Traducido del inglés para Rebelión por Carlos Riba García.
Monsanto inventó el herbicida llamado glifosato y en 1974, después de la prohibición del DDT, lo puso en el mercado con el nombre comercial de Roundup. Pero no fue hasta la segunda mitad de los noventa que se generalizó el uso de Roundup, gracias a la ingeniosa estrategia de ventas de Monsanto. ¿Cómo es la estrategia? Modificar genéticamente las semillas utilizadas en cultivos para que sean capaces de tolerar altas dosis de Roundup. Con la introducción de esas nuevas semillas producidas por la ingeniería genética, los productores agrarios pueden controlar las malas hierbas en sus plantaciones de maíz, soja, algodón, colza, remolacha azucarera y alfalfa, unos cultivos que corrían peligro si no se limpiaba de hierbajos por medio de Roundup.
Impaciente por vender cada vez más su herbicida insignia, Monsanto animan a los productores a que utilicen su producto también como disecante, para secar sus cultivos y así adelantar el momento de la cosecha. Es así que el Roundup es ahora fumigado regular y directamente en un conjunto de cultivos no modificados genéticamente, como trigo, cebada, avena, colza, guisantes, lentejas, soja, judías secas y caña de azúcar.
Entre 1996 y 2011, la generalización en Estados Unidos de los cultivos fumigados con Roundup Ready incrementó el empleo del herbicida en 230 millones de kilos, a pesar de que Monsanto aseguraba que el uso de sus semillas genéticamente modificadas redundaría en una reducción de los pesticidas y herbicidas necesarios.
Monsanto ha falsificado la información sobre la seguridad de Roundup y lo ha promocionado comercialmente en los departamentos municipales encargados de parques y los consumidores en general como un producto «amigo del medio ambiente» y «biodegradable», para alentar su uso en los arcenes de las carreteras, campos deportivos, campos de golf, patios de escuelas, prados y jardines de viviendas. Un tribunal francés dictaminó que esa campaña de promoción comercial había incurrido en «publicidad engañosa».
En los cerca de 20 años de intensificada exposición a este herbicida, los científicos han estado documentando las consecuencias en la salud derivadas del uso de Roundup y glifosato en lo que comemos, el agua que bebemos, el aire que respiramos y los lugares donde juegan nuestros hijos.
Además, comprobaron que las personas enfermas presentan una mayor tasa de glifosato en su organismo que las personas sanas. Identificaron también los siguientes problemas de salud, que ellos atribuyen a la exposición al Roundup y/o al glifosato:
Anancefalia (defecto congénito): Una investigación relacionad con los defectos del tubo neuronal entre bebés nacidos de mujeres que vivían dentro de la zona de 1.000 metros de los campos fumigados con pesticidas mostró que una asociación entre glifosato y anancefalia, ausencia de una porción importante de cerebro, cráneo y cuero cabelludo formados durante la etapa embrionaria.
Autismo: el glifosato tiene numerosos efectos biológicos conocidos que se alinean con patologías igualmente conocidas asociadas con el autismo. Una de esas asociaciones es el problema intestinal observado en niños autistas con la toxicidad del glifosato contra bacterias benéficas que destruyen las bacterias patogénicas, junto con la alta resistencia al glifosato de estas bacterias potogénicas. Además la capacidad del glifosato de favorecer la acumulación de aluminio en el cerebro puede hacer que esta sea la principal causa de autismo en EEUU.
Cáncer: controles puerta a puerta llevados a cabo con 65.000 personas residentes en comunidades de zonas de producción agrícola en las que se utiliza Roundup, conocidas allí como los «pueblos fumigados», hallaron una incidencia del cáncer cuatro veces más alta que la media nacional, con incrementos en cáncer de mama, de próstata y de pulmón. En una comparación realizada entre dos pueblos, uno de los cuales era fumigado con Roundup, el 31 por ciento de sus habitantes tenía un familiar con cáncer, mientras que en el pueblo sin el herbicida, apenas el 3 por ciento tenía un familiar con cáncer. Es probable que los altos índices de de cáncer entre personas expuestas a Roundup sean la consecuencia de la conocida capacidad del glifosato para provocar daños en el ADN, demostrada en numerosas pruebas de laboratorio.
Cáncer de cerebro: en un estudio de niños con cáncer cerebral comparados con niños sanos, los investigadores encontraron que si cualquiera de los progenitores había estado expuesto al Roundup durante los dos años anteriores al nacimiento del niño, las posibilidades de que este desarrollara cáncer se duplicaban.
Cáncer de mama: el glifosato induce el crecimiento celular del cáncer de mama vía receptores de estrógeno. El único estudio de larga duración -realizado con animales- de exposición al glifosato produjo ratas con tumores mamarios y reducido tiempo de vida.
Colitis: la toxicidad del glifosato contra la bacterias benéficas que inhiben la bacteria Clostridium, junto con la alta resistencia de Clostridium al glifosato, podría ser un importante factor en la predisposición al crecimiento exagerado de Clostridium. Se ha verificado que el crecimiento exagerado de Clostridium, específicamente C. difficile, es factor causal de la colitis.
Defectos congénitos: el Roundup y el glifosato pueden afectar a la señalización del recorrido de la vitamina A (ácido retinoico), algo crucial para el normal desarrollo del feto. Lo bebés nacidos de mujeres que viven dentro de la zona de 1.000 metros de los campos fumigados con glifosato eran más de dos veces más propensos a tener defectos de nacimiento, sgún un estudio realizado en Paraguay. Los defectos congénitos se multiplicaron por cuatro en la década siguiente a la llegada del Roundup Ready a la provincia de Chaco, Argentina, donde el glifosato se utiliza entre ocho a 10 veces más por hectárea que en el estudio realizado en Estados Unidos con una familia campesina de los altos niveles de empleo de glifosato y los defectos congénitos registrados, entre ellos ano ocluido, deficiencia de hormona del crecimiento, hipospadias (orificio urinario anormalmente situado), defecto cardiaco y micropene.
Depresión: el glifosato afecta a los procesos químicos que impactan en la producción de serotonina, un importante neurotransmisor que regula el humor, el apetito y el sueño. La reducción de serotonina ha sido asociada con la depresión.
Diabetes: un bajo nivel de tetosterona es un factor de riesgo de diabetes tipo 2. Ratas en libertad en el medio ambiente alimentadas con dosis relevantes de Roundup durante un periodo de 30 días desde el comienzo de la pubertad habían reducido la producción de tetosterona lo suficiente como para alterar la morfología celular de los testículos y retrasar la aparición de la madurez sexual.
Enfermedad cardiaca: el glifosato puede afectar a las enzimas corporales, provocando disfunción lisosómica, un factor importante en la enfermedad cardiovascular y el infarto de corazón.
Enfermedad celíaca e intolerancia al gluten: los peces expuestos al glifosato desarrollan problemas de digestión que recuerdan la enfermedad celíaca. Existe un paralelismo entre las caracteristicas de la enfermedad celíaca y los efectos conocidos del glifosato. Entre ellos, el desequilibrio bacteriano en el intestino, la afectación de las enzimas involucradas en la eliminación de la toxicidad de los venenos propios del medio ambiente, el deficiencia de minerales y la reducción de aminoácidos.
Enfermedad de Lou Gehrig (ALS): la deficiencia de sulfato en el cerebro ha sido asociada con la esclerosis amiotrópica lateral (ALS). El glifosato afecta a la transmisión de sulfato desde el intestino al hígado, y esto puede resultar en una grave deficiencia de sulfato en todos los tejidos, incluso los del cerebro.
Enfermedad hepática: dosis muy bajas de Roundup pueden afecta a la función celular del hígado humano, según un estudio de 2009 publicado en Toxicology.
Enfermedad inflamatoria del intestino grueso («Síndrome del intestino agujereado»): el glifosato puede inducir una deficiencia grave de triptófano. Lo que puede conducir a una enfermedad inflamatoria del intestino grueso de extrema gravedad que afecta intensamente la capacidad de absorción de nutrientes en los intestinos, debido a inflamación, sangrado y diarrea.
Enfermedad renal crónica: la generalización del uso de glifosato puede explicar el repentino aumento de la insuficiencia renal registrado últimamente entre los trabajadores de la agricultura en América Central, Sri Lanka e India. Los científicos han dicho: «Aunque el glifosato no es la única causa de la epidemia de enfermedad renal crónica, da la impresión de que ha adquirido la capacidad de destruir el tejido renal de miles de campesinos cuando se combina con [aguas duras] y metales nefrotóxicos».
Enfermedades respiratorias: controles puerta a puerta llevados a cabo con 65.000 personas residentes en comunidades de zonas de producción agrícola en las que se utiliza Roundup, conocidas allí como los «pueblos fumigados», hallaron una incidencia mayor que la media de enfermedades respiratorias.
Esclerosis múltiple: se ha comprobado un aumento de la incidencia de la enfermedad inflamatoria del intestino grueso asociado con el glifosato de Monsanto, posiblemente un factor causal. La hipótesis es que esta enfermedad inflamatoria inducida por el glifosato filtre bacterias en el sistema vascular, lo que dispararía una reacción inmune y, consecuentemente, un trastorno autoinmune con el resultado de la destrucción de la vaina de la médula.
Hipotiroidismo: controles puerta a puerta llevados a cabo con 65.000 personas residentes en comunidades de zonas de producción agrícola en las que se utiliza Roundup, conocidas allí como los «pueblos fumigados», hallaron alta incidencia mayor que la media de hipotiroidismo.
Linfoma no-Hodkin (LNH): una revisión sistemática y una serie de metaanálisis realizados durante cerca de 30 años investigación epidemiológica sobre la relación entre LNH y la exposición laboral a pesticidas agrícolas hallaron que las células B del linfoma estaban positivamente asociadas con el glifosato.
Mal de Alzheimer: en los experimentos de laboratorio, Roundup provoca el mismo tipo de agresión oxidativa y muerte de células neuronales observado en el mal de Alzheimer. Y afecta a una enzima llamada CaMKII, cuya falta de regulación también ha sido asociada con este mal.
Mal de Parkinson: el daño cerebral debido al uso de herbicidas ha sido reconocido como el principal factor ambiental asociado con los trastornos neurodegenerativos, entre ellos el mal de Parkinson. La aparición del Parkinson subsiguiente a la exposición al glifosato ha sido bien documentada, y los estudios de laboratorio muestran que el glifosato induce la muerte celular característica de esta enfermedad.
Obesidad: un experimento que implicaba el traslado de una cepa de bacterias productoras de endotoxinas desde el intestino de un ser humano obeso al intestino de ratones hizo que estos se convirtieran en obesos. Dado que el glifosato induce una modificación de la flora bacteriana del intestino par convertirla en productora de endotoxinas, esta puede ser la contribución del glifosato a la obesidad.
Problemas del embarazo (infertilidad, abortos espontáneos, partos de bebés muertos): el glifosato es un tóxico que afecta a las células de la placenta humana; esto explica, según científicos, los problemas de las trabajadoras del campo expuestas al herbicida.
Problemas reproductivos: estudios de laboratorio con animales encontraron que los machos de la rata expuestos a altas dosis de glifosato, tanto durante el período de desarrollo prenatal como en el puberal, sufren problemas reproductivos, entre ellos, retrazo de la madurez sexual, escasa producción de semen y reducción de la producción de tetosterona.
Trastornos de la atención (ADHD, por sus siglas en inglés): en las comunidades agrarias hay una fuerte correlación entre la exposición a Roudnup y los trastornos de la atención, probablemente debidos a la capacidad del glifosato de afectar las funciones de la hormona tiroidea.