad de información y contra los crímenes de guerra. Su recuerdo y la investigación judicial les perseguirá de por vida. Esa es una gran victoria.
El gobernante de la burbuja inmobiliaria es el mismo que declaró la guerra contra el pueblo irakí, y es el mismo que dice que el derecho que se ejerce de manifestación es el «desorden social» y que eso es «inaceptable» ¿qué mundo pretende para las clases trabajadoras del estado español?
J.C.: Está claro que busca un mundo imperial al servicio del poder financiero y de las grandes empresas, dirigido por los Estados Unidos de América.
¿Cómo puede resarcirse la memoria de José Couso y el pueblo español de semejante perspectiva en las actuales circunstancias políticas, económicas y sociales?
J.C.: La única manera será tener algún día autoridades que defiendan la Justicia como una nación soberana.
¿Quieres añadir algo más?
J.C.: Al igual que hoy muchas naciones de América Latina marcan el camino de una nueva independencia en el marco de la soberanía y la justicia social, nos toca en la vieja y podrida EEUUropa neoliberal poner todas nuestras energías en la creación de un frente diverso, plural y amplio que apoyado en la calle ponga en el escenario político un proyecto emancipador.
Muchas gracias por tus palabras y recibe toda nuestra solidaridad.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.