Los resultados de las elecciones mantienen el bloqueo, favorecen el ascenso ultra y ningún bloque suma una mayoría donde el independentismo vuelve a ser decisivo. El PSOE de Pedro Sánchez reedita una victoria agridulce en una repetición electoral donde el presidente en funciones ha sido su máximo responsable. Empujado por las encuestas Sánchez no ha […]
Los resultados de las elecciones mantienen el bloqueo, favorecen el ascenso ultra y ningún bloque suma una mayoría donde el independentismo vuelve a ser decisivo.
El PSOE de Pedro Sánchez reedita una victoria agridulce en una repetición electoral donde el presidente en funciones ha sido su máximo responsable. Empujado por las encuestas Sánchez no ha conseguido capitalizar el 10N, se queda con 120 escaños, y pierde opciones de pacto con la derrota de Ciudadanos. Todo y la retórica alrededor de un gobierno progresista Sánchez busca gobernar en minoría. Para hacerlo, ahora lo tiene más complicado, desde UP Pablo Iglesias le reclama un gobierno de coalición -el cual tendría que tener el apoyo de los independentistas- y, desde la derecha, Sánchez no tendría bastante con la abstención del PP.
El líder del PP , Pablo Casado, con 88 escaños se queda a media remontada, se ve amenazado por Vox y no cierra ninguna puerta a la espera de lo que haga Sánchez todo y, matizando, que sus programas son incompatibles. En este sentido, veremos si Casado es capaz de aguantar las presiones de la establishment para que facilite un gobierno o, incluso, forme parte. La línea dura hacia la Cataluña soberanista puede ser la excusa perfecta para los dos grandes partidos del régimen del 78.
La irresponsabilidad del 10N ha facilitado que Vox se sitúe como tercera fuerza con 52 escaños y 3’6 millones de votos, convirtiéndose en uno de los partidos de extrema derecha más fuertes de Europa. Un preocupante ascenso en el conjunto del Estado y, particularmente, en Murcia, País Valenciano y las Islas Baleares, superando en muchas provincias al PP. El huevo de la serpiente ha hecho eclosión como consecuencia de la no resolución política de la cuestión catalana, de la gestión neoliberal de la crisis, de la deriva de la izquierda -muchas veces demasiado alejada de los barrios obreros- y de su blanqueo por parte de PP y Ciudadanos en comunidades como Madrid o Andalucía. El «a por ellos» significa poner en el punto de mira a independentistas, inmigrantes, feministas, colectivos LGTBI, a la izquierda, periodistas y a todo el mundo que no piense como ellos. Ante la intolerancia del neofascismo es la hora del «No pasarán».
La hecatombe de Ciudadanos deja a Albert Rivera fuera de la política después de que el líder de los naranja haya dimitido por la pérdida de 47 escaños y 2’5 millones de votos, quedándose con tan solo 10 escaños y por detrás de ERC. El ex líder de los naranja podía haber gobernado con el PSOE desde una posición privilegiada, con un pacto que era el preferido por los poderes económicos para configurar un ejecutivo estable. El veto a Sánchez, la ceguera por querer liderar el bloque de derechas y el acercamiento a Vox desencadenaron una fuerte crisis interna del partido. Una estrategia fallida que ha acabado con la marcha de Rivera y la irrelevancia en el Congreso.
Las fuerzas de UP se han visto menguadas por el No acuerdo con Sánchez y por la competencia con la candidatura de Más País liderada por Iñigo Errejón. La hipótesis del efecto Errejón ha sido errónea y el ex de Podemos ha fracasado en su estrategia de movilización electoral. Las dos candidaturas a la izquierda del PSOE han sumado 34.500 votos más que Vox pero, entre las dos, han obtenido 14 diputados menos que la extrema derecha como consecuencia de su división y del sistema de Hondt. Los de Iglesias pueden estar ante su última oportunidad de entrar a formar parte del ejecutivo, que es, también, la tabla de salvación de un Iglesias cuestionado. Es en Cataluña donde En Comú Podem resiste mejor y mantiene los resultados del 28A, no obstante, no han hecho mella en el electorado de un PSC que baja en votos y porcentaje pero que se mantiene en 12 escaños.
ERC ha vuelto a ganar las elecciones en Cataluña, a pesar de que, los republicanos han perdido dos escaños por la entrada de la CUP y la erosión que han sufrido por su pragmatismo hacia la apuesta por el diálogo. En este sentido, la dialéctica legitimista y desobediente de JxCAT ha ayudado a los post-convergentes a ganar un escaño, continuando con el discurso del independentismo mágico que se ha demostrado falso y, a la vez, contrapuesto a los hechos y la realidad. Así mismo, la izquierda independentista de la CUP llega al Congreso para hacer el Estado «ingobernable». La misma propuesta que con anterioridad propuso el Front Republicà y que, esta vez, no ha recibido el boicot de parte de los cupaires. Los anticapitalistas han centrado la campaña en el eje nacional y hará falta que, también, priorizaran el eje social en las cuestiones que el nuevo Congreso tendrá que afrontar.
Las únicas opciones que suman mayoría son la reedición del bloque de la moción de censura o la gran coalición del PSOE y PP. La inestabilidad continúa en el tablero político español post sentencia del Procés donde, la suma de los independentistas y los Comuns -todos favorables a la libertad de los presos políticos y a ejercer la autodeterminación- suman una mayoría amplía en Cataluña que el futuro gobierno de España no puede eludir.
Jesús Gellida, politólogo e investigador social
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