En recuerdo de todas las víctimas (agosto 2017, Barcelona) y de sus familiares. Para Gauri Lankesh (asesinada), para Antonio Gil (combatiente obrero), para María Teresa Castells (luchadora antifascista). In memoriam. Para Núria Montané, enfermera jubilada, ciudadana francesa, hija de exiliados catalanes. Por su resistencia, por su dignidad, por sus palabras. Las brigadas de choque […]
En recuerdo de todas las víctimas (agosto 2017, Barcelona) y de sus familiares.
Para Gauri Lankesh (asesinada), para Antonio Gil (combatiente obrero), para María Teresa Castells (luchadora antifascista). In memoriam.
Para Núria Montané, enfermera jubilada, ciudadana francesa, hija de exiliados catalanes. Por su resistencia, por su dignidad, por sus palabras.
Las brigadas de choque del independentismo han intentado despellejarle [a Joan Coscubiela] en las redes sociales. Gabriel Rufián le ha llamado esquirol. En Catalunya Ràdio, emisora pública pagada por todos, Mònica Terribas le amonestó en directo. Puso en pie a los diputados de la oposición. Nunca se había visto al PP, a Ciudadanos y al PSC aplaudir al unísono la intervención de un ex secretario general de CC.OO [de Cataluña], de antigua filiación comunista [PSUC]. Los fraticelli de la CUP se reían y señalaban con el dedo el aplauso de los unionistas. Coscubiela plantó cara: «No quiero que mi hijo viva en un país donde la mayoría pueda tapar los derechos de los que no piensan como ella». Mucha gente ha escuchado con atención sus palabras. Mucha gente sin pancarta y sin tribuna está de acuerdo con él. Los comunes -aún a medio construir- se están convirtiendo en el único partido transversal que queda en Catalunya. El 21% de sus electores está a favor de la independencia y el resto quiere más autonomía. ¿Resistirán? No les será fácil. Van a por ellos.
Enric Juliana (2017)
Ello es aún más evidente en las posiciones de sus [de Ada Colau] manos derecha e izquierda ideológicas, Jaume Asens, partidario de la independencia y Gerardo Pisarello quien se posicionó por sí crítico en la citada consulta con el argumento de castigar el centralismo y las políticas reaccionarias del PP. Una tesis errática pues el combate contra la derecha española no se resuelve con la separación de Catalunya de España, que debilitaría aún más a la ya de por sí atomizada y desestructurada clase trabajadora catalana, segregándola del resto de España, sino buscando una alianza con las fuerzas progresistas y transformadoras del conjunto del Estado. Tanto más, cuando el proyecto independentista está reforzando al nacionalismo español conservador y al PP como su representante orgánico. Además, los dirigentes de los Comunes no han sabido o querido interpretar correctamente los resultados de las comicios, denominados plebiscitarios, del 27-S donde Ciutadans obtuvo amplias mayorías en los barrios obreros del país, mostrando el rechazo de estos sectores sociales a la secesión. Los mismos que unos meses después les otorgaron la condición de primera fuerza política en las elecciones generales cuando el debate no estuvo centrado en el eje nacional. De este modo, los Comunes están dilapidando gran parte de su capital político y resulta altamente probable que muchos sus electores vuelvan al regazo del PSC.
Antonio Santamaría (2017)
Recuerden la estructura: primera parte, desarrollo del tema anunciado; segunda parte, pueden saltársela, complementos.
Por si se saltan también la primera, les cuento lo esencial: mitin federalista el próximo jueves en Barcelona, a las 18 horas, en las Cocheras de Sants, al lado del metro de las línea 1 y 5 (parada Sants). Si pueden, hagan un esfuerzo, vengan. Tenemos que ser muchos, muchos más de los que ellos desearían.
Primera parte
Una adivinanza (respuesta en la próxima sabatina), por si quieren jugar un poco. ¿Quién es el autor de estas dos reflexiones? 1. «Cuando los catalanes nos hemos podido dedicar a la política de nuestro país, a menudo lo hemos hecho con estrechez de miras, dando la impresión de no saber superar unos horizontes limitados». 2. «A lo largo de mi vida he podido observar a menudo que muchos catalanes no saben ni ganar ni perder. Cuando ganan, se vuelven ávidos como lobos hambrientos. Cuando pierden, echan la culpa a los demás y se retiran a cultivar la flor amarga del resentimiento» .
Siete consideraciones políticamente no correctas. Disculpas por adelantado .
La primera. Puigdemont, ¡el presidente de la Generalitat de Catalunya!, empezó la campaña por el SI el pasado jueves citando unas palabras de Jordi Pujol, del molt ex honorable. ¿Se imaginan a un dirigente de Unidos Podemos, del PSOE, del PP o de Ciudadanos citando una reflexión de Bárcenas, de Rato o de Ignacio González? ¿Imposible? ¿Un escándalo? Luego entonces… ¿No es un menosprecio evidente a la ciudadanía de Cataluña? ¿Jordi Pujol, el gran manipulador y defraudador, el jefe del clan familiar Pujol-Ferrusola, sigue siendo un referente del nacionalismo-secesionista catalán?
La segunda. El 9N el movimiento secesionista demostró su fuerza y sus límites. El 27S perdió su apuesta. No lo han reconocido. Con el apoyo de la izquierda radical-patriótica, el gobierno de Junts pel Sí i el 3% ha hecho una campaña permanente, apoyando a organizaciones afines como la ANC o el Òmnium cultural, para generar más cultura y hegemonía nacionalista-secesionista. Llegaron a decir que en 18 meses Cataluña sería un estado independiente. Hablaron de desconexión unilateral. Ahora han planificado el 1-O. Objetivo: liarla todo lo posible y «demostrar» que España es un país de brutos y fascistoides.
La tercera consideración. Ada Colau, entrevistada por TV3 en el informativo del jueves noche, fue preguntada sobre el 1-O. «¿Votará el día 1-O? Participaré el 1-O». ¿Alguna sorpresa? Ninguna. Es la misma política profesional, no activista, que el 9-N, lo confesó ella misma, votó SI-SI, a favor, por tanto, de la creación de un Estado catalán independiente. La razón que esgrimió: porque estaba en contra o hasta las narices del gobierno Rajoy. ¿Alguna relación entre esto último y lo anterior? Ninguna que se sepa. ¿No están ustedes hasta el moño del gobierno Rajoy? ¿Son ustedes secesionistas? Mientras tanto, además, sus dos hombres fuertes en el Ayuntamiento, GP y JA, han dicho que votarían un Sí crítico y un Sí sin crítica en el referéndum. Por otra parte, según parece, el consistorio barcelonés y Puigdemont han llegado a un acuerdo sobre los locales disponibles para el 1-O. ¿Les votamos para eso? ¿Les votaron ustedes para hacer la misma política, la política que interesa a Junts pel 3%? Seguramente no pero, digan lo que digan, hacen lo que hacen y sin tener en cuenta además la opinión mayoritariamente federalista de su propia formación. Les importa un higo, medio mas bien. Eso sí, luego hablan de política participativa, de nueva forma de hacer política, de democracia real, de vamos a hacer las cosas de un modo muy distinto y lo que ustedes quieran oír. Los jalean nuestros oídos. Una vergüenza, otra estafa política mayúscula. Y van… Añado, además, para completar el panorama, que la llamada «izquierda transformadora» del resto de España, la que se dice y proclama federalista, es aliada o tiene como principal interlocutor en .Cat a la «Cataluña de los comunes», de la que Colau es dirigente «esencial» o algo parecido. Duele, duele mucho, pero es mejor. Las máscaras van cayendo, una tras otra. Ya no engañan a nadie. Nada que esperar. Nada, no esperen nada, no esperen en vano. Bla-bla-bla y luego concepción del mundo soberanista-nacionalista-identitaria.
La cuarta. Los del PP son muy malos, muy corruptos y muy de derechas (y lo que quieran añadir) y el gobierno Rajoy no pasará a la historia de los gobiernos que lucharon por la justicia y la equidad. Sin duda, de acuerdo. Pero, admitido lo anterior, alguien que tocara realidad, aunque fuera desde coordenadas identitarias-muy-identitarias, ¿podía pensar en una reacción distinta? ¿Peor tal vez? ¿Menos cuidadosa, menos prudente? Vale, de acuerdo. ¿Por qué entonces las quejas? ¿No se trataba, desde el punto de vista secesionista, de liarla, liarla y liarla más e ir al choque frontal? ¿No era eso, no es eso?
La quinta. No he sido nunca trotskista pero tampoco, en absoluto, antitrotskista. Tengo amigos (Pepe Gutiérrez es un ejemplo) que militaron y militan en organizaciones que se identifican con esta tradición en sus diversas (y, ciertamente, muy numerosas) variantes. Mi admiración es manifiesta. Pero, más allá de eso, ¿es posible pensar en unas prácticas y reflexiones sobre el tema-monotema peor que las que están realizando los grupos de esta orientación política? Empezando por los Anticapalistas podemistas y finalizando por los de PORE o POR. Por mucho que lo intento no logro entenderlo. ¿No eran ellos, los trotskistas, quienes estaban por el frente de trabajadores, por la unidad y autonomía de clase, por la lejanía y oposición a los pactos con sectores burgueses? Luego entonces: ¿a qué viene apoyar esas alianzas con el PDCat y con ERC, o incluso con el sector patriótico y nada o poco de izquierdas de la CUP? ¿A qué viene apoyar que se levante un muro entre trabajadores hermanados de aquí y de allí?
La sexta. ¿Por qué la izquierda del resto de España no apoya a la izquierda no nacionalista y federalista de Cataluña que existe, que está aquí, que hace lo que puede entre grandes dificultades y en soledad absoluta? ¿A qué viene hablar, en lenguaje (y concepto) secesionista, de la soberanía de Cataluña y de las relaciones entre Cataluña y España? ¿Qué se les cuenta a los intelectuales de «gran nombre» para que apoyen el acto antidemocrático del 1-O? ¿Apoyarían una acción similar de la Liga del Norte? ¿Qué se le está explicando, por ejemplo, a Nicolás Maduro? ¿No es evidente la cosmovisión nacionalista insolidaria, nada de izquierdas, del movimiento separatista catalán? De hecho, no lo ocultan. ¿Cuántas banderas sobre la Unidad Popular y Chile, por ejemplo, ondearon el pasado 11S? ¿Cuántas banderas de separación y secesión si Aragón, pongamos por caso, fuera California? Ni una, se lo aseguro.
La séptima y última. «La diputada de la CUP Anna Gabriel apela en Valencia a una «movilización permanente» en la pugna con el Estado. «En Cataluña vivimos un estado de excepción encubierto» (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=231517). ¿Cómo alguien que sabe lo que realmente es un estado de excepción, si es el caso, puede hablar en estos términos? Yo he vivido estados de excepción; seguramente algunos ustedes también. Anna Gabriel no, por supuesto, por edad. Pero eso no importa. Lo que importa es la estafa política, la inmensa y falsaria estafa política que significa expresarse en esos términos. Engañan cuando hablan y se creen, tal vez, sus propias mentiras. Nadie que viva en Cataluña, y no esté cegado por un nacionalismo insolidario, puede hacer caso de esas afirmaciones. Por lo demás, y como es obvio, son ellos mismos, los de la CUP, los que quisieran, los que desean, los que sueñan que vivamos en un Estado de excepción. ¿Para qué? Ya lo saben. Para liarla y sostener que España -no el gobierno, ni el Estado- es un país de fascistas incorregibles. ¡Que haya gente de izquierdas que se reconozca en ese colectivo y en esas reflexiones sobre estados de excepción me resulta absolutamente incomprensible! ¡Dónde hemos llegado! ¡Cómo ha sido posible que la cosmovisión nacionalista haya penetrado tanto en nuestras mentes y sentimientos! Cuando se habla de construcción social este es un buen ejemplo. Quina cara! Quin rostre que tenen!
Paso página. De lo sucedido la semana pasada en el Parlamento catalán conviene no olvidar y conviene recordar lo siguiente. En palabras (de una entrevista) de Miquel Iceta (sí, se le puede citar, no pasa nada):
Es muy posible que haya ciudadanos que se hayan perdido en este debate pero yo espero que haya calado que se han pisoteado los derechos de la oposición. El pleno se alargó porque la mayoría independentista introdujo dos leyes, que ellos mismos definen como las más importantes de los últimos tres siglos, y que implican la liquidación del Estatut y la Constitución. Y lo hicieron negando el acceso a los informes de los letrados y negando la posibilidad de solicitar un informe al Consell de Garanties Estatutàries (CGE). Por lo tanto, no es que hubiera filibusterismo, que es alargar un debate innecesariamente. Lo que hubo es un intento de defender nuestros derechos.
Más aún, prosigue Iceta:
Todo el mundo considera que la máxima autoridad que existe para decir si un referéndum es democrático es la Comisión de Venecia, del Consejo de Europa. La primera condición que pone la Comisión es que para que un referéndum sea legal se ha de producir de acuerdo con la Constitución del país en el que se celebra o de acuerdo con una ley que a su vez esté de acuerdo con esa Constitución…. Luego habría una discusión política que a mí me interesa más. ¿Para qué sirve ahora un referéndum? ¿Para resolver un empate? Yo creo que en un tema como la independencia no es el mejor remedio. Puede ser el último remedio pero no la primera solución. Habría que intentar acordar una solución que tal vez no satisfaga a todos pero que pueda ser razonable para una mayoría bastante más amplia que el 50 por ciento más uno.
Las citas iniciales se explican por sí mismas. Ciertamente los autodenominados Comunes son un nudo importante en la actual situación. Vale la pena que lean, están escritas desde el interior del grupo, unas reflexiones de José Luis Atienza, coordinador del grupo federal de ICV y promotor de un manifiesto a favor de no votar en el referéndum (El País-Cataluña, 12 de septiembre de 2017, p. 2). Las comento al final de la sabatina, en la segunda parte.
Dos observaciones más. La primera: «Vamos a perder todo lo que nuestros antepasados ganaron. Esta ley [la del gobierno Macron] está hecha por los patrones y para los patrones. Somos gente pequeña, pero no nos dejamos pisar». ¿No hacen suyas estas palabras? Yo sí. Las dijo Núria Montané, la enfermera jubilada de origen catalán-español de la dedicatoria, el pasado martes en la Bastilla. ¿No sienten algo por dentro? ¿No es un honor pertenecer a su misma tradición de lucha, dignidad y resistencia?
Hay otras palabras muy distintas. Las siguientes por ejemplo:
Jordi Ballart es alcalde de Terrassa. Es del PSC. Su ayuntamiento no colaborará el 1-O pero, según sus propias declaraciones, garantizará el normal funcionamiento de la ciudad respetando a quien quiera votar y a quien no quiera hacerlo. Pues bien, Ballart se expresaba del siguiente modo el martes pasado en Facebook: «Me han dicho que soy un vendido, un cobarde, un cagado y un traidor. Un sociata de mierda… Me han sugerido que me vaya de Terrassa, que no me volveré a despertar, que soy un mal catalán, un imbécil, un indigno, un trozo de mierda y un maricón asqueroso. Se han metido con mi condición sexual y han traspasado el límite metiéndose con mi pareja y mis padres».
¿Ven como se las gastan? ¿Todos? No, por supuesto que no. Algunos, sólo algunos que, en general, no son desautorizados. ¿A qué lo de la Cataluña de las sonrisas y el buen rollo iba en serio? Ya se pueden imaginar lo que se ha dicho de Joan Coscubiela en las redes después de su intervención.
Sigo, me acerco a las cocheras de Sants. con una carta antes de hablarles del acto del 21. De un buen amigo, de un profesor de la UAB, de un gran historiador, José Luis Martín Ramos. Es un viejo conocido de estas sabatinas. Su carta del viernes 8 de septiembre que hago pública con su permiso. No se pierdan detalle, vale la pena. El primer punto, sobre la complejidad de nuestra realidad nacional:
Estimado Salvador, discutíamos entre los compañeros [de Espai Marx] sobre nación e identidades nacionales, pero tengo la impresión de que esa no es la cuestión que se plantea hoy. Está, para mí, fuera de duda que España es una nación y que existe una identidad nacional española, y pienso lo mismo sobre Cataluña y la identidad catalana; el territorio en que vivimos es nacionalmente complejo, como lo eran otros territorios europeos antes de las guerra del siglo XX impusieran la destrucción de la complejidad y las limpiezas de población. También está fuera de duda que la organización política de la complejidad, su traducción en estado, no puede ser simple. Esta cuestión tiene un desarrollo extenso, y en ese desarrollo está la reivindicación del federalismo español, del que el catalán era parte sustancial y dirigente, que sus principales enemigos y en entre ellos el nacionalismo catalán pretende relegar al olvido y minimizar, como si nunca hubiera existido, como si no existiera hoy.
El segundo punto. Sobre el nacionalismo realmente existente y sus actuaciones más recientes:
Pero insisto la nación y la identidad no es lo que está en cuestión, sino el nacionalismo. Si yo quisiera ilustrar con las imágenes más recientes lo que es, o puede llegar a ser si prefieres, el nacionalismo cuando pretende usurpar la representación de toda la nación y menosprecia la complejidad de nuestra realidad, les pasaría el vídeo del Parlament de Cataluña de estos dos días, acompañadas de las cada vez más lamentables declaraciones de Puigdemont. La imagen del atropello de la representación minoritaria por el bloque parlamentario mayoritario, el desprecio de la mayoría del sufragio -que se expresó en las últimas elecciones [27S2015] del Parlament-, la reducción de la democracia a movilización y su reconversión en democracia comunitaria en perjuicio de la democracia política, que no puede dejar de considerar la ley, el derecho. No quisiera recordar las ocasiones en que el voto ha servido para destruir la democracia en nombre de la comunidad nacional. Todos los tenemos in mente.
El tercero: el nacionalismo como ideología, como concepción del mundo hegemónica, muy hegemónica en Cataluña, sobre sus finalidades políticas y sus falsas afirmaciones:
De lo que hemos de debatir es de nacionalismo. De cómo el nacionalismo se ha convertido en la posición hegemónica en Cataluña, hasta un nivel que nunca antes alcanzó, entre otras cosas por la presencia de discursos de clase sólidos y combativos procedentes de las clases trabajadoras, que por cierto invocaban el federalismo, político o económico o ambos a la vez. De cómo ese discurso de clase es débil, y sobre él el nacionalismo arroja todas las sobras que puede para que no renazca. Y desde luego, no olvido que el único nacionalismo no es el catalán, pero hoy y aquí el que está a la ofensiva, el que pretende tomar el poder para construir un estado sobre sus principios ideológicos es el catalán. No es cierto, como repiten con desprecio los nacionalistas catalanes, que al otro lado de la puerta no hay más que nacionalismo español y que el federalismo español no existe. El federalismo en España es una propuesta que gana adhesiones subjetivas y razones objetivas -porque sigue siendo la mejor solución para nuestra realidad nacional compleja- y si se sigue negando es porque se le teme cada vez más. En la cuestión nacionalista de hoy no cabe referirse a imágenes de dos demonios, ni adoptar posiciones supuestamente equidistantes. Cataluña puede quedar sumida en un nacionalismo, que aunque sea hegemónico está dividiendo gravemente a la sociedad catalana, mientras que en España la propuesta federal está más cerca que nunca de alcanzar la masa crítica de apoyo social y político y la razón de oportunidad para imponerse por fin, como quiso pero no pudo hacerlo en 1873 y como volvió a reactivarse en el programa del Frente Popular de 1936, pero no pudo prosperar por la sublevación fascista y su triunfo; esto último, por cierto, fue el mayor daño hecho a España como nación.
Las cursivas son mías. No hay nada de más, no tiene desperdicio en mi opinión la carta de Martín Ramos.
Llegamos al acto del 21.
Se anuncia así:, con la añorada claridad «Por la unidad y solidaridad de la clase trabajadora de España. No a la independencia, No a la secesión de Catalunya. No al 1-O, que carece de garantías democráticas. Por los intereses y reivindicaciones del mundo del trabajo.»
¡Sin ambigüedades, diciendo lo más básico, lo más elemental, recordando cosas esenciales sentidas por millones y millones de personas!
El texto del llamamiento. No hace falta estar de acuerdo con todas sus consideraciones; yo, por ejemplo, no coincido con su visión de la UE. Pero no es este el punto, es marginal.
En primer lugar, la perspectiva, el punto de vista, desde el mundo del trabajo.
Las personas firmantes de este manifiesto hacemos un llamamiento a la sociedad catalana desde el mundo del trabajo de Catalunya ante la situación a la que nos han llevado las políticas del Gobierno de España y del Govern de Catalunya, con políticas que se alimentan mutuamente y que han desplazado del eje del debate social los problemas fundamentales de las condiciones de trabajo y de vida, de las formas de desarrollo económico y social necesarias para garantizar el progreso presente y futuro.
Sobre los más que probables resultados de la independencia de Cataluña para las gentes trabajadoras, sobre el futuro español en convivencia:
La independencia de Catalunya debilitaría gravemente la cohesión y la fuerza de la clase trabajadora en un momento histórico decisivo, con los desafíos de fondo de cómo revertir y superar los impactos brutales de la crisis, de las reformas laborales, de la desigualdad social cada vez más aguda, de la hegemonía de un capitalismo improductivo y especulativo, de la amenaza estructural sobre el Estado de bienestar. Crearía una situación en Catalunya que podría comprometer la integración social actual, conseguida a lo largo de muchos años y de muchas luchas desarrolladas conjuntamente y podría crear graves problemas a la relación de Catalunya con el resto de España.
Comprometería también el desafío de culminar el proyecto histórico de Unión Europea con la Europa Social, Solidaria y Federal, de enfrentar los retos formidables de los procesos en curso de robotización y digitalización con garantías de éxito para el Trabajo y la Cohesión Social. Debilitaría la lucha necesaria para reconducir el debate y la acción sindical y sociopolítica al terreno de los problemas reales y apremiantes para millones de ciudadanos y ciudadanas especialmente golpeados por la crisis y por la gestión de la misma por los sectores políticos y sociales dominantes: el desempleo, la precariedad y los salarios de pobreza, la corrupción y la evasión fiscal, el deterioro de servicios y bienes sociales imprescindibles como la vivienda, la educación, la sanidad, la dependencia, la crisis alimentaria y energética… Sólo planteando la respuesta a esta problemática desde los intereses y reivindicaciones de la clase trabajadora podremos abordar adecuadamente el necesario proyecto de futuro español de convivencia.
En torno a los lazos de la clase trabajadora de Cataluña y la del resto de España, y los proyectos identitarios de división y sus resultados:
Este pronunciamiento lo hacemos profundamente convencidos de los estrechos lazos de clase trabajadora de Catalunya con la del conjunto de España, lazos que resultan tanto de la propia composición de la primera, con migraciones desde el conjunto del Estado, como de la historia común en la que, por remitirnos sólo al último siglo, hemos luchado juntos en defensa de la República frente al golpe fascista del 18 de julio de 1936, por las libertades contra la dictadura franquista, por la construcción de la democracia y la dignidad del trabajo en fábricas, talleres y oficinas, en la industria, los servicios y el campo.
La identidad de clase así construida frente a la política de la derecha española aliada con la derecha nacionalista catalana, nos posibilita y exige hacer frente a proyectos identitarios de división. Sabemos, además, porque lo hemos experimentado demasiadas veces, cómo la división nos debilita y preside nuestras derrotas de clase.
Para salir de la actual confusión y seguir avanzando:
Estamos convencidos de que es preciso salir de la actual confusión y encontrar un procedimiento con plenas garantías democráticas que supere el actual bloqueo y actualizar nuestro ordenamiento jurídico, acometiendo reformas estructurales, territoriales y de distribución de competencias que satisfagan las aspiraciones y deseos legítimos de la ciudadanía. Y también proseguir juntos las próximas batallas por un proyecto común de progreso de todos los ciudadanos españoles, integradas en la más global por una Europa y un mundo sostenibles. Es éste un escenario en el que la fragmentación de España sólo nos debilitaría.
Contra la tentación de la unilateralidad y sobre la importancia de la unidad; rechazo del 1 de octubre:
Consideramos a tal fin que es necesario un efectivo proceso democrático de participación, así como en la negociación de las consecuencias sociales, políticas y eventualmente legislativas de su resultado, evitando toda tentación de unilateralidad. Una negociación en la que consideramos necesario que se exprese de nuevo la unidad y solidaridad de la clase trabajadora del conjunto de España.
Sabemos que hay diversidad de ideas acerca de cómo intervenir en ese proceso democrático: unos, defendiendo la consulta; otros por otros medios, también constitucionales. En todo caso, ahora lo fundamental es la unidad en esa diversidad en torno a nuestra negativa común del rechazo de la independencia y del día 1 de Octubre.
Sobre la ubicación del eje social en el «puesto de mando», la importancia de las luchas cívicas:
Por todo ello nuestro pronunciamiento para desbloquear la crisis política provocada en Catalunya va acompañado de la convicción de que hay que volver a situar, en el eje de la acción social y política, propuestas de acción colectiva para acabar con políticas que amparan la corrupción en Catalunya y en toda España, para la profundización de los derechos civiles, para la dignidad del trabajo, y, en la inmediatez, para que la salida de la crisis sea verdad para toda la ciudadanía. Para avanzar en conquistas sociales y democráticas.
¿Muchas críticas, muchas pegas? No muchas me imagino.
Recuerden (recuérdalo tú y recuérdalo a otros): 21 de septiembre, 19 horas, Cotxeres de Sants, Barcelona. Allí nos vemos.
Segunda parte.
El texto de José Luis Atienza del que les hablé. Es una de las personas que intervendrá en el acto del próximo jueves.
La experiencia nos ha demostrado que en los espacios que son lugar de encuentro de independentistas y federalistas, señala Atienza de entrada con toda razón, «los federalistas siempre pagan un duro precio: callarse, pasar a la clandestinidad, ver censurado el término federal de los textos sustituido por otro, más neutro y descriptivo que ideológico: plurinacional».
Aunque en las asambleas, habla de Catalunya en comú, «el aliento federal gana a la épica independentista por 80 a 20», al día siguiente vuelve al armario, la metáfora es excelente, «para no acabar de salir nunca, como la ropa de entretiempo, porque siempre hace demasiado frío o demasiado calor».
Con claridad, sin ocultar consideraciones. «Uno puede leer decir legítimamente a Gerardo Pisarello que sí que votará y que lo hará con un sí crítico. Uno pudo leer hace dos meses las palabras proféticas de Elisenda Alamany: «Hi anirem» [Iremos]. Sin embargo, ninguna voz dirigente de los comunes ha pronunciado las palabras malditas: «yo no iré, estoy por la abstención crítica».
Ningún dirigente. No están por eso. Y eso que no les habla de Jaume Asens.
Uno asiste a las asambleas y el clamor de quienes hablan, señala Atienza, «es en contra de ir al 1 de octubre. Sin embargo, ninguna voz de los notables quiere, o se atreve, a representarla». Lo de «notables» no es exageración, se comportan como tales. El poder chupa mucho. Lo sabemos y ellos decían que lo sabían.
El silencio del federalismo en Catalunya en Comú, como antes en ICV, no se olvida Atienza de la etapa anterior, «es el silencio de los corderos».
El PSC, comenta Atienza, a pesar de los discursos impecables de Miquel Iceta, «a la hora de la verdad, la sombra de Susana Díaz es alargada, tampoco ha tenido hasta ahora una hoja de ruta clara y realizable de reencaje de Cataluña en las Españas, asumida por el PSOE». La culpa de donde se ha llegado, opina Atienza con toda la razón (quejosa) del mundo y sin olvidarse de ningún elemento, «es del PP, es del procesismo, pero también lo es en parte del silencio del federalismo».
El independentismo, explica, presenta una alternativa: «irreal, virtual y prácticamente imposible que ha llegado al final de la calle y a la que solo parece quedarle el camino de la insurrección civil». El independentismo, ciertamente, ha sido retórica y comunicación sin política, pero, este es uno de los problemas, «al lado ha tenido un federalismo político de alma viva pero sin padre ni madre ni perrito que le ladre, que le hace parecer más retórico e irrealizable que el independentismo».
El procés ha sabido adueñarse de la hegemonía cultural, prosigue Atienza, «y dominar lo políticamente correcto, sin desdeñar el mobbing dialéctico en las redes». Hoy que la política necesita sumar serenidad y arrojo, «la mirada federal, si todavía existe, de los dirigentes en Catalunya en Comú, está dominada por la timidez y el miedo. Un miedo místico que no físico pero que incapacita para sumar en política cerebro y corazón».
¿Miedo a qué? «Miedo a ser minoría, miedo a salirse de la norma, miedo a TV3, miedo a Catalunya Ràdio, miedo a descolgarnos más de un palmo del procés, miedo a mirar a los ojos de la gente que vive en los barrios populares, que ve más Tele5 que TV3 y vota hasta ahora EnComú Podem». Con ese miedo, recuerda Atienza, «rompió Joan Coscubiela y su grupo parlamentario, con las lamentables excepciones de las malas compañías. La suya fue una intervención histórica porque por primera vez en muchos años el aliento de raíz federalista respiró en el Parlament sin complejos, en la boca de alguien de la izquierda de siempre, que sabe hablar con corazón, sujeto, verbo y predicado».
Sin embargo, mientras unos se emocionaban ante la vieja dignidad de llamar a las cosas por su nombre, los dirigentes de Catalunya en Comú «arrugarían el ceño y fruncirían los labios porque a las veinticuatro horas aprobaban una consulta para decidir si se debía participar en la «movilización» del 1-O. Como si las 48 horas negras no hubieran existido, como si la intervención de Joan Coscubiela no se hubiera producido, o lo que es peor, como si la cosa no fuera con Catalunya en Comú».
La Constitución es un concepto tabú, sostiene Atienza con razón, «como si no fuera también nuestra, como el Estatut, como el federalismo, como la transición del 78». En su opinión, «en un año de democracia vigilada, de amenazas de golpes de Estado, con políticos franquistas, con el miedo en el cuerpo, este sí físico, con ruido de sables en los cuarteles, con atentados, con asesinatos de abogados laboralistas, se consiguió más que en seis años de manifestaciones multitudinarias y de esteladas en los balcones con el Govern a favor».
En estos seis años, concluye, «no se ha ampliado ni un centímetro el espacio del autogobierno». Por lo demás, «el 1-O no es una movilización, forma parte de un pack que lleva incorporado un referéndum sin garantías democráticas y la declaración de la independencia».
Se vote o no se vote el 1-O, esta es su tesis fuerte, «si CatComú aprueba legitimarlo con su voto, no estará a la cabeza de un proyecto plurinacional para cambiar las cosas, sino a la cola del procés para acabar de estropearlas». Sea como sea, con esta consideración cierra su artículo, «al alma y el cuerpo federal debe abandonar la clandestinidad. Que el Joan Coscubiela no sea la excepción, sino un ejemplo a seguir».
Que así sea, que no sea una excepción. Que el alma y el cuerpo federales abandonen la clandestinidad. ¡Ya es hora de pasearnos a cuerpo y decir que alumbramos algo nuevo!
Dos curiosidades finales. Miguel Candel tiene la palabra:
«En el Ateneu Barcelonès han tenido la brillante idea de montar este «revival». Decididamente, al nacionalismo catalán le mola la conmemoración de derrotas (espero, en consecuencia, que a partir del año próximo la Diada se celebre el primero de octubre). He aquí la parida del Ateneu:
«Divendres 15, 19 h, sala d’actes Oriol Bohigas. El primer ministre quebequès, Jacques Parizeau, havia preparat un discurs en cas de victòria del sí al referèndum d’autodeterminació, que es va celebrar el dia 30 d’octubre de 1995. Amb la participació més alta de la història del Quebec (93.52%), els partidaris del «NO» i, per tant, de seguir sota la sobirania canadenca, van guanyar per només 54.288 vots. La gravació del discurs del primer ministre va estar perduda i, per tant, inèdita. Ara, però, ha estat recuperada i es visionarà en aquest acte a l’Ateneu. El Discurs de la Victòria es projectarà en francès amb subtítols en català. Amb: Daniel Turp, diputat del Partit Québécois (2003-2008), i Lisette Lapointe, vídua de Jacques Parizeau i diputada del Partit Québécois (2007-2012). Presenta: Carles Llorens, vicepresident segon de l’Ateneu Barcelonès. (Acte en francès amb traducció simultània).
(«Viernes 15, 19 h, sala de actos Oriol Bohigas. El primer ministro quebequés, Jacques Parizeau, había preparado un discurso en caso de victoria del sí en el referéndum de autodeterminación que se celebró el 30 de octubre de 1995. Con la participación más alta de la historia del Quebec (93.52% ), los partidarios del «NO» y, por tanto, de seguir bajo la soberanía de Canadá, ganaron por nada más que 54.288 votos. La grabación del discurso del primer ministro estuvo perdida y es, por tanto, inédita. Ahora, sin embargo, ha estado restaurada y se verá en este acto del Ateneu. El «Discurso de la Victoria» se proyectará en francés con subtítulos en catalán. Con: Daniel Turp, diputado del Partido Québécois (2003-2008), y Lisette Lapointe, viuda de Jacques Parizeau y diputada del Partido Québécois (2007-2012). Presenta: Carles Llorens, vicepresidente segundo del Ateneu Barcelonés. (Acto en francés con traducción simultánea)).
Supongo que acabarán gritando: «Catalogne, Québec, même combat!» (el mismo combate).
La segunda curiosidad, también del profesor Candel:
«Chicos, acabo de votar (antes de botarlos). La pregunta era algo así como «Creus que Catalunya en Comú» ha de participar en la jornada de mobilització del’1 d’octubre? Las posibilidades, curiosamente, eran «Sí» o «No».
Curiosamente, digo, porque viniendo de quienes viene, me esperaba toda una gama de respuestas posibles como «Sí, però…», «No, però…», «Cal pensar-hi», «El que digui la gent», «Ara t’ho dic», «És clar que…», «Ni sí ni no sinó tot el contrari», «Entre tots ho farem tot», «Apa, som-hi», «Visca Catalunya sobirana!». També m’estranya que no hagi tingut més influència la gent de «Procés Constituent», perquè no he trobat com a possible resposta «Preguem, german(e)s»…
Miguel (al borde de un ataque de ¿nervios?; no, de vergüenza ajena)»
Recomendaciones. En esta semana del 150 aniversario:Alberto Garzón: «El Capital habla del capitalismo de hoy». http://blogs.publico.es/economia-para-pobres/2017/09/14/el-capital-habla-del-capitalismo-de-hoy/
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