El 12 de diciembre de 2015 fue un día histórico porque tras décadas de negociaciones, 195 países se pusieron de acuerdo en suscribir el primer acuerdo global y vinculante para frenar el cambio climático. «Todos los gobiernos parecen reconocer ahora que la era de los combustibles fósiles debe terminar y pronto», observó Bill McKibben, fundador […]
El 12 de diciembre de 2015 fue un día histórico porque tras décadas de negociaciones, 195 países se pusieron de acuerdo en suscribir el primer acuerdo global y vinculante para frenar el cambio climático.
«Todos los gobiernos parecen reconocer ahora que la era de los combustibles fósiles debe terminar y pronto», observó Bill McKibben, fundador de la organización 350.org. Dos meses después de que se lograra un acuerdo en la COP21 es momento de ver en qué medida aquellos compromisos se tradujeron en acciones concretas.
En la COP21 (21 Conferencia de las Partes) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), realizada en la capital de Francia del 30 de noviembre al 12 de diciembre de 2015, se logró el histórico Acuerdo de París.
Los gobernantes presentes en la COP21 se comprometieron a evitar que el recalentamiento global supere los dos grados centígrados y a hacer todo lo posible para que el aumento no sea más de 1,5 grados.
También decidieron lograr la neutralidad de carbono en la segunda mitad de este siglo, lo que obviamente fue un duro golpe para la industria de los combustibles fósiles.
El secretario general de Eurocoal, Brian Ricketts, dijo que su industria «será odiada y vilipendiada como pasó con los comerciantes de esclavos».
Desde la COP15 de Copenhague, en 2009, el precio de los paneles solares cayó alrededor de 80 por ciento.
«De repente es muy fácil ver qué tenemos que hacer en vez de quemar carbón, gas o petróleo», dijo McKibben a IPS, aunque, según él, el Acuerdo de París está lejos de ser suficiente.
«Espero que nadie se haya ido de París con la idea de que conseguimos una gran victoria y de que no vamos a tener que hacer nada más», puntualizó. «El problema es que estamos muy rezagados», aclaró.
Eso queda especialmente claro con las Contribuciones Previstas y Determinadas a nivel Nacional (CPDN), a las que se comprometieron los países. Estas no harán más que inclinar la curva del recalentamiento, de 3,6 grados con las actuales políticas a 2,7. Pero las metas están lejos de ser suficientes para limitar un aumento de temperatura global por debajo de los dos o 1,5 grados.
La organización independiente Climate Action Tracker (CAT) señaló que solo cinco países enviaron sus CPDN totalmente consistentes con el límite máximo de dos grados.
Grandes contaminantes como Estados Unidos, la Unión Europea, China o Brasil, en especial, deben revisar sus CPDN, porque tienen más probabilidades de intensificar el recalentamiento planetario y de que este supere los dos grados. Si se comparan a escala los objetivos, los compromisos de muchos países como Australia, Canadá o Rusia, de hecho, harán que la temperatura promedio aumente más de tres grados.
También es preocupante la falta de ambición en materia de fondos para hacer frente al cambio climático. Es un problema de justicia que las naciones más ricas ofrezcan su apoyo económico, en especial a los países en desarrollo que sufren las consecuencias del fenómeno.
En Copenhague se fijó la meta de 100.000 millones de dólares y, sin embargo, el Acuerdo de París no fijó ningún monto. Simplemente dice que debe haber un esfuerzo creciente, pero pospone la revisión del objetivo de esa cifra ya insuficiente para 2025.
Además, falta un marco para rendir cuentas. Los debates al respecto también se pospusieron para 2018.
El consuelo es el llamado a las contribuciones voluntarias, que tuvo una buena respuesta de los países. En septiembre de 2015, China ya había comprometido 3.100 millones de dólares de ayuda para que las naciones en desarrollo hagan frente a las consecuencias negativas del cambio climático; y en términos de disminución de gases contaminantes, el Acuerdo de París parece estar haciendo efecto.
Hasta hace poco, Vietnam tenía los mayores planes de desarrollo de carbono de Asia sudoriental, unas 70 nuevas centrales de energía, con lo que se acercaba a la capacidad operativa de carbón de Japón.
Pero en enero, el primer ministro vietnamita Nguyen Tan Dung anunció que se cancelaban los futuros proyectos a carbón. En su declaración, el mandatario se refirió al Acuerdo de París y aseguró que «implementaría de forma responsable los compromisos internacionales para reducir las emisiones de gases invernadero».
China también impuso una moratoria sobre la explotación de carbón para los próximos tres años, y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, detuvo la extracción en tierras estatales.
Aunque las CPDN no sean suficientes, igual deben implementarse. Después de todo, la COP21 es solo el comienzo, no el último intento de la comunidad internacional para combatir el cambio climático.
El Acuerdo de París es insuficiente incluso para cumplir hasta sus propios compromisos de largo plazo, pero contiene un mecanismo llamado de ambición según el cual, a partir de 2020, los países deberán actualizar sus compromisos climáticos cada cinco años y fijar nuevos objetivos y más ambiciosos.
Climate Interactive calculó cuánto habrá que ampliar los compromisos para evitar que el recalentamiento del planeta supere los dos grados, o incluso los 1,5 grados. Las emisiones nacionales tendrán que alcanzar su máximo antes de 2030 y los países industrializados deberán recortar sus emisiones mucho más de lo que tienen previsto.
Más allá del documento legal que surgió en la COP21, la conferencia también fue un acontecimiento que movilizó a la sociedad civil de distintas partes del mundo. «No hubo mucho trabajo de seguimiento, pero al menos nos dio una herramienta para actuar», observó McKibben.
Su trabajo de la sociedad civil quizá sea el elemento que logre que se concreten medidas más ambiciosas o, como dijo el ex secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Kofi Annan, «ciudadanos comunes» pueden «ayudar a concretar el cambio que necesitamos y hacer que los líderes realmente lideren».
Para McKibben, la lucha contra las compañías de combustibles fósiles, como él la calificó, no hizo más que empezar en París.
«De ahora en adelante, cuando alguien quiera proponer una nueva mina de carbón o un oleoducto, vamos a decir: ‘no puede hacer eso porque dijo que trataría de mantener el aumento de la temperatura por debajo de 1,5 grados y claramente eso es incompatible'», explicó.
Traducido por Verónica Firme
Fuente original: http://www.ipsnoticias.net/2016/02/llego-la-hora-de-actuar-para-salvar-el-planeta/