El desarme, y en especial el nuclear, resulta uno de los temas prioritarios para el gobierno en el ámbito internacional
Con la experiencia de haber sido en 1962 el epicentro de una frustrada conflagración atómica entre grandes potencias, Cuba figuró entre los Estados pioneros que el 20 de septiembre firmaron el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares.
Durante la ceremonia en la sede de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, el ministro cubano de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, rubricó el documento multilateral y con carácter vinculante junto a representantes de más de 40 países.
La firma del tratado ocurre en momentos de máxima tensión debido a las recientes pruebas atómicas de la República Popular Democrática de Corea, que las considera un instrumento de disuasión, y las amenazas de Estados Unidos y algunos aliados para incrementar sanciones e incluso llegar a invadir a la nación asiática.
Más de 120 estados dieron luz verde al texto el pasado 7 de julio, pero con el fuerte rechazo de las llamadas potencias atómicas, entre ellas las cinco con asiento permanente en el Consejo de Seguridad: Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, China y Francia.
También se ausentaron los otros cuatro países que disponen de bombas atómicas, Israel, India, Pakistán y Corea del Norte, al igual que los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, excepto Países Bajos, algunos de los cuales poseen armas nucleares estadounidenses estacionadas en su territorio.
La iniciativa proscribe el desarrollo, adquisición, almacenamiento, uso o amenaza con el empleo de armas u otros dispositivos explosivos nucleares. Incluye, además, procedimientos para que los países con armas nucleares que quieran sumarse declaren y destruyan sus arsenales.
Una nota de la cancillería cubana valoró el hecho como «un paso de avance fundamental hacia el desarme nuclear y contribuirá de forma significativa a alcanzar un mundo libre de armas nucleares».
«Con este tratado, la comunidad internacional dejó claramente establecido que las armas nucleares no son solo inhumanas, inmorales y éticamente indefendibles; sino también ilegales», agregó el texto.
El pacto entrará en vigor 90 días después de la fecha en que 50 naciones ratifiquen, acepten, aprueben o se adhieran al instrumento.
El secretario general de la ONU, António Guterres, calificó el momento de «histórico» y recordó que es el primer tratado multilateral de desarme aprobado en más de dos décadas.
No obstante, alertó que la meta de lograr un mundo libre de armas nucleares requerirá «diálogo» y acciones «prácticas».
Sobresalió el protagonismo de países latinoamericanos en la negociación y posterior firma del texto.
Además de Cuba, también lo refrendaron Brasil, Chile, Costa Rica, El Salvador, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.
En diversos foros, La Habana ha reiterado la amenaza que representan las armas nucleares para la existencia de la especie humana y las consecuencias catastróficas que supondría el empleo de una exigua parte de ella.
Informes internacionales cifran en alrededor de 15.000 el número de estas mortíferas armas listas para ser usadas.
En marzo de 2013, sesionó en la no gubernamental Asociación Cubana de las Naciones Unidas un taller de organizaciones de la sociedad civil local sobre el tema y en cuya declaración final se abogó por «un acuerdo que incluya un cronograma multilateral, transparente, irreversible y verificable para la eliminación total de las armas nucleares».
Durante sus últimos años, el líder revolucionario Fidel Castro (1926-2016) dedicó varios artículos en la prensa nacional para alertar sobre la grave amenaza para la humanidad del uso de armas atómicas en un conflicto.
Precisamente el político cubano fue uno de los protagonistas de la llamada Crisis de los Misiles o Crisis de Octubre, que en 1962 puso al mundo al borde de una guerra nuclear.
La entonces pugna entre la Unión Soviética y Estados Unidos en el contexto de la Guerra Fría llevó al gobierno del presidente Nikita Jrushchov (1894-1971) a desplegar cohetes atómicos en el país caribeño como un elemento disuasorio, similar a los que tenía emplazados Washington en naciones europeas.
Aunque Castro exigió que la instalación del armamento se hiciera de manera pública o como parte de un acuerdo militar, Moscú se opuso a la idea antes de que estuviera operativo.
Al descubrir la maniobra, el presidente estadounidense John F. Kennedy (1917-1963) dispuso el bloqueo naval del archipiélago cubano.
El 27 de octubre de 1962, cuando la crisis estaba en su punto más álgido, Jrushchov propuso en secreto a Kennedy desmantelar las bases soviéticas de misiles nucleares en Cuba, a cambio de la garantía de que Washington no realizaría ni apoyaría una invasión contra la isla caribeña.
Además, Estados Unidos debería retirar sus bases de misiles nucleares en Turquía, y tras varias negociaciones se evitó un enfrentamiento directo.
Fuente: http://www.ipscuba.net/politica/cuba-reafirma-frente-al-mundo-su-rechazo-a-las-armas-nucleares/