La repetición electoral llega a las puertas de una nueva crisis económica y con Cataluña el el epicentro de la campaña. Unas elecciones que no resolverán el bloqueo que vive el Estado español, sino que son una fuga hacia adelante para no afrontar políticamente la cuestión catalana. Un 10-N que reconfigurará el sistema de partidos […]
La repetición electoral llega a las puertas de una nueva crisis económica y con Cataluña el el epicentro de la campaña. Unas elecciones que no resolverán el bloqueo que vive el Estado español, sino que son una fuga hacia adelante para no afrontar políticamente la cuestión catalana.
Un 10-N que reconfigurará el sistema de partidos español y que será una oportunidad para medir las fuerzas del independentismo después de la sentencia del Procés en unas generales donde, por primera vez, la CUP se presentará. Forzar la repetición electoral fue un error del presidente en funciones -Pedro Sánchez- que, con su irresponsabilidad de no aceptar gobernar con UP y con su menosprecio a la mayoría de la moción de censura que lo hizo presidente, ha abierto la puerta al ascenso de la derecha y de la extrema derecha. En este sentido, la mayoría de encuestas -excepto el CIS previo a la sentencia- apuntan a un estancamiento o, incluso, a una bajada de los socialistas y, a un alza significativa del PP. El gobierno de Sánchez se ha sumado a la dialéctica incendiaria hacia Cataluña y fía su victoria a una exhumación del dictador Franco que más que un acto de reparación a las víctimas del franquismo ha sido un nuevo funeral de Estado.
Después de semanas de movilizaciones masivas -con disturbios incluidos y violencia policial- el Estado intenta convertir la cuestión catalana en un problema de orden público, una estrategia pensada para no resolver políticamente el conflicto y que se suma a la deriva conservadora de un gobierno que no entiende que una mayoría de la población catalana continuará dignamente levantada. En este sentido, el gobierno socialista alaba una represión judicial y policial calificada de vulneración de derechos civiles y políticos por el centro Irídia por la defensa de los derechos humanos, amenaza a Bélgica por sí tumba la euroorden contra Puigdemont -en un claro ejemplo de nulo respecto a la separación de poderes-, ataca la acción exterior de la Generalitat y niega el diálogo y la negociación. Cuando las propuestas, los argumentos y los hechos de los socialistas son una copia del programa conservador es lógico que la ciudadanía acabe votando al original. En este contexto, si el PSOE vuelve a ser la fuerza más votada y continúa manteniendo el veto a Unidas Podemos y a las fuerzas soberanistas del Estado, su giro a la derecha solo podrá significar la preparación del terreno para abrazar el apoyo del PP para la investidura o para la conformación de una gran coalición con la defensa de la unidad de España como bandera.
El 10-N llega con el gobierno español en funciones, con un gobierno catalán partido por la mitad, con los partidos políticos en campaña permanente y con las calles incendiadas contra la represión, defendiendo las libertades y reclamando ejercer la autodeterminación: una tormenta perfecta en un contexto de incertidumbre económica y política de la que dependerá la gobernabilidad.
Jesús Gellida, politólogo e investigador social
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