El 19 de marzo de 2003, hace dieciséis años, una coalición de países, liderados por Estados Unidos, en la que se encontraba España, invadió Irak. Daba comienzo la Guerra que duró hasta el año 2011. Hoy la zona sigue desestabilizada. Cuando se cumplió un año del conflicto, centenares de miles de personas nos manifestamos en […]
El 19 de marzo de 2003, hace dieciséis años, una coalición de países, liderados por Estados Unidos, en la que se encontraba España, invadió Irak. Daba comienzo la Guerra que duró hasta el año 2011. Hoy la zona sigue desestabilizada. Cuando se cumplió un año del conflicto, centenares de miles de personas nos manifestamos en las calles de las principales ciudades del mundo para rechazar la ocupación.
En la cumbre de las Azores celebrada en 2003, Bush, Blair y Aznar, acordaron intervenir en el país antes de agotar las vías pacíficas. 2.600 soldados españoles fueron enviados a Irak entre junio de 2003 y mayo de 2004. El expresidente del Gobierno José María Aznar, fue llamado en 2018 a rendir cuentas en el Congreso de los Diputados. Lo hizo en el marco de la comisión que investigaba la financiación ilegal del PP. Entre las interpelaciones de los diputados, se abordó una cuestión clave en el mandato del expresidente: la participación de España en la guerra de Irak. «En aquella guerra no se tiraron bombas por parte de España, porque España no participó. España no mandó soldados a aquella guerra«, afirmó Aznar. El expresidente aseguró que «esos hombres y mujeres» actuaban bajo el mandato de las Naciones Unidas en una fuerza de estabilización, junto a «50 países más».
El 16 de marzo de 2003 se celebró en las Azores una reunión entre los líderes de EEUU, George W. Bush; Reino Unido, Tony Blair y España, José María Aznar. En aquella cumbre, fue adoptada la decisión de lanzar un ultimátum de 24 horas a Saddam Hussein, presidente de Irak, para su desarme. De no cumplirlo, la guerra sería inminente. El 21 de marzo se inició la invasión de Irak por parte de la coalición internacional, que no contó con el respaldo explícito de la ONU, bajo el pretexto de unas armas de destrucción masiva cuya existencia nunca fue demostrada.
En su discurso de investidura del 15 de marzo de 2004, José Luis Rodríguez Zapatero señaló que si Naciones Unidas no se hacía con el control político y con la dirección militar de la situación, las tropas españolas regresarían. El 18 de abril fue dada la orden y a finales de mayo todos los soldados habían retornado. Once soldados españoles habían perdido la vida. El convoy de 110 vehículos, que trasladaba a los 450 últimos soldados, que salió de Diwaniya, cruzó la frontera de Kuwait.
En el año 2016, y tras siete años de pesquisas, la comisión de investigación independiente sobre la participación de Reino Unido en la guerra, creada por el entonces primer ministro, Gordon Brown, alcanzó sus conclusiones. En el «Informe Chilcot» -en referencia a Sir John Chilcot, presidente de la comisión-, se revelan algunas de las claves del papel de Reino Unido en la intervención, pero también respecto al peso de España y José María Aznar. Los firmantes de la declaración de las Azores, eliminaron las alusiones al petróleo. El documento evidencia que Aznar era consciente de la falta de pruebas sobre la existencia de armas de destrucción masiva. Con Blair, elaboraron una estrategia para mostrar que «habían hecho todo lo posible para evitar la guerra».
Del Informe Chilcot, podemos extraer algunas conclusiones: las circunstancias en las que se decidió que existía una base legal para la acción militar no eran ciertas; los servicios de inteligencia «no concluyeron más allá de la duda razonable» que Sadam Hussein producía armas químicas y biológicas; la acción militar tiene efecto cuando las alternativas pacíficas no se habían agotado; Tony Blair había sido advertido de que la invasión de Irak podía desencadenar una mayor actividad terrorista de Al Qaeda; los éxitos estratégicos fueron muy limitados; el informe critica la falta de planificación tras el derrocamiento del régimen. Las expectativas presentadas por el Gobierno británico en 2003 demuestran que no se había analizado al detalle los riesgos y retos de la invasión.
También del Informe Chilcot, podemos destacar las alusiones a Aznar: Aznar y Blair se unieron para poner en marcha una estrategia de comunicación para mostrar a la ciudadanía que «habían hecho todo lo posible para evitar la guerra»; Aznar se compromete a legitimar la invasión; el informe denuncia que fueron eliminadas todas las referencias del petróleo; Se refleja cómo Aznar trató de que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara la invasión; se muestran las ganas de Aznar por ir a la guerra, incluso si Reino Unido no hubiera ido; está de acuerdo con el pretexto de las armas de destrucción masiva; Tony Blair comunicó a Aznar que si los inspectores no encontraban ningún arma de destrucción masiva, habría que hacer un segundo y un tercer informe para el Consejo de Seguridad, en el que se dijera que Irak no estaba colaborando plenamente. Finalmente, en las Azores, Bush, Blair y Aznar se pusieron de acuerdo para dar por terminado el proceso con la ONU.
La guerra comenzó y no se cumplieron los escenarios políticos y estratégicos previstos. El papel que Aznar quiso desempeñar fue el de mensajero político y soporte mediático de una decisión que fue tomada por un centro de decisión político-militar que no necesita a nadie para tomar una decisión. El impacto sobre nuestra situación en la UE y en nuestras zonas de referencia, el espacio euromediterráneo y el latinoamericano, fue demoledor y la política del gobierno Aznar nos hizo perder el prestigio y la influencia ganada en un trabajo estable y permanente de muchos años. Nadie entendió la posición del gobierno español, y los que la entienden eran poco relevantes.
Miles de ciudadanos nos lanzamos a las calles a principios de 2003 para intentar evitar que Estados Unidos, con la colaboración de España, atacara Irak. ¡No a la guerra! Fue el grito de las manifestaciones masivas. El Gobierno de George W. Bush afirmaba que Irak poseía armas de destrucción masiva y que tenía lazos firmes con Al Qaeda. Lo cirto es que Irak debía expiar las muertes norteamericanas en los atentados del 11-S. Era el preludio de una guerra que ocasionó miles de muertes y que se fundamentó en una mentira. En España también sufrimos las consecuencias: los atentados de Madrid el 11-M. José María Aznar y sus mentiras, vincularon torticeramente a ETA como autor de los atentados, para alejarlo a la participación de España en la guerra de Irak.
Vidas destruidas, generaciones perdidas y un país devastado, así ha cambiado la vida de los iraquíes, dieciséis años después. Uno de los objetivos principales de la invasión que derrocó a Sadam Husein, era la lucha contra el grupo terrorista Al Qaeda; más tarde se conoció que en Irak no actuaba. Ocurrió que tras la caída de Sadam, el número de atentados aumentó siete veces en los primeros tres años. Lo que definitivamente se intentaba con la invasión era hacerse con la riqueza del país. Dieciséis años después, el país es el octavo más corrupto a nivel mundial. Los datos socioeconómicos, permiten concluir que Irak es un Estado fallido. Poco importan las cifras para quienes conviven a diario con la falta de alimentos y de vivienda, la inseguridad y el terrorismo, las enfermedades y la muerte, señas de identidad de Irak tras la ocupación.
Resumiendo: la invasión comenzó el 21 de marzo de 2003. El presidente Bush prometió el ataque a objetivos concretos para desarmar Irak y liberar a su gente. Hasta abril, se libra una guerra convencional, liderada por tropas estadounidenses y británicas. Los primeros soldados españoles llegaron el 30 de julio. En abril los tanques norteamericanos llegan a Bagdad. Multitud de personas y soldados estadounidenses derriban la gran estatua de Sadam en la plaza del Paraíso. Bush declara la victoria en mayo, que no una declaración del fin de la guerra. EEUU, el 13 de diciembre, captura en un zulo a Sadam Husein al sur de Tikrit, su ciudad natal. Es juzgado por un tribunal iraquí y ahorcado por crímenes contra la humanidad en diciembre de 2006.
El conflicto se agudiza con los enfrentamientos entre suníes y chiíes. Ante el fortalecimiento de la resistencia, EEUU envía nuevas tropas al comienzos de 2007. Barack Obama anuncia que la retirada de las tropas de combate se hará el 31 de agosto de 2010. Se quedan 50.000 soldados como fuerzas de transición. La misión de EEUU en Irak pasa de ser llamada Operación Libertad Iraquí (4.415 soldados muertos, 100.000 civiles desaparecidos, le costó unos 3.000 millones de dólares al contribuyente americano) a Nuevo Amanecer (Con el objetivo de lograr la prosperidad económica y estabilidad, sino que esperamos desarrollar los lazos comerciales, culturales y educativos). El 18 de diciembre de 2011 se marchan los últimos 500 soldados. Dejan atrás un país en ruinas.
Aznar justificó esta guerra porque nos aportaría más seguridad internacional frente al terrorismo. Hosni Mubarak, entonces presidente de Egipto, advirtió que la guerra de Irak terminaría creando «cien Bin Laden». Si bien es cierto que España no lanzó bombas durante la contienda, la participación del país en el conflicto es clara y el peso del expresidente Aznar quedó constatado en la polémica cumbre de las Azores. La posición del gobierno español en el conflicto de Irak tuvo un impacto demoledor en las relaciones con la UE, el Mediterráneo y Latinoamérica. No merecía la pena romper el consenso en política exterior para desempeñar un papel instrumental al lado de EEUU. La mayoría no se equivocó y Aznar nunca explicó cuales fueron sus razones para comprometer a España ni cuáles las motivaciones que le llevaron a embarcarnos en la guerra contra Irak. (Manuel Marín, España y la crisis de Irak).
José María Aznar mintió en la comisión del Congreso, al decir que no había habido soldados españoles en Irak; veía armas de destrucción masiva donde no había, pero no la corrupción en su casa que investigaba la comisión. Ahora, quien se merece el premio al mejor comunicador de mentiras, es su cachorro Pablo Casado.
@caval100
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