–Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra este industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito editado en las […]
–Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra este industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito editado en las páginas de rebelión).
***
-Estábamos en el capítulo III de su libro. Antes de entrar en materia coménteme esta noticia. Escribe usted, «me reconcilia con el poder benefactor de la Ciencia, recordándome mis tiempos de estudiante universitario de Biológicas: http://www.terraeco.net/watchfrog-perturbateurs,59337.html.» ¿Qué noticia le reconcilia con el lado brillante y humanizado de la ciencia?
-Se trata de la idea de utilizar renacuajos, vueltos transitoriamente fluorescentes, para la detección de disruptores endocrinos, unos contaminantes del medio acuoso, con grave riesgo para la salud pública.
Se hace mediante tales bestezuelas transgénicas, creadas ex profeso para que tengan la propiedad de resultar fluorescentes, sólo en presencia de aguas polucionadas por disruptores endocrinos. Cuanto más polucionadas por ese tipo de agentes están esas aguas, tanto más intensa será la fluorescencia.
Para ello, los investigadores han efectuado una transferencia genética entre dos especies: las larvas de médoka, un pez japonés muy utilizado en ecotoxicología, y el Xenopus, un sapo originario de África del Sur, utilizado en Biología, como mínimo desde mis tiempos de estudiante, en los que ya tuve ocasión de conocerlos -sobre el papel-, por primera vez, y que son una bichitos que tienen la propiedad de ser particularmente sensibles a ciertas perturbaciones del sistema hormonal. El acoplamiento con ciertos genes de médokas y de Xenopus, añadidos a un marcador específico (a través de una reacción de fluorescencia), permiten alcanzar el resultado propuesto.
Ojalá que para el amianto pudiera existir, para detectar la presencia de asbesto en la atmósfera, un «chivato» similar. En el caso del asbesto instalado, presente en las cubiertas de amianto-cemento, existen varios procedimientos de tele-detección (desde drones, helicópteros o avionetas), siendo ésta una cuestión sobre la que existe una nutrida bibliografía, y sobre la que, al menos en mi conocimiento, no nos hemos llegado a estrenar, pese a que son ya varios años en los que esta técnica, en sus diversas variantes, se ha venido desarrollando.
Para la detección y recuento de la concentración de las invisibles fibrillas suspendidas en la atmósfera, es requerida la utilización de extractores y de microscopía, que en el caso de la toma de muestras en exteriores, debe de hacerse mediante el uso del microscopio electrónico, y con el empleo, asimismo, de una sonda isodinámica, para neutralizar el efecto distorsionador de eventuales ráfagas de viento. Por consiguiente, nada comparable, desde el punto de vista de la complejidad en la implementación, con el uso de un sapito hipersensible a la presencia del contaminante, con cuantificación aproximada del mismo, incluida.
-Otra noticia que también me llega de usted: http://www.bolsamania.com/noticias/tv-series-cine/tve-construira-dos-nuevos-estudios-y-no-descarta-alquilar-otros-puntualmente-durante-obras-por-amianto–683249.html . Nos lo explica por favor. ¿Qué obras por amianto?
-Se trata del desamiantado de los escenarios y platós de la Radio Televisión Española, en sus instalaciones de Prado del Rey; una situación que fue caracterizada por su entonces Director, ex ministro de un gobierno anterior, afirmando que los citados edificios «tenían asbestosis», expresión cuya corrección literal no precisa de comentarios, ya que de por sí misma resulta suficientemente expresiva.
En el pasado, en algunos de esos platós, con protección ignífuga mediante amianto azul (crocidolita) friable proyectado sobre su estructura, cuando, plenos de público asistente en directo al espectáculo televisivo, una buena actuación merecía un justo aplauso proporcionalmente intenso, con las vibraciones generadas, una fina «llovizna» de polvillo grisáceo-azulado descendía sobre la zona de butacas, depositando sobre éstas, y también sobre el entusiasta público asistente, una fina película de molestas fibrillas, que asimismo eran generosamente respiradas por el mismo, para mayor gloria de la cultura escénica de nuestro país.
-¡Qué cosas tan maravillosas que se organizaban! «Amianto en el paraíso» es un artículo de su amigo Paco Puche y Juanma Silva ( http://www.rebelion.org/docs/197364.pdf ). Me han llegado ecos de él. ¿Qué es eso de amianto en el paraíso? ¿No debería estar más bien en el infierno?
-Verdaderamente, parece que aquí, en apariencia, podría ser de aplicación lo del «no fui yo, fue el maldito cariñena…», de «La venganza de Don Mendo», dicho esta vez por nuestro común amigo, pero no le quepa duda de que algún certero fundamento ha de tener tal forma de expresarse. En realidad, todo esto no ha de ser más que una inocente broma de nosotros dos hacia él, dado que el artículo, publicado también en «Rebelión», da comienzo con una hermosa imagen fotográfica a color, a media página, del entorno paradisíaco de abundante vegetación, en el que se asientan las instalaciones del colegio público, que el amianto, con su peligrosa presencia e incipiente obsolescencia, ha venido a perturbar y mancillar. Es a ese entorno placentero, ahora traicionado, al que Paco Puche, con toda evidencia, ha querido referirse.
-Recuerdo lo que usted explica. ¿Alguna información relevante más de estos últimos días?
-Sí, que en la isla de la Gomera, y concretamente en la localidad de «Valle Gran Rey», ha comenzado la retirada del amianto presente en un vertido incontrolado, con un coste para el erario público municipal, cercano a los doce mil euros; todo ello, por la vandálica irresponsabilidad de quienes, poniendo en permanente y grave riesgo a la generalidad de todos sus convecinos, en su momento realizó furtivamente tan deplorable acto de barbarie.
También señalaría el hecho de que un equipo especialista en Epidemiología ha llegado en fecha reciente a la ciudad de Melilla, a petición de la Dirección Territorial del Instituto de Gestión Sanitaria (Ingesa), para investigar la situación generada en el Centro de Salud de Polavieja, en donde se ha producido un cluster de acúmulo de patologías malignas, entre sus profesionales trabajadores, atribuido tentativamente a la posible presencia de amianto en el edificio.
Dado que de momento no se han hecho públicos los diagnósticos que identifiquen concretamente de qué patologías malignas estemos realmente hablando, permítasenos que de momento esta alarmante situación tenga que ser afrontada por la opinión pública -nosotros incluidos-, con cierta dosis de prudente reserva, hasta que se disponga de una información difundida, con mayor concreción que con la que hasta ahora se ha procedido.
También citaré a la siguiente publicación de nuestro común amigo:
-Paco Puche, «Stephan Schmidheiny: vuestro sitio está en la cárcel» Sinpermiso. 12/04/2015, http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=7884. Lo hemos publicado también en rebelión.
También he tenido conocimiento, por gentileza de mi buen amigo, el Técnico en Prevención de Riesgos Laborales, Antonio Bernardo Reyes, la noticia del descubrimiento de una técnica no invasiva, de análisis de un fluido corporal, como es el sudor, para la detección precoz del cáncer pulmonar, para el que, como es sabido, el asbesto representa un factor etiológico importante. La información completa puede ser accedida a través del siguiente enlace: http://www.infosalus.com/asistencia/noticia-detectar-cancer-pulmon-prueba-sudor-20150320111038.html#.VSwe1JbaFuc.gmail
-Nada escapa a su conocimiento. ¡Qué barbaridad! ¡Me deja sin habla y con la cara iluminada de admiración!
-Asimismo debo de dar cuenta de la siguiente noticia, publicada actualmente:
«El juzgado de los social nº3 de Bilbao ha condenado a Izar Construcciones Navales a indemnizar con 166.212,86 euros a los hijos de un trabajador fallecido en 2012 a consecuencia de la exposición al amianto. La víctima, Roberto B.P., tubero en Astilleros Españoles desde 1957 a 1990, falleció a los 75 años de edad, como consecuencia de un Mesotelioma pleural, causado por su exposición al amianto, enfermedad profesional reconocida sólo a los 50 días antes de fallecer, según ha informado hoy la Asociación de Víctimas del Amianto en Euskadi (ASVIAMIE). La empresa ya había sido condenada a pagar un recargo de prestaciones del 50 por ciento por falta de medidas de seguridad por la misma causa».
También debo de dar cuenta, desgraciadamente, de una luctuosa noticia, que me hace llegar mi buen amigo y colaborador mutuo, Ángel Cárcoba; se trata del reciente fallecimiento de Giovanni Berlinguer, a quien veremos mencionado en el artículo:
L Scavone, F Giannasi & A Thébaud-Mony Asbestos diseases in Brazil and the building of counter-powers: a study in health, work, and gender http://www.btinternet.com/~ibas/ls_fg_atm_counter_powers.pdf y: http://www.ibasecretariat.org/ls_fg_atm_counter_powers.pdf y: http://www.abrea.com.br/asbestosdiseasecounter-powers.pdf
Ángel me pide que trate de divulgar el obituario que con tal motivo ha realizado el doctor Vicenç Navarro.
-Adelante con el obituario del profesor de la UPF. Aunque no lo crea, leí de joven a Berlinguer. No puedo precisar que artículos o libros. No sabía nada de él desde hacía mucho tiempo.
-«A: Los miembros de la International Association of Health Policy
De: Vicenç Navarro
Estimados amigos, colegas y camaradas,
Es con enorme tristeza que tengo que informarles de que uno de los mayores y mejores seres humanos que hemos tenido en este siglo y en el pasado, Giovanni Berlinguer, ha fallecido. Acabo de recibir una nota de Giuseppe Costa comunicando esta noticia. Giuseppe ya hacía un tiempo que me mantenía al corriente de la evolución de la prolongada enfermedad y de la condición que determinó su muerte.
Muy pocas muertes me han afectado tanto como la de Giovanni. Era como un hermano para mí, y juntos hemos compartido muchas alegrías y también muchas penas, incluyendo muchos proyectos y muchas luchas, durante tantos años. Conocí a Giovanni inmediatamente después de Amsterdam, cuando empezamos la International Association of Health Policy. Fue hace tanto que ni siquiera recuerdo cuándo. De inmediato nos ayudó a organizar la primera reunión internacional de la Asociación en uno de los edificios de los sindicatos italianos, y se convirtió en uno de los fundadores y miembro destacado en la Asociación. También viajamos juntos a varios países de América Latina, realizando muchas de las reuniones de la Asociación en ese continente, en condiciones casi de clandestinidad. Era cuando el continente estaba gobernado por muchas dictaduras de ultra-derecha – y donde ser un miembro de la International Association of Health Policy implicaba un riesgo personal.
También lo invité a venir a Estados Unidos, donde pasó algún tiempo con nosotros, y escribió un libro muy entretenido y humorístico sobre esa experiencia. Él me invitó amablemente a asistir a reuniones políticas del PCI en Italia, pidiéndome que hablara en algunas de estas reuniones inspiradoras, lo cual hice con mi pésimo italiano, que él siempre mejoraba tanto en la narrativa como en el contenido. También fui muy afortunado al poder conocer de cerca a su esposa, Giuliana. Cálida, amable y extremadamente aguda y precisa en sus percepciones. Giuliana y Giovanni estaban siempre tan unidos, tan afectuosos, que era una inspiración para todos nosotros. Visitaban Barcelona con frecuencia y él solía hablar de las raíces catalanas de su familia.
La obra de Giovanni ha tenido una enorme influencia en todas las áreas en las que trabajó. Combinó un fuerte compromiso con la justicia y la democracia, por un lado, con gran demanda de rigor por el otro, una combinación que le hizo extremadamente eficaz. También me ayudó a establecer el International Journal of Health Services, que aún sigue funcionando y creciendo. No podría haber hecho esta revista internacional sin su apoyo y estímulo. También fue uno de los fundadores de lo que hoy se llama los «Determinantes sociales de la salud». Lo que se conocía como materialismo histórico. Era verdaderamente elocuente, mostrando que el actual sistema económico capitalista creaba mucha enfermedad.
Seguirá influyendo a través de su trabajo, que debería ser leído por todo aquel que se preocupe por la salud y el bienestar de las poblaciones. Giovanni siempre estará con nosotros, y siempre estará dónde y cuándo haya una lucha contra la explotación, sea cual sea el tipo de explotación. Nos ha enriquecido con su vida y siempre tendremos Giovanni con nosotros. Él es parte de nosotros mismos y debemos honrar su vida.
Vicenç Navarro
Primer Presidente de la International Association of Health Policy
Barcelona, España
Baltimore, EEUU
7 de abril, 2015″.
Hay, por desgracia, también otra luctuosa noticia que comentar.
-Ya me imagino de quien quiere hablarnos.
-Emotivo recuerdo del sin par maestro de la lengua hispana, el recientemente fallecido Eduardo Galeano, y su Las venas abiertas de América Latina, que para nosotros necesariamente ha de evocar a los desastres medioambientales generados por las minas abandonadas del asbesto, en irresponsables condiciones de nulidad de medidas que palíen o remedien mínimamente, el daño ecológico causado, y que se suma, además, al originado directamente sobre los propios seres humanos (los trabajadores, sus familiares, los vecinos del entorno, los usuarios finales de los productos, los intermediarios, a lo largo de toda la cadena, desde la extracción hasta el consumo in situ, etc., etc.).
-Quede constancia aquí de su, de nuestro recuerdo.
Me centro ahora en el capítulo. Si no le entiendo mal, usted parece quejarse de que la humanidad haya basculado «hacia el polo igualitarista, pasando por alto algunas evidencias palmarias». ¡No me lo puedo creer! ¿A usted, precisamente a usted no le parece bien que nos hayamos desplazado un poco, sólo un poco, hacia posiciones igualitaristas?
-Depende de para qué, mi querido amigo. Si se trata de situaciones que nos recuerdan a las escenas que se producían, en el reparto de prendas de uniforme, con sólo un muy escaso número de tallas disponibles, cuando los que peinamos ya muchas canas nos incorporábamos al servicio militar obligatorio, pues qué quiere que le diga, esa especie de igualitarismo, forzado y forzoso, no puede suponer nunca ninguna suerte de progreso, ni individual ni colectivo, y sí, en cambio, una manifiesta incomodidad e inadecuación, de hilarante estampa – jocosa para los demás, claro está, pero no para sí mismo, para cada cual de los concernidos, respectivamente-.
-¿De qué evidencias palmarias está hablando usted? ¿Qué significa eso de que la normalidad humana incluye un cierto grado de diversidad genética? ¿Diversidad genética de etnias, de naciones, de razas, de individuos,…? ¿De qué, de quiénes?
-Como diría Jack El Destripador: vayamos por partes, porque se nos están acumulando sus interrogantes.
-De acuerdo, por partes como Mister Jack aconsejaba.
-Empezando por el primero de ellos, las evidencias palmarias a las que yo me refiero, son las que estriban en lo que constituye sin duda el futuro, y el presente más avanzado, del arte de Esculapio, que es la medicina personalizada que permite actualmente la disponibilidad de análisis genéticos a precios y tiempos de espera de los resultados, que no resultan prohibitivos. Exagerando un poco la realidad cotidiana, digamos convencionalmente que «ya no se tratan enfermedades, sino enfermos». Y sí, la normalidad humana, integra en sí misma un cierto grado de diversidad genética que, por si no lo sabe o no lo ha tomado en la debida consideración, resultar ser netamente superior a la atribuible a otras especies más o menos relacionadas filogenéticamente con la nuestra propia, y que han tenido menos éxito a la hora de expandirse por los más diversos climas y hábitats o nichos ecológicos.
Frente al hecho de enfermar, las diferencias raciales apenas cuentan (algunas, como en el caso de la anemia falciforme y la propensión a contraer el paludismo, propiciadas por la Evolución biológica, en determinados entornos geográficos); son las diferencias menos aparentes, como, por ejemplo, carencias congénitas en nuestra dotación enzimática, las que suelen pasar factura, a la hora de afrontar riesgos tales como, por ejemplo nuestra capacidad de resistencia a los efectos de un contaminante, como puede ser el caso del tabaco, del mercurio, del berilio, del plomo, del asbesto, etc.
-¿Por qué cree usted que existe una neta vinculación entre el concepto hombre sano normal y la noción de «hombre o persona media»? ¿Dónde se saca este segundo concepto? ¿Para qué?
-Lo último es una simplificación con utilidad en el campo de la Economía, habida cuenta de que las necesidades básicas humanas -de habitación, alimentos, vestimenta, etc.-, pueden ser consideradas como aproximadamente uniformes.
El concepto de hombre sano normal, puede ser considerado, hasta cierto punto, como un trasunto médico del concepto económico antedicho, y es, desde luego, un arreglo de brocha gorda, dada la sin par delicadeza de los equilibrios y compensaciones varios, con los que cada organismo humano afronta sus propias carencias, por un lado, y sus personales potencialidades, por otro.
-Usted está en contra de la plasmación legislativa del tiempo de latencia de una determinada patología. ¿Por qué si es revisable? ¿Por qué si se considera un máximo? ¿No es en ocasiones una conquista legal plasmar en nuestras leyes esos valores provisionalmente considerados?
-A lo que yo me opongo no es a su plasmación en la legislación, sino a la aplicación mecánica, automática, de unos límites que no tienen más realidad que la de la comodidad y simpleza en el uso clasificatorio. En Biología, lo normal son las distribuciones cuantitativas en campana de Gauss, con sus respectivos dos extremos, que un único límite, tajante y definido, jamás puede tomar en consideración. Es eso precisamente lo que suelen hacer, indebidamente, determinados jueces, y para ello ni siquiera es necesario que tales límites aparezcan en la ley: basta con que, de una forma simplificadora, aparezcan tales límites definidos, en la literatura médica correspondiente.
No digamos ya, cuando ante lo que estemos sea ante la interpretación interesada que del asunto haya podido hacer la parte demandada, la empresa, incluidos los expertos aportados por ella. Téngase presente, que no estamos aquí ante situaciones más o menos hipotéticas, sino ante efectivas y reales situaciones procesales, cuyas consecuencias han tenido que sufrir quienes, a causa de ellas, no han recibido la adecuada justicia demandada por la víctima del asbesto.
-Le copio: «Dolores infinitamente intensos [habla usted del mesotelioma familiar»] hasta el punto de llevar al paciente, en sus últimos días, a pedir a gritos a sus parientes y cuidadores, que le maten de inmediato». ¿Conoce usted algún caso próximo?
-Lo más próximo, fue el caso de mi ex compañero Luis Muñoz Vázquez, de cuyo desenlace fatal y agonía final -consciente, hasta el último suspiro-, sólo tuve un conocimiento posterior al óbito, relatado por otros ex compañeros, que sí fueron testigos presenciales del tristísimo final de tan destacado luchador sindical contra el uso del amianto. En cuanto a lo manifestado por mí en el libro, procede de la evidencia indirecta suministrada por el manejo de fuentes fiables y adecuadamente documentadas sobre esa cuestión.
-Le copio de nuevo: «Según nuestro personal criterio, la necesaria objetividad científica no debe proporcionar una «cosificación» el ser humano, que, en lo relativo a sensibilidad y atendiendo a lo que no se exterioriza, parece que los autores reseñados, para esta faceta concreta, estarían más en sintonía con Mengele, que con Ramazzini». ¿Con Mengele? ¿No se ha pasado dos o dos mil pueblos?
-Le expondré un ejemplo real. El médico de empresa de una importante factoría de amianto-cemento, con responsabilidad sobre la seguridad e higiene industrial de una plantilla formada por varios cientos de trabajadores (y por lo tanto, respecto a situaciones potenciales de accidentes laborales, que pueden llegar a ser muy graves, y de afectación por enfermedades laborales), y que antes de regresar de unas vacaciones, debidamente programadas por la empresa, escucha por la televisión o por la radio, que el gobierno recomienda escalonar los regresos vacacionales, para tratar de evitar accidentes de tráfico y situaciones de atascos prolongados. Ni corto ni perezoso, decide unilateralmente aplicarse una prolongación -no moderada-, de la duración de su período vacacional… «para cumplir con lo demandado por las autoridades», y dejando sin cobertura sanitaria, durante varios días -no pocos-, a varios centenares de operarios, estando él ilocalizable para sus jefes y compañeros, durante toda esa ausencia no prevista.
¿Mengele?… no, no, sólo un mal nacido, con un nulo sentido de la responsabilidad, y que casualmente, en este caso, tenía un apellido con cierta similitud fonética relativa, con el del aludido médico nazi. Esto es sólo el suelo, no el techo, de otras actuaciones de otros facultativos, que terminan por volverse insensibles, por la reiteración de prácticas médicas imbuidas por la filosofía subyacente a la mera procura de una solución de recambio de la mano de obra afectada por una patología derivada de la propia actividad laboral. Se le cura sólo lo justo para que pueda volver a ser útil a la producción y a la productividad, y en el caso de no poder lograrlo, se le substituye por otro nuevo operario equivalente, y ahí ya se termina todo interés humano y profesional, por el predecesor en el tajo, en el puesto de trabajo.
De todas formas, no está de más citar a nuestro nacional «Mengele», el doctor Antonio Vallejo-Nájera Lobón, cuyas «hazañas» pueden ser consultadas en: http://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Vallejo-N%C3%A1jera
La referencia es más que oportuna. ¡Qué «científico-criminal-racista» tan ejemplar! ¿Por qué relaciona usted la objetividad científica, que usted admite como necesario, con la cosificación del ser humano? ¿Nos da algún ejemplo de cosificación en las investigaciones y resultados de la ciencia practicada y admitida por las comunidades científicas?
Mire, le responderé con el relato de una experiencia personal mía. Financiado por mi sindicato, Comisiones Obreras, asistí en Estrasburgo a un congreso científico sobre amianto, tal y como consta en el listado de asistentes. Allí se sucedían las exposiciones de estadísticas, gráficos, parámetros, porcentajes, tasas, mapas, diagramas, etc., sin más aditamentos emocionales, hasta que hubo una voz salida del público asistente -una jovencísima investigadora con pinta de progresista norteamericana-, que, indignada, echó en falta a todos los intervinientes previos, la más mínima alusión al drama humano que allí estaba siendo reiteradamente tratado, como si fuera de la cosecha de maíz del año precedente, sobre lo que se estuviera discurriendo. Recibió un estruendoso aplauso, del que fui entusiasta partícipe, tras haber quedado anímicamente afectado, por la proyección de diapositivas en las que, abiertos en canal, se mostraban los despojos humanos resultantes de la autopsia de casos de mesotelioma pleural, en las que se mostraban igualmente las extensas masas tumorales invasivas, de un siniestro color blanquecino.
Seguro que tan fríos y eficientes expertos, si ante lo que se hubieran enfrentado, hubiera sido, nadando en el mar, a la silueta de una aleta de tiburón, por encima del nivel del agua, por detrás de ellos, y acercándose a su posición, así no habrían permanecido tan imperturbables, por mucho adoctrinamiento académico que hubieran podido recibir.
-¿Por qué el sector del transporte ferroviario es un clásico entre los vinculados al amianto?
-Por el generoso uso que del amianto crocidolita se ha hecho en el ignifugado de los vagones, y también, en mucho menor grado, por el amianto empleado en las zapatas de freno. Ese ignifugado, frecuentemente se realizó mediante la proyección de amianto friable, esto es, de la fibra cruda, sin más aglomerante que el de base para su fijación a techos y paredes.
-Nos explica para finalizar hoy la historia que se describe en un libro de Giampiero Rossi: La lana della salamandra. ¿Qué lana es esa?
-Es una de las denominaciones anticuadas que se aplicó al amianto, al igual que «lino de los montes», o «de los Cárpatos», etc.
En cuanto a la historia, lo mejor será reproducir literalmente lo escrito en mi libro: «A extramuros de lo que es la literatura científica sobre el asunto, en el primer capítulo de la obra de Giampiero Rossi, «La lana della salamandra», se relata la terrorífica historia de la familia de Romana Blasotti Pavesi, presidenta de la «Associazione Famigliari Vittime Amianto», de Casale Monferrato (Italia), donde radicó la factoría Eternit. Romana perdió a su esposo, Mario Pavesi, fallecido de mesotelioma, a los 61 años. De mesotelioma, falleció su hija Maria Rosa, de 50 años. De mesotelioma murió su hermana, de 59 años. De mesotelioma pereció su sobrino Giorgio, de 50 años e hijo de dicha hermana. De mesotelioma murió también su prima. Incluso aunque la propia Romana, que actualmente cuenta con 78 años de edad, terminase falleciendo también de mesotelioma (lo cual, desgraciadamente, no puede ser ahora descartado), la consanguineidad, difícilmente podría ser invocada como co-factor. No queremos cerrar esta historia con un mero argumento técnico, como es el que precedentemente hemos expuesto, sino invitando al lector, a reflexionar sobre lo que ha sido, día a día, la vida de Romana y de los suyos, a causa de la «lana de salamandra», a causa del amianto».
Durante mi concurrencia, en Roma, el pasado mes de Noviembre de 2014, al último acto del macro-juicio promovido por las víctimas de la fábrica Eternit de Casale-Monferrato, tuve el honor de ser presentado a Romana, lo que hube de celebrar, junto con mi entrañable encuentro con expertos y activistas contra el amianto, como fue el caso, por ejemplo, de Fernanda Giannasi, de Annie Thebaud-Mony (quien tuvo la gentileza de regalarme un libro suyo, dedicado), de François Iselin, o de Fulvio Aurora, etc., etc.
-¿Le entiendo mal si señalo que usted cree que a la ciencia actual o a algunas de sus prácticas le falta eso que podríamos llamar humanidad o tensión poliética? ¿Cómo cree usted que podemos avanzar en ese ámbito? ¿Les faltaría a los científicos formación humanística?
-He sido aficionado practicante de la Paleontología, habiendo regalado a la Universidad de Sevilla una colección de fósiles, portados en cinco maletas repletas. Desgraciadamente, con el paso de los años, tales fósiles fueron substraídos en su práctica totalidad, al parecer, por los propios estudiantes de Biología (el Departamento de Paleontología, está adscrito a la cátedra de Geología, pero los estudiantes de biológicas obtenían permiso de acceso al museo universitario, para, por ejemplo, realizar prácticas de biometría).
En lo que ha sido objeto científico de mi propio interés, por tanto, ya he podido testear los efectos de una curiosidad científica, no respaldada por un simultáneo respeto por la ética de los actos.
A día de hoy, en el catálogo ilustrado del museo paleontológico universitario, la única pieza, para mí reconocible como «mía», es una vistosa colonia de exacoralarios del Devónico del antiguo Sahara español, que figura en el catálogo, con el siguiente pie de imagen: «Procedencia desconocida».
Los demás, como en la famosa película sobre la norteamericana Guerra de Secesión, «se los llevó el viento». Lo más sangrante de esta historia, es que la donación (yo compartía su propiedad, con mi amigo José González Gil, a quien hube de convencer para que accediera), había sido efectuada, en respuesta a la sugerencia del Decano de la Facultad de Ciencias, señor Fernández Galiano, quien había afirmado en el aula, que las colecciones botánicas, entomológicas, o paleontológicas, etc., en manos de los particulares que en su momento las reunieron, a la hora del fallecimiento de éstos, al final terminan dispersadas, destruidas, como instrumento de juegos infantiles, etc., etc.
Para aceptársenos, en su momento, la donación, se nos exigió que la entrega se hiciese con todos los especímenes perfectamente catalogados, indicando especie, datación de período geológico, y asentamiento de procedencia. Entre los dos, cumplimos con la tarea, a su plena satisfacción, y, «de propina», les señalamos varios errores de bulto, habidos en la rotulación de los ejemplares contenidos en sus propias vitrinas de exposición.
La Ciencia, sin componente ética, representa sólo el equivalente humano a unos monos, fascinados por la contemplación, por primera vez, del arco iris.
Ser buenas personas, es algo que no depende meramente de una formación humanística, complementaria de la científica, pero ambas, obviamente, no estorban, sino que ayudan.
-¿De qué depende además en su opinión?
-Descartando a los casos claramente patológicos, he de admitir que también para lo que son seres humanos normales, somos (entremos todos, y sálvese el que pueda), bastante propensos a «olvidar» a todo aquello que viene a perturbar nuestra acomodaticia rutina, en condiciones de beatífica autosatisfacción, no pocas veces propiciada por el hecho de tener bien cubiertas las espaldas, en lo económico. A este respecto, no deja de producirme cierta perplejidad, el hecho de la facilidad con la que las esposas de los mafiosos, de los tiranos, de los fanáticos de toda índole, etc., etc., asumen automáticamente, sin rechistar, su indiferencia por el mal causado, su torticera escala de valores, etc., etc.
Posiblemente, la influencia de las circunstancias concretas de cada situación, son decisivas. Sabido es, por repetido una y mil veces en la Historia, que las situaciones turbulentas, de inestabilidad social, propician el afloramiento de las conductas criminales individuales.
-Las esposas o los esposos querido amigo.
-Desde luego, por supuesto.
-Insisto en una cosa que ha señalado: «La Ciencia, sin componente ética, representa sólo el equivalente humano a unos monos, fascinados por la contemplación, por primera vez, del arco iris». Pero en la ciencia no sólo se fascina sino que intenta comprender y en muchos casos de grandes científicos en honor y beneficio de la Humanidad. ¿O no es el caso?
-Efectivamente, así es; pero para ponerse a investigar, lo primero es identificar una interrogante que nos plantea la Naturaleza, incluyendo al psiquismo humano, y a su derivada, la sociedad y sus leyes y fenómenos, y para haber llegado a eso, hay que haber pasado primeramente por la etapa de la fascinación, de la perplejidad, o incluso del desconcierto. Es la pulsión irrefrenable por tratar de entender; por tratar de identificar las causas subyacentes.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.