Si se verifica el testimonio de la presunta víctima, podría resultar liberador para otras cubanas objeto de agresiones, indican feministas.
Las críticas públicas de la cantante Dianelys Alfonso, la «Diosa de Cuba», contra el afamado músico José Luis Cortés «El Tosco», por presuntos abusos verbales, físicos y sexuales en el pasado, seguidas de múltiples reacciones, reflotaron asuntos pendientes en la respuesta a la violencia de género.
En las redes sociales se crearon las etiquetas #DiosaYoSíteCreo y #noestassola para respaldar las declaraciones de la artista, ante los innumerables cuestionamientos y descalificaciones recibidas sobre todo en las redes sociales.
Alfonso confirmó a la Redacción IPS Cuba que, luego de varias asesorías y con múltiples obstáculos, el viernes 21 de junio realizó una denuncia a Cortés por amenaza en una estación policial del municipio habanero de Playa. También conoció que ella había sido denunciada por parte del músico por difamación.
«En mi vida he tenido que ver con situaciones como esta. Estoy descubriendo incluso que el silencio y las agresiones de las personas son normales, y también que me hagan todo el tiempo las mismas preguntas como: ¿por qué hablar ahora?», dijo la cantante, quien además promueve un tratamiento diferente de la mujer en el género urbano.
«Hay que hacer un pronunciamiento sobre la protección que amerita la víctima. En el momento que está siendo identificada, hay que atenderla como tal», dijo a la Redacción IPS Cuba la abogada Deyni Terry, que desde el viernes pasado asesora a Alfonso, como parte de su trabajo en la sección de Género y Derecho de la no gubernamental Unión Nacional de Juristas de Cuba.
Terry adelantó que el proyecto autónomo de juristas que coordina, Alianza Unidad Racial, realizará un seguimiento del caso desde el punto de vista de procedimiento para contribuir con recomendaciones por un sistema adecuado para las mujeres víctimas.
Activistas feministas dentro y fuera de este país caribeño debaten sobre las implicaciones del incidente por esclarecer entre ambos representantes de la música popular cubana.
Defienden la legitimidad que tiene toda mujer de revelar públicamente su historia, en los términos que ella decida y en el momento que estime conveniente.
Y analizan el tratamiento mediático de estos casos, las bajas tasas de denuncias, la necesidad de una ley específica contra el flagelo y la revictimización que sufren las mujeres luego de contar episodios de violencia.
Los hechos
El testimonio de La Diosa salió a la luz el 14 de junio, durante una entrevista en vivo por videollamada con un popular presentador de la televisión en Miami, Alexander Otaola, quien al parecer le preguntó de improviso sobre ese capítulo de su pasado.
Alfonso indicó que, durante al menos cinco años, supuestamente fue objeto de agresiones por parte del Premio Nacional de Música 2017 y director de la popular orquesta NG-La Banda, quien fuera además durante un tiempo su pareja y luego su jefe.
Ante la avalancha de críticas, en un video en vivo transmitido por Facebook el 15 de junio, la cantante ofreció nuevos elementos y nombró a presuntos testigos, para confrontar a quienes cuestionaban la veracidad de su relato.
«A todas las personas que han pasado por esto, que tengan un jefe que los maltrate, también que sea una pareja que los maltrate, no tengan miedo, no pasen por el miedo que pasé yo, salgan a la luz, griten, busquen ayuda… No aguanten eso, no lo aguanten, porque eso no se olvida», subrayó.
Grupos como Asamblea Feminista llamaron la atención sobre las secuelas psicológicas de la violencia y el proceso de revictimización al cual es sometida la artista, que además podría poner en riesgo su carrera y seguridad física, al involucrar a uno de los artistas de mayor prestigio y poder económico de la isla caribeña.
«No extraña que «La Diosa» tenga que repetir una y otra vez su historia a fuerza de ganar credibilidad, que aparezcan mensajes para deslegitimarla recordando su relación romántica con el presunto maltratador, que la acusen de manipular el tema para su beneficio profesional y que, sobre todo, muchos cuestionen su comportamiento aduciendo que, a fin de cuentas, «ella lo aguantó» en su momento y pasados los años debería callar», subrayó el grupo en una declaración.
Las activistas de Asamblea recordaron además el impacto del movimiento #MeToo (#YoTambién), que en naciones como Estados Unidos y Canadá estimuló la denuncia pública de la agresividad machista a través de las redes sociales e internet, así como solicitar apoyo u ofrecerlo, tras demostrar que dicha violencia está generalizada, silenciada e invisible y afecta a mujeres desconocidas y famosas.
Afirmó además que «la violencia de género debe ser visibilizada, denunciada, castigada y reparada. Las víctimas de la violencia machista necesitan ser escuchadas, apoyadas y protegidas. Es su derecho. Contarlo cuesta mucho, pues por lo general implica cuestionamientos, amenazas, descrédito y revictimización».