Sábado 24 de junio a las 19:00 desde la Glorieta de Ruiz Giménez hasta Sol
– «Para que haya políticos corruptos ha de existir un poder empresarial y financiero corruptor».
– «La ciudadanía tiene la percepción de que hay mucha más corrupción de la que se conoce y que existe un alto riesgo de que la delincuencia política organizada quede sin castigo».
– «Es preciso introducir mecanismos que garanticen un mayor control ciudadano sobre el poder político y que revoque a los gobernantes corruptos».
Manifestación en Valencia contra la corrupción en 2016, en un imagen de archivo. / Efe
Decía Balzac que detrás de la fortuna está el crimen. Y detrás del capitalismo está la corrupción que engrasa el sistema. La Plataforma Contra la Corrupción y la Impunidad ha convocado una gran manifestación en Madrid el 24 de junio. Esta plataforma está formada por más de tres decenas de organizaciones, mareas ciudadanas, movimientos sociales, grupos ecologistas, sindicatos y partidos políticos progresistas.
Es una iniciativa de la sociedad civil ante la constatación de que la corrupción política y empresarial en España es sistémica. Proviene del franquismo, y la democracia no ha acabado con ella. Según el CIS, alcanza tal gravedad que se ha convertido en la segunda preocupación de la ciudadanía. Con los gobierno del Partido Popular se ha producido un auténtico desiderátum de delitos de corrupción (Gürtel, Púnica, Lezo…) y hasta Mariano Rajoy tiene que comparecer ante los tribunales por la financiación ilegal de su partido. No son casos aislados, son muchos cestos de manzanas podridas, miles de procesados por corrupción como resultado de una lista interminable de operaciones policiales y judiciales.
Para que haya políticos corruptos ha de existir un poder empresarial y financiero corruptor. Así se engrasa la maquinaria del sistema económico: pago de comisiones a partidos políticos a cambio de contratos y concesiones públicas, que sirven para su financiación ilegal y para el enriquecimiento personal de dirigentes. Con este dinero negro se falsea la democracia al emplearse en campañas electorales para mantener el poder. Y si no es suficiente el dopaje electoral, se recurre al soborno de diputados de otras formaciones como pasó con el tamayazo y otros muchos casos de transfuguismo.
Cuando son cogidos con las manos en la masa, es decir con cuentas en paraísos fiscales, niegan todo, no asumen responsabilidades políticas, presionan a fiscales y jueces, cuestionan el trabajo de las fuerzas de seguridad encargadas de la investigación. Acostumbrados a la impunidad del franquismo, buscan seguir disfrutando de ella, cargándose la independencia judicial y la división de poderes propia de la democracia. La ciudadanía tiene la percepción de que hay mucha más corrupción de la que se conoce y que existe un alto riesgo de que la delincuencia política organizada quede sin castigo. La absolución de los procesados del caso Guateque, al tiempo que se condena a vecinos de Gamonal que luchaban contra la especulación urbanística, abunda en la idea de que la justicia tiene dos varas de medir. Una sociedad en la que la corrupción y la impunidad están generalizadas, es una sociedad desmoralizada y esto siempre es una derrota.
Roban y recortan. La corrupción se dispara y los problemas del país no dejan de crecer. Hay un paisaje social desolador que no puede ocultar la propaganda gubernamental. Paro, precariedad, desprotección, recorte de pensiones y salarios, desahucios, deterioro medioambiental y aumento de la exclusión social y de la pobreza. Hay una conciencia clara entre la ciudadanía de la relación entre corrupción, recortes, políticas antisociales de ajuste y privatizaciones. La política de privatizaciones ha fomentado los pelotazos y esa singular corrupción política que son las puertas giratorias. Es el caso de las empresas públicas de energía y del agua, la sanidad, la educación y el transporte, y todo aquel patrimonio colectivo convertido en un bien expropiable y una oportunidad de negocio para las élites económicas.
Frente a este estado de cosas, hay alternativas. Y éstas pasan por fortalecer la democracia, la participación ciudadana y la moralidad pública. Por asegurar la independencia del poder judicial, de la UDEF y de la UCO en la investigación de este tipo de delitos; por un gobierno honesto y respetuoso con la ley y la división de poderes; por la no prescripción de estos delitos y que se sancione tanto a corruptos como a corruptores; por la devolución del dinero robado y la creación de un fondo destinado a proteger a colectivos vulnerables. En suma, es preciso introducir mecanismos que garanticen un mayor control ciudadano sobre el poder político y que revoque a los gobernantes corruptos.
Urge recuperar la iniciativa ciudadana para acabar con este cáncer. Es necesario salir a la calle contra la corrupción. La clase trabajadora y la ciudadanía deben participar activamente. Para que no haya la menor complicidad, el 24 de Junio no se puede faltar a la cita, porque con corrupción no hay democracia.
Fuente: https://www.cuartopoder.es/ideas/opinion/2017/06/23/la-corrupcion-es-el-cancer-de-la-democracia/