Una fuente creíble ha informado que varios directivos del DDC, grupúsculo contrarrevolucionario asentado en Miami, han enviado instrucciones secretas a varios de sus asalariados contrarrevolucionarios dentro de Cuba -a saber Ángel Moya Acosta, coordinador del llamado Movimiento Libertad democrática de Cuba, y a Jorge Luis García (Antúnez), cabecilla del llamado Frente de Resistencia Civil Orlando […]
Una fuente creíble ha informado que varios directivos del DDC, grupúsculo contrarrevolucionario asentado en Miami, han enviado instrucciones secretas a varios de sus asalariados contrarrevolucionarios dentro de Cuba -a saber Ángel Moya Acosta, coordinador del llamado Movimiento Libertad democrática de Cuba, y a Jorge Luis García (Antúnez), cabecilla del llamado Frente de Resistencia Civil Orlando Zapata, entre otros- con vistas a radicalizar sus llamadas acciones «pacíficas» dentro de la Isla, bajo la consigna de «los cubanos nunca hemos tenido miedo». Dentro de estas órdenes expresas están las de propiciar la paralización del transporte público mediante actos de sabotaje tales como ponchar las gomas de ómnibus dedicados a la transportación pública y colocar azúcar o arena en estos vehículos y en otros medios de trasporte estatal para inutilizarlos.
Asimismo, tales medidas se complementan con otras acciones como colocación de carteles y promover protestas tipo guarimbas en las calles y espacios públicos. La idea esencial sería vender a los medios internacionales la falsa imagen de una apreciable desobediencia civil y crisis de gobernabilidad dentro de la Isla, así como manipular como antipopular cualquier medida gubernamental.
La promoción de estas acciones subversivas -cada vez más violentas- está dirigida a tratar de incorporar a nuevos potenciales adeptos, a sembrar el caos y el descontento ciudadano y a propiciar una vía de utópico protagonismo alternativo ante las venideras elecciones del 2018.
DDC cuenta con un amplio historial de provocaciones contra Cuba, tanto desde el exterior como usando a la contrarrevolución interna. Estas acciones, por supuesto, están también dirigidas a obtener fuentes de financiamiento por parte de la administración Trump y otros enemigos tradicionales de la Revolución, en detrimento del papel rector de la FNCA como receptor y canalizador del dinero USA para la subversión en Cuba.
La Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) presiona a contrarrevolucionarios con un reajuste de fondos.
Fuentes creíbles han dado a conocer que un directivo de la FNCA comentó en días recientes a un grupo de personas que su organización realizará recortes en los fondos que envían a los grupúsculos de la contrarrevolución interna, enfrascados en sostener proyectos subversivos dentro de la Isla. La supuesta carencia de fondos disponibles -tal vez una forma de controlar a estos mercenarios y redirigirlos hacia acciones que se apeguen a sus objetivos- afectaría a varias organizaciones como la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), las Damas de Blanco y la Red Comunitaria de Comunicadores Sociales, devenidos en sus principales Caballos de Troya en sus planes de desestabilización y subversión contrarrevolucionaria en Cuba.
Este propio directivo, usando como argumento la falta de presupuesto suficiente y la inexistencia de resultados palpables en el trabajo de sus agitadores asalariados, incluirían recortes en las recargas a teléfonos celulares, avituallamiento, entregas de dinero a sus «activistas», así como reducción de fondos para los proyectos que desarrollan. La depresión de los fondos con los que cuenta la FNCA -usados fundamentalmente para financiar viajes de mercenarios viajeros y en provecho de los bolsillos de muchos liderzuelos- también pone al desnudo que los resultados del dinero empleado no han dado los frutos esperados por ellos, al evaluar el poco impacto de sus acciones sobre la sociedad cubana. Lo cierto es que todos estos grupúsculos no han justificado plenamente la inversión hecha en ellos. Para la FNCA, particularmente, resulta muy grave que tanto las Damas de Blanco se han resistido a cambiar el rumbo de sus acciones, así como los liderzuelos contrarrevolucionarios Berta Soler, Ángel Moya y Antonio Rodiles, entre otros.
La FNCA, de manera particular, y las organizaciones contrarrevolucionarias, en general, se han lanzado a una desesperada carrera en búsqueda de fondos para sustentar su guerra mediática anticubana. Para ello han incursionado en diversos organismos internacionales arguyendo la distorsionada visión de «un incremento represivo por parte del gobierno cubano contra disidentes y una constante violación de DDHH». Todo queda en otras nuevas falacias. Y la FNCA usa los fondos para presionar a sus asalariados de forma descarada.
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