Wert resucita para morir matando. Se ha empecinado en sacar adelante un decreto de ordenación de las enseñanzas universitarias y de doctorado, que supone una reforma universitaria que da la vuelta al modelo de carreras y titulaciones. Y todo ello a pesar de las opiniones contrarias de la comunidad universitaria, la Conferencia de Rectores (CRUE) […]
Wert resucita para morir matando. Se ha empecinado en sacar adelante un decreto de ordenación de las enseñanzas universitarias y de doctorado, que supone una reforma universitaria que da la vuelta al modelo de carreras y titulaciones. Y todo ello a pesar de las opiniones contrarias de la comunidad universitaria, la Conferencia de Rectores (CRUE) y el propio Consejo de Estado. Y lo han aprobado en la línea autoritaria de siempre del ministro: no ha habido ningún tipo de debate político ni de negociación. Algunos ya anunciábamos antes del verano que estaba en marcha un asalto a la universidad. Este decreto es un grave paso en esa estrategia.
El decreto recupera el formato de diplomatura-licenciatura con otro de grados de 3 años y másteres de 2. De esta forma parece que da por fracasado el actual 4+1 aplicado con el Plan Bolonia sin ninguna evaluación de cómo ha funcionado. La cuestión de fondo es que se pretende seguir privatizando por esta vía la universidad, elevando aún más las tasas de lo que ya se hicieron con el máster de un año. Los datos de los recortes que ha sufrido la universidad son tremendos: 1.523 millones de euros menos en cuatro años a las universidades; el gasto medio por alumno ha bajado un 25,2%; las tasas han subido hasta tres y cuatro veces más de lo que costaba en 2007, según el Observatorio del Sistema Universitario.
Las consecuencias del este «decretazo» son varias. Por una parte se busca incrementar los beneficios de la banca (con la petición de créditos de muchos estudiantes y el endeudamiento de sus familias) y de las universidades privadas que se están especializando en el negocio de los postgrados. Por otro, se devalúan los grados de tres años, que serían más elementales y generalistas, lo que no permite alcanzar la cualificación necesaria en muchas carreras para poder ejercer, obligándose a realizar el master sí o sí, para tener el reconocimiento y la preparación suficiente. En la medida en que se doblan los años de máster, el precio se duplicará, alcanzando a cifras entre 5.400 y 14.000 euros. Como no se financiaría de forma pública todo el proceso, como en parte antes se hacía con los cinco años de licenciatura, las familias se verían obligadas a pagar los nuevos y altos costes.
Como bien dice Izquierda Unida, el decreto supondrá una elitización de la universidad, por los costes inasumibles para la inmensa mayoría de las familias y tendrá como consecuencia la eliminación de carreras, la devaluación del título de grado y el despido de profesorado universitario. En la situación actual de crisis y de recortes de becas, significaría la limitación del acceso a la educación superior de muchas personas. Hay que recordar que actualmente han sido expulsados 45.000 estudiantes de la universidad por el aumento de tasas y la reducción de becas y que actualmente solo el 7% de los estudiantes realiza un máster. Al rebajarse en un año el grado, se provocarán despidos masivos de profesores. Además el decreto es una chapuza porque no permite homogeneizar las carreras en todo el Estado, pudiendo darse la circunstancia de que un mismo título tenga duraciones diferentes según la universidad. Todo un caos.
Ante el disparate que supone el decreto, los sindicatos CCOO, UGT, CSIF y CIG lo han rechazado y ya se ha empezado a discutir en la Marea Verde de Madrid y en las organizaciones estudiantiles la realización de movilizaciones. Probablemente en los próximos meses van a estar animadas las aulas y las calles. Algo necesario para intentar parar esta reforma, la LOMCE y el resto de recortes. En todo caso, para comprometer a la nueva mayoría política que salga de los procesos electorales de este año de la derogación de toda esta legislación apresurada, malintencionada y dañina para la educación. Y, por supuesto, para ir tejiendo complicidades que permitan saber qué hacer con la universidad para que cumpla su papel científico, universal, crítico y autónomo, siempre al servicio de la sociedad y no de los intereses económicos de una minoría.
Dice Wert que con este decreto nos homologa con otros países europeos. Lo que no dice es que en Francia hay una tasa fija de 183 euros, en Alemania de 300, en los países nórdicos, Austria y Escocia es gratis, y en el resto es mucho más barato que aquí porque se intenta asegurar la igualdad de oportunidades. Por no hablar de otros apoyos que reciben los estudiantes como subsidios, ayudas, becas-salario, ventajas fiscales, etc.
El problema está en que en España los másteres son muy caros y en Europa son gratuitos -o casi- y que de esta manera se impide el acceso a la universidad a muchos estudiantes. Para asegurar la equidad en el acceso a la universidad debería volverse a las antiguas tasas de las licenciaturas para los nuevos másteres. De lo contrario se estaría saliendo con la suya aquel sujeto de la oligarquía española decía de que «a la universidad llega cualquiera». Y, claro, esto no podía ser porque se rompía el monopolio de las élites de siempre. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Antes expulsamos de una universidad para ricos a los estudiantes con menos recursos por muy brillantes que sean o endeudamos a sus familias. En fin, pura barbarie clasista y antidemocrática.
Fuente: http://www.cuartopoder.es/laespumaylamarea/2015/02/01/32-la-elitizacion-de-la-universidad/837