Estamos ante una emergencia climática. Si la temperatura media de la tierra sube más de 2 ºC las consecuencias serán dramáticas e irreversibles. Los estados llegaron en diciembre a un acuerdo en la COP21 de París para abordar este reto. Cuando la vida a medio y largo plazo está en peligro se hacen sugerencias. Cuando […]
Estamos ante una emergencia climática. Si la temperatura media de la tierra sube más de 2 ºC las consecuencias serán dramáticas e irreversibles. Los estados llegaron en diciembre a un acuerdo en la COP21 de París para abordar este reto. Cuando la vida a medio y largo plazo está en peligro se hacen sugerencias. Cuando lo que peligran a corto plazo son los beneficios de la banca o de las grandes multinacionales se toman decisiones vinculantes. La Troika, el TTIP, el CETA obligan. La COP21 recomienda.
El ayuntamiento de Donostia está definiendo la Estrategia Clima DSS 2050, el compromiso de Donostia frente al cambio climático, para dar cauce a esas recomendaciones de la COP21. No sé si en esa estrategia se hablará sobre la incineradora de Zubieta. En el folleto que han sacado, al menos, no lo he visto.
El tema es que, al hablar de clima, la incineradora no es un tema residual o sectorial. La incineración es una vuelta de tuerca más al modelo de desarrollo consumista, derrochador e individualista, que repercute en la utilización de recursos naturales, en la producción, en la distribución, en el consumo… Empeñarse en hacer la incineradora es favorecer el cambio climático, ya que de este modo se profundiza en el sistema que nos ha traído a la crisis social, climática y de cuidados que vivimos.
Mucha gente se ha dado cuenta de ello y ha decidido movilizarse a favor de la vida. Es más, ha optado por una movilización exigente, pero que está de moda en este comienzo de siglo XXI y que está, generalmente, bien vista por su carácter pacífico, democrático, participativo, inclusivo y creativo: ocupar una plaza.
Las plazas se llenan de color, reivindicaciones, relaciones, debates, concienciación, pedagogía, formación, afectos, complicidades… Es un lujo que suceda esto en tu ciudad, dado que es justo lo que necesita un ayuntamiento para poder acometer con éxito el reto climático: gente concienciada y dispuesta a participar en una estrategia para cumplir los objetivos marcados por la COP21.
En todo el mundo se han tomado plazas: Madrid, París, Atenas, El Cairo, Wall Street… hasta en Donostia, hace cinco años. En todas ellas la gente ha podido estar de forma tranquila durante semanas o meses. En Donostia, hace 5 años, también. Pero ahora no.
A los tres días de ocupar la Plaza de Gipuzkoa, la acampada #GipuzkoaZutik fue desalojada. Se consiguió ocuparla de nuevo el mismo día, pero a la semana volvió a ser desalojada. Se pasó al Boulevard, y allí la policía volvió a intentar su desalojo, y ¡con qué formas! Identificaciones, detenciones, violencia, confiscación y rotura de bienes… ¿Por qué tanta saña en contra de un grupo de personas que ha optado por actuar en todo momento de forma no violenta?
Algunos sonríen ante esta actitud de la policía, «no se dan cuenta que lo que hacen es reforzar el movimiento…». Pero ¿es así? El martes vi una pancarta en el Boulevard que decía: «Zuen biolentziak indartzen gaitu» (vuestra violencia nos refuerza). Pero ¿es cierto?
El potencial de una plaza ocupada es activar a gente que previamente no se ha movilizado. El objetivo es crear un ambiente propicio, una atmósfera agradable, de forma que la gente se vaya acercando e incorporando al movimiento. Gente de diversas edades, diferentes ideologías, procedencias varias… Esa es la virtud principal de esta forma de movilización. Conseguir eso se dificulta enormemente si hay una continua presencia policial amenazante, desalojos, identificaciones y detenciones.
Yo creo que es eso lo que buscan, que la gente que participe en la plaza sea monocolor, gente que, de alguna manera, esté más acostumbrada a esa tensión, para que puedan decir «mira ahí están los violentos de siempre». Basta con mirar como trata al movimiento, por ejemplo, el Diario Vasco: «El grupo de jóvenes instalados para protestar en contra de la incineradora». Jóvenes-contra-incineradora. Y lo que dijo el diputado de Medio Ambiente José Ignacio Asensio: «estas formas de protesta nos retrotraen a tiempos pasados». ¿A tiempos pasados? ¿Es lo mismo gente sentada frente al cordón policial diciendo «hemen gaude bizitzaren alde» (estamos aquí en favor de la vida), o bailando, o cantando canciones populares como «Ixil-ixilik dago», que autobuses cruzados, contenedores ardiendo, jóvenes lanzando piedras o cócteles Molotov, rompiendo marquesinas y escaparates? ¿Es lo mismo? En absoluto.
Ante esta estrategia del ayuntamiento de Donostia, de la Diputación de Gipuzkoa y del Gobierno Vasco, lo único que se puede hacer es redoblar esfuerzos para generar en la plaza el ambiente más distendido e inclusivo posible, para ir tejiendo redes entre diferentes, para atraer a gente de diversas edades, ambientes e ideologías… gente corriente que no se ha movilizado hasta ahora, pero que simpatiza, por ejemplo, con los retos del cambio climático.
Ante la emergencia social y climática que vivimos, queremos luchar en favor de la vida. No entendemos la saña de la policía en contra nuestra, ya que, como dicen los y las activistas de ANV-COP21 (Acción No Violenta-COP21) «también luchamos por la vida y el futuro de los y las hijas de los policías». Y también luchamos por el futuro, por la vida, de los hijos e hijas de los políticos que mandan a desalojar la plaza a los policías. Por que la vida es lo más grande. Bizitza da handiena. Una vida que merezca la pena ser vivida, tal y como dice Amaia Pérez-Orozco.
@uonederra
Blog del autor: https://unaionederra.
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