Luego de crecer un 4% en el 2015, sobre un 1% en el 2014, la economía cubana planea crecer un 2% en el 2016. Regresar a tasas de crecimiento menores del 3% no es la mejor de las noticias, aún cuando ese crecimiento se produzca sobre la mejor tasa de crecimiento obtenida por la economía […]
Luego de crecer un 4% en el 2015, sobre un 1% en el 2014, la economía cubana planea crecer un 2% en el 2016. Regresar a tasas de crecimiento menores del 3% no es la mejor de las noticias, aún cuando ese crecimiento se produzca sobre la mejor tasa de crecimiento obtenida por la economía nacional en los últimos 6 años.
Es lógico pensar también que este crecimiento de 2 % influirá en los propósitos de mejora del país, al reducir el producto global del cual se podrá disponer en el 2016, tanto para el consumo como para la inversión.
Esa tasa de crecimiento se alcanzará en un entorno complejo y de significado mixto para la economía nacional.
De una parte el Fondo Monetario Internacional anticipa que la economía mundial decrecerá. En nuestra región, los países que durante años lideraron el crecimiento se encuentran estancados. Para Cuba, los sucesos políticos en Venezuela, Brasil y Argentina y el débil desempeño económico de los dos primeros se convierten en las principales amenazas en el corto y mediano plazo, dado su peso en el comercio exterior cubano.
En el caso de Venezuela, su rol en el comercio de bienes, fundamentalmente el suministro de petróleo (alrededor de 100 000 barriles diarios) y su significativo papel en los ingresos por servicios (que son hoy el 70 % de nuestros ingresos por exportaciones) genera una alta sensibilidad, pues resulta muy difícil encontrar alternativas de corto plazo. La situación no es comparable a la que Cuba enfrentó a inicios de los años 90, no sólo porque la dependencia es sustancialmente menor que la mantenida con la Unión Soviética, sino también porque nuestro país tiene hoy una economía más diversa y ha creado nuevos sectores (turismo y biotecnología, los más evidentes) que pueden ayudar a compensar cualquier impacto negativo.
Sin embargo, esta ecuación internacional tiene también una parte positiva, donde habría que poner en primer lugar la exitosa renegociación de deuda que durante estos últimos años Cuba ha logrado y en especial la conseguida con el Club de Paris, que debe permitir al país acceder, poco a poco, a nuevas líneas de crédito.
«La deuda total estimada de Cuba con los miembros del Club de París asciende a US$11.100 millones, inferior a la cifra previamente reportada de US$15.000 millones, sobre todo por la fuerte apreciación del dólar frente a otras monedas. Todos los préstamos estaban denominados en euros y otras divisas.
Los intereses están perdonados hasta 2020 y, después, serán solo del 1,5% de la deuda total aún pendiente.
El repago está estructurado a lo largo de 18 años y los pagos anuales se incrementan gradualmente desde el 1,6% de los US$2.600 millones debidos en total -unos 40 millones- en 2016, hasta el 8,9% en 2033.
No obstante, si Cuba no cumple el pago pactado el 31 de octubre de cada año, será gravado con un interés del 9% hasta el pago, además de los intereses por la demora de esa porción en atrasos.»
Fuente: http://www.americaeconomia.com/economia-mercados/finanzas/en-que-consiste-el-acuerdo-del-club-de-paris-con-cuba
El comienzo de la reconstrucción de las relaciones con Estados Unidos constituye también un elemento positivo en la situación internacional, incluso cuando todavía no resulta posible recibir inversiones desde ese país debido a la vigencia del Bloqueo. Sin embargo, los avances logrados en el campo diplomático han tenido impactos directos en la percepción sobre Cuba de muchos países y de muchas empresas en el mundo y también han supuesto un incremento en los arribos de turistas norteamericanos a la Isla.
Quizás la prueba más evidente del cambio sobre el desempeño de la economía cubana y sus perspectivas está descrito en el reporte de la agencia calificadora de riesgo Moody’s, que varió su evaluación sobre la economía cubana de positiva a estable.
Ahí está la paradoja, mientras la percepción internacional acerca del país cambia de manera favorable, un grupo de factores internos se convierten en trabas objetivas y subjetivas al crecimiento deseado.
Algunos son de origen estructural, como la persistente baja tasa de inversiones (7 mil 841 millones para el 2016, por debajo del 12% del PIB a precios constantes); las distorsiones cambiarias y monetarias; los débiles incentivos a los productores -a pesar de la mejora del salario promedio (que alcanzará 653 pesos y en las empresas estatales subirá a los 700 pesos en el 2016)-; unos precios que reducen significativamente la capacidad de consumo de la población y limitan sus posibilidades de ahorro; así como instituciones y regulaciones que aún no permiten una mayor integración del sector no estatal a la dinámica de la economía nacional.
La liquidez (en moneda extranjera) disponible en el 2015 fue una pieza clave en ese crecimiento y al parecer también lo será en el 2016. Ello ratifica la dependencia de las importaciones que padece la economía nacional (17 centavos para producir un 1 peso del PIB), pero también nos habla de la importancia estratégica y la gran oportunidad que existe de reducir esa dependencia con producciones nacionales provenientes de todos los actores de la economía.
Nos alerta también de la necesidad de exportar, para lo cual se requiere, aprendizaje, financiamiento y tecnología; así como un marco regulatorio que incentive la exportación, no solo de las empresas estatales, sino de todos los actores de la economía cubana, donde debe incluirse lógicamente el sector no estatal, cooperativo y cuentapropista.
Y nos recuerda de alguna manera que la Inversión Extranjera Directa (IED) debe ser aún más incentivada, pues en el año 2014 la participación de la IED en las exportaciones de bienes fue de más del 60% y el saldo de comercio de esas empresas fue positivo en unos 700 millones de dólares. La IED mejor estimulada puede convertirse en un factor que compense las restricciones financieras y que impulse mucho más las exportaciones del país. Sus resultados en el 2014 así lo confirman.
En mi opinión debe propiciarse un incremento sustancial de Inversión Extranjera Directa en el 2016 y con ello podría compensarse, al menos en parte, los factores negativos que condicionan un crecimiento del 2% en el 2016.
Es necesario también incorporar la idea de que pequeñas y medianas inversiones extranjeras, que permitan echar a andar proyectos a escala local o completar cadenas productivas que generan bienes y servicios para el mercado interno y la exportación, pueden también ser muy convenientes a los propósitos del crecimiento, el empleo y la equidad.
Nuevas formas de propiedad, donde participen los gobiernos locales, las empresas estatales y el sector no estatal, de conjunto, podrían convertirse en pequeños motores que dinamicen nuestros territorios y que contribuyan al crecimiento global de la economía nacional.
Otro indiscutible motor de crecimiento que puede ser potenciado es el turismo. En el 2015 alcanzó los tres millones y medio de visitantes, un crecimiento del 17,4% respecto al 2014 y pese a la falta de infraestructura adecuada (que va desde aeropuertos sobrepasados en sus facilidades, hasta la dificultad para alquilar un auto) ha recuperado un rol principal en la economía.
El mercado norteamericano comienza a tener una significación singular. Durante el año 2015, el arribo de turistas norteamericanos (No de cubanos residentes en Estados Unidos) creció hasta los 147 000 visitantes desde unos 90 000 en el 2014 (75% de incremento).
La posibilidad de que la administración norteamericana introduzca mayores flexibilidades o incluso pueda levantar la prohibición existente para viajara Cuba como turista, eleva las expectativas de arribos hasta el medio millón en el corto plazo y alrededor de 2 millones en un par de años.
Tres hechos se han sumado al posible boom del turismo: el acuerdo para el establecimiento de vuelos regulares a Cuba desde y hacia Estados Unidos, que pudieran alcanzar los 120 diarios (20 de ellos a la Habana) a partir del comienzo de las operaciones, con el consiguiente abaratamiento de los precios del ticket aéreo, además del posible comienzo de las operaciones de los Ferrys y el inicio del turismo de cruceros (90 escalas de diciembre a abril y no menos de 400 000 cruceristas).
Esas tres vías de llegada pueden elevar ostensiblemente la cantidad de turistas en Cuba en el año 2016 con impacto significativo en la demanda agregada que, de aprovecharse adecuadamente para fomentar la industria nacional, podría reeditar el papel que este sector tuvo en los años noventa cuando propició encadenamientos productivos que le permitieron a nuestro aparato industrial crecer y dinamizarse.
Habría que pensar nuevamente en aquellos esquemas de financiamiento que se pusieron en práctica desde una entidad financiera nombrada FINATUR, aunque lógicamente haya que ponerlos a tono con estos tiempos. Los ingresos producidos por el turismo pueden ser también una garantía para la obtención de nuevas fuentes de crédito de corto plazo que oxigenen la economía nacional.
También hay que lograr que las formas no estatales tengan el marco propicio de actuación para que se incorporen de forma dinámica y funcional a los esfuerzos por el crecimiento y el desarrollo. Sin dudas hoy constituyen un asunto de carácter estratégico para el desarrollo socioeconómico del país y deben acompañar y facilitar también el camino del desarrollo.
Ese sector que hoy emplea a más de un 27% de la fuerza de trabajo del país, que en el caso del cuentapropismo alcanza más de medio millón de personas (30% de los cuales son jóvenes y un 30% son mujeres) y que ha demostrado, en sectores como la hostelería y la gastronomía, cuánto puede acompañar al esfuerzo estatal; hoy aporta el 8% de los ingresos del presupuesto del Estado y tiene amplias posibilidades de aportar aún más.
Para ello, sin embargo, necesita mejores condiciones para su funcionamiento, desde la posibilidad de acceder a mercados mayoristas (tan postergados a pesar de su evidente necesidad) hasta potenciar su impacto en la economía y en la sociedad expandiendo sus ámbitos de negocios hacia sectores de mayor complejidad tecnológica que complementen la capacidad del sector estatal en la generación de empleo calificado y estimulen la permanencia de nuestro profesionales en el país, en lugar de la actual emigración.
2016 será un año tenso, los pronósticos de crecimiento son modestos, pero Cuba tiene posibilidades de seguir creciendo, incluso de rebasar ese 2% si logramos un ambiente propicio para aprovechar mejor nuestras propias capacidades, en primer lugar la de tener una población instruida y emprendedora y también si se hacen realidad y se convierten en buenos negocios las oportunidades que empresarios de otros países identifican en nuestra economía.
Fuente: http://oncubamagazine.com/economia-negocios/2016-un-ano-tenso-para-la-economia-de-cuba/