El Estado español continúa sobrepasando los límites de emisión de gases de efecto invernadero acordados en el Protocolo de Kioto. Más de un tercio de esta contaminación es producida por pocas industrias, especialmente del sector eléctrico, que sigue siendo el sector que más margen tiene para mejorar su eficiencia energética y continúa con instalaciones altamente […]
El Estado español continúa sobrepasando los límites de emisión de gases de efecto invernadero acordados en el Protocolo de Kioto. Más de un tercio de esta contaminación es producida por pocas industrias, especialmente del sector eléctrico, que sigue siendo el sector que más margen tiene para mejorar su eficiencia energética y continúa con instalaciones altamente contaminantes como las centrales de generación eléctrica que se alimentan de carbón. Mientras, el Gobierno se cruza de brazos y confía en que la profundización de la crisis le permita cumplir con Kioto.
Las emisiones de gases de invernadero en dióxido de carbono (CO2) equivalente en España han aumentado un 52,3% entre 1990 y 2007. No hay una relación mecánica entre el crecimiento económico y el aumento de las emisiones, como demuestra la experiencia internacional e, incluso, la española. En el caso de España, las altas tasas de crecimiento registradas responden a las políticas de promover el transporte privado, la especulación urbanística, el modelo de urbanismo disperso y el desarrollismo a ultranza. Es posible crecer y satisfacer las necesidades de la población con una disminución de las emisiones, como demuestran numerosas experiencias internacionales, y hoy es una necesidad para frenar el cambio climático, además de una obligación en el marco del Protocolo de Kioto y nuestros compromisos en el seno de la Unión Europea.
Los mayores aumentos se han producido en Andalucía, Canarias, País Valenciano, Murcia, La Rioja, Baleares, Extremadura, Navarra y Madrid. Las regiones donde menos han aumentado las emisiones son Asturias, Castilla y León, Galicia y Aragón, todas ellas con centrales termoeléctricas de carbón, por lo que puede afirmarse que el descenso se acentuará en 2008, a causa de la crisis económica y el mayor precio del CO2. Los mayores porcentajes respecto al total corresponden a Andalucía, Cataluña y Castilla y León.
Un hecho poco conocido es que sólo 120 instalaciones emitieron en 2007 el 36% de los gases de efecto invernadero en España, y 43 instalaciones, de mayor a menor emisión, emitieron el 26% de los gases de efecto invernadero (GEI) en 2007. Los diez campeones emitieron el 13,2% del total.
Las centrales termoeléctricas de carbón son responsables del 15,7% de las emisiones totales de España en 2007. Ese mismo año funcionaron muchas horas, en parte debido a que el precio de la tonelada de CO2 fue de apenas unos céntimos de euro, pero el panorama ha cambiado sustancialmente en 2008, debido tanto al mayor precio del CO2 como a la duplicación del precio del carbón importado, lo que beneficia fundamentalmente a las centrales eléctricas de ciclo combinado, de gas natural importado. El carbón recibe importantes ayudas públicas directas e indirectas, y apenas genera 8.000 empleos, más otros 2.500 en las centrales termoeléctricas, frente a los más de 200.000 empleos en el sector de las energías renovables.
El sector eléctrico es el más importante desde el punto de vista de las emisiones, y es también donde se pueden alcanzar mayores reducciones en la contaminación de la manera menos traumática, aligerando la presión sobre otros sectores industriales, por varias razones: la baja elasticidad precio/demanda de electricidad, la escasa repercusión de la competencia mundial, la variedad de productos sustitutivos y la posibilidad de repercutir el coste del CO2 al consumidor con menores efectos adversos, tras muchos años de reducción real del precio del kWh.
El sector eléctrico puede realizar grandes reducciones de las emisiones a un precio razonable, y existen alternativas claras y viables ya en el mercado, como la energía eólica en la actualidad y la solar termoeléctrica en unos pocos años, además de la cogeneración y el aumento de la eficiencia. La internalización de costes que supone la Directiva de Comercio de Emisiones ha hecho aflorar las ventajas competitivas de la eólica y otras energías renovables, que además tienen otras muchas sinergias, como mayor generación de empleo, reducción del déficit comercial y desarrollo tecnológico. El precio medio de la electricidad se ha reducido un 40% en términos constantes en la última década, lo que deja un margen para actuaciones encaminadas a reducir las emisiones, más si se tiene en cuenta que han desaparecido otras partidas, como las destinadas a la moratoria nuclear. Las centrales de carbón emiten por kWh entre 2,5 y 3 veces más CO2 que las centrales de ciclo combinado de gas natural. La emisión de la energía eólica es prácticamente nula. Una cuestión destacable es el estancamiento de la cogeneración, a causa de las medidas adoptadas en los últimos años.
Otros sectores contaminantes
Por su parte, las industrias ligadas a la construcción, como el cemento, las cales y ladrillos, son responsables de un porcentaje significativo de las emisiones contaminantes. El panorama ha cambiado sustancialmente en 2008 con la crisis inmobiliaria, que va a prolongarse varios años, y difícilmente regresará a las cifras de 2007.
El refino del petróleo es otro sector intensivo en emisiones. Los vehículos eléctricos, que empezarán a comercializarse a partir de 2010, pueden contribuir a la reducción de las emisiones ocasionadas por derivados del petróleo, como la gasolina y el gasóleo.
La contaminación tiene responsables claros, además del Gobierno, cuya única acción para cumplir el Protocolo de Kioto se reduce en la práctica a esperar que la crisis económica reduzca las emisiones, algo que ya sucedió en el pasado.
José Santamarta es director de la revista ‘World Watch