Volvemos a celebrar el 8 de marzo. Más allá de los mitos alrededor de su origen, la conmemoración del Día internacional de la mujer trabajadora nos vuelve a recordar la urgencia y la necesidad de la lucha de las mujeres. Tal y como nos dice el manifiesto de este año «Cada año, cada momento histórico, […]
Volvemos a celebrar el 8 de marzo. Más allá de los mitos alrededor de su origen, la conmemoración del Día internacional de la mujer trabajadora nos vuelve a recordar la urgencia y la necesidad de la lucha de las mujeres. Tal y como nos dice el manifiesto de este año «Cada año, cada momento histórico, tiene su concreción con respecto a las necesidades y a las reivindicaciones de las mujeres…»
Últimamente la atención se ha centrado en la denuncia de la violencia patriarcal, en el hogar, en la calle o en las situaciones de guerra. Pero antes de que hablaran los medios, antes de que los gobiernos hicieran su prioridad, han habido muchos años de reivindicación feminista incansable, de gritar que la violencia arraiga en la desigualdad y que esta se encuentra en la misma estructura de la sociedad, en el corazón de las relaciones entre hombres y mujeres.
En otros momentos han sido otras luchas concretas, parte siempre de una más general que tiene que ver con la emancipación de los seres humanos, con la transformación de las relaciones sociales jerárquicas y de dominación. Cierto que el 8 de marzo hoy, es celebrado también por los mismos y mismas que participan de la opresión de las mujeres en otros espacios; que en muchas instancias ha sido despojado de su dimensión reivindicativa y radical para acabar convertido en mera declaración institucional; que como manifestación pública del movimiento de las mujeres no transmite la energía que se esconde detrás.
Aún así, hace falta celebrar el 8 de marzo como denuncia de las desigualdades realmente existentes en una sociedad que se presume igualitaria comparada con otras supuestamente bárbaras; hace falta celebrarlo como reivindicación de la necesidad hoy de la lucha de las mujeres en cualquier parte del mundo; hace falta celebrarlo para recuperar el potencial de las mujeres como sujeto colectivo y para evidenciar el papel de las mujeres, de cada mujer, en el mundo en un momento de transformación del movimiento feminista.
* Artículo publicado en catalán en el Nº 13 (marzo 2005) de la revista Revolta Global. Traducido al castellano por la redacción de Corriente[a]lterna.