Sí, sólo 17 días son los que han transcurrido desde el anuncio del ex Rey (hoy ya Rey honorífico y perpetuo) Juan Carlos sobre su abdicación, y la proclamación del ya nuevo Rey Felipe VI, así como de la implícita Reina Letizia, y de la nueva Princesa de Asturias. En efecto, sólo 17 días, y […]
Sí, sólo 17 días son los que han transcurrido desde el anuncio del ex Rey (hoy ya Rey honorífico y perpetuo) Juan Carlos sobre su abdicación, y la proclamación del ya nuevo Rey Felipe VI, así como de la implícita Reina Letizia, y de la nueva Princesa de Asturias. En efecto, sólo 17 días, y porque no lo han podido hacer más rápido. En primer lugar, el refrendo en el Congreso de la Ley de Abdicación, después los preparativos a marchas forzadas para la ceremonia de proclamación, con todo el esplendor, la pompa y el boato, así como la habilitación de todos los posibles mecanismos legales, a toda prisa, para continuar blindando la figura del ex Rey Juan Carlos. ¡Cuánto les cuesta dar la voz al pueblo a esos que se llenan la boca con la palabra «democracia»!
Sólo 17 días. Seguramente lo hubieran querido hacer más rápido, pero lo han hecho todo lo rápido que ha sido posible. Claro, les iba mucho en este proceso. Les iba el continuar blindando la Monarquía «parlamentaria» durante otros 40 años más, les iba el continuar con el protagonismo de este sistema corrupto y bipartidista, que ampara a una añeja y trasnochada Monarquía aliada con los poderes fácticos, es decir, con los poderosos, con el mundo empresarial y con los políticos serviles que les representan. Y de ahí la prisa, bajo un escenario de mayoría absoluta del PP (nunca mejor escenario que este para garantizar el éxito del proceso), donde con toda seguridad los pasos a recorrer para asegurar la sucesión al trono se iban a dar. En sólo 17 días.
Y a partir de aquí, todo continuará igual, hasta que una mayoría social, hastiada del despotismo de esos que han apoyado con tanto ahínco la rápida sucesión borbónica, decida convertirse en contrapoder hegemónico y enfrentarse a estos poderes que hoy en día nos gobiernan. Sólo entonces podremos garantizar, bajo el contexto del nuevo Proceso Constituyente, que su flamante Majestad Felipe VI y toda su corte celestial abandonan nuestro país, porque nuestro país no es un país de súbditos. Aún tendremos que hacer mucha pedagogía, y ganar varias citas electorales, para poder enfrentar la opción republicana y democrática a la opción anacrónica, despótica y antidemocrática de la Corona, y para pasar de ser un país de súbditos, sin derechos fundamentales garantizados, a ser un país de ciudadanos soberanos, a ser un verdadero pueblo, que controla y decide su futuro democráticamente, donde no valen Reyes ni títulos hereditarios, y donde sólo el sufragio popular decide quién ostenta la Jefatura del Estado.
Mientras tanto, nos tocará seguir soportanto este régimen continuista de la dictadura franquista, donde los poderosos gozan de total y absoluta impunidad para imponer sus políticas y ejecutar sus tropelías, mientras los ciudadanos de a pie son hostigados por la justicia si osan enfrentarse en manifestaciones populares en contra de este decrépito régimen, de este agonizante e injusto régimen (aunque tengamos a un joven y flamante Rey, muy preparado y comprometido), desahogando su rabia mediante proclamas revolucionarias que el régimen no puede tolerar. El nuevo Rey es inviolable y el Rey honorífico también lo será, pues seguramente ostentará un aforamiento pensado especialmente para él, creado ex profeso para él, acordado por las fuerzas bipartidistas en alguna reunión de algún despacho oficial.
La voluntad popular ha vuelto a ser ignorada, la palabra del pueblo ha vuelto a ser secuestrada, porque en sólo 17 días de este mes de junio de 2014 hemos pasado de Rey muerto a Rey puesto, que reza el refrán. En este caso no tenemos un Rey muerto, porque sigue vivito y coleando, en un régimen que continúa garantizándole la total inmunidad, para que nunca tenga que ser molestado ni tenga que rendir cuentas a los plebeyos que pretendan pedírselas. En sólo 17 días lo han vuelto a dejar todo atado y bien atado, para que sigan gobernando los mismos, los mismos que nos han traído a esta crisis, los mismos que rescatan bancos, mientras hunden en la miseria y en la pobreza a millones de ciudadanos, de niños y de ancianos, de trabajadores y de parados, de jóvenes y de mujeres.
Sí, porque los mismos que se han cargado la educación, la sanidad, la ciencia y la cultura, los derechos sociales y laborales, son también esos mismos que acordaron modificar la Constitución a golpe de nocturnidad (entonces sólo les bastó 2 días) en pleno agosto de 2011, para que otros aún más poderosos tuvieran garantizado el pago de nuestra deuda. En sólo 17 días hemos vuelto a tener nuevo Rey, un aliado más joven, al igual que su padre, de las grandes empresas del IBEX-35, de esos sátrapas empresarios que están hundiendo al país, de esos sádicos banqueros que deshaucian a la gente de sus casas, y de otras Monarquías de países extranjeros, que no se destacan precisamente por ser los países más democráticos. Parece que traer la Tercera República nos costará algo más que 17 días.
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