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Operación Albert Rivera

Fuentes: Rebelión

Hoy está muy olvidada aquella Operación Roca que se lanzó a mediados de los 80 para intentar erosionar al todopoderoso PSOE. A los empresarios españoles no le iba nada mal con Felipe González, pero pensaban que les podría ir mucho mejor con un gobierno de derechas. La Alianza Popular de Manuel Fraga exhalaba un aliento […]

Hoy está muy olvidada aquella Operación Roca que se lanzó a mediados de los 80 para intentar erosionar al todopoderoso PSOE. A los empresarios españoles no le iba nada mal con Felipe González, pero pensaban que les podría ir mucho mejor con un gobierno de derechas. La Alianza Popular de Manuel Fraga exhalaba un aliento franquista que espantaba a los votantes de centro, que elegían como opción moderada al PSOE. Para arrebatarle ese electorado a los socialistas se creó un fantasmal Partido Reformista Democrático encabezado por Miquel Roca, el hoy abogado de la infanta Cristina, y con Florentino Pérez, actual presidente del Real Madrid, como secretario general. Con sólo dos años de vida el PRD contó con un fuerte respaldo económico -la banca le presto más dinero que a PSOE y AP juntos- y España fue empapelada con el rostro amable de Miquel Roca. Obtuvo cero diputados.

Hoy está en marcha una operación Albert Rivera, cuyo partido Ciudadanos se está convirtiendo en la marca blanca del decadente régimen español. A upado por las encuestas del grupo PRISA y jaleado por numerosos periodistas, se nos presenta como la nueva revelación regeneracionista. Desde luego que muchos veríamos con agrado que apareciera una derecha laica, desprendida del lastre franquista del PP, aunque sabemos que Ciudadanos es más de lo mismo en política social y económica, una nueva versión del neoliberalismo de Friedrich Hayek. Que el programa económico que hace unos días presentó el partido por voz del economista Luis Garicano haya suscitado tantos elogios entre los bienpensantes es significativo.

Por otra parte, la principal seña de identidad de Ciudadanos ha sido siempre ese rancio centralismo empeñado en ahondar el enfrentamiento con los nacionalistas vascos y catalanes, conflictos que algunos comentaristas se están dando demasiada prisa en situar en un segundo plano, cuando la realidad es que, tozudos, permanecerán como ese eterno quebradero de cabeza que encontrará quien gobierne.

¿Deberíamos felicitarnos, al menos, de que sea un partido que llega sin el lastre de la corrupción? Desde luego no puede descartarse que tenga sincera voluntad de respaldar medidas legislativas contra esta lacra, pero es muy inquietante que una formación política dé el salto desde Cataluña a todas las provincias españolas en unos plazos tan breves. Si Podemos puede presumir de ser la expresión política del 15M y cuenta con una amplia base militante curtida en mil batallas en la calle, e incluso se permite no presentarse a las elecciones municipales para frenar la incorporación de arribistas, Ciudadanos está abierto a todo aquel que quiera presentarse bajo sus siglas, lo cual no es nada esperanzador. Su falta de sentido crítico hacia el régimen del 78 y que incorpore sin filtros centenares de candidaturas electorales sólo garantizan una rápida integración en los engranajes políticos que nos han traído a esta desmoralizadora situación.

Albert Rivera encabeza una operación muy arriesgada, un arma de doble filo, porque desde la óptica de algunos analistas de El País, El Mundo o El Confidencial puede ser la herramienta para erosionar el potencial electoral de Podemos y para recuperar una parte de ese voto de centro-derecha desencantado que, a falta de alternativas, engrosará la abstención. Pero también puede restar votantes al PP y al PSOE, además de hundir al partido que fundaron Rosa Díez y Fernando Savater. Los empresarios españoles pueden ver en Ciudadanos la bisagra perfecta para el PP o el PSOE, lo que ubicaría en una estéril oposición a Podemos, pero si su irrupción ahonda más la crisis de los dos partidos que tan bien han representado sus intereses y no frena a Podemos, habrá constituido un desastre. Está por ver si el PP y su prensa más afín aguardará a ver el resultado del experimento antes de dirigir contra Albert Rivera su artillería.

En fin, es imposible vaticinar a cuantos votantes atraerá Ciudadanos en este incierto curso electoral, lo que sí sabemos es que la Operación Albert Rivera está en marcha y que no le será difícil mejorar el resultado de la Operación Roca.

Juanma Barrios es historiador

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.