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Entrevista a Francisco Báez Baquet sobre la industria criminal del amianto

«Miserablemente el interés económico ha primado por encima de toda otra consideración»

Fuentes: Rebelión

Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, autor de Amianto: un genocidio impune, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra esta industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, ha […]

Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, autor de Amianto: un genocidio impune, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra esta industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, ha reseñado y destacado su obra.

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Estábamos aquí. Esta reflexión, de nuevo, es suya. Toma pie en el siguiente artículo de investigación:

Ruff K.How Canada Changed from Exporting Asbestos to Banning Asbestos: The Challenges That Had to Be Overcome. Int J Environ Res Public Health. 2017 Sep 27;14(10). pii: E1135. doi: 10.3390/ijerph14101135:

Sus palabras:

Hace menos de diez años, la industria del amianto disfrutaba del apoyo de todos los partidos políticos de Quebec y Canadá. El Instituto del Crisotilo y la Asociación Internacional del Crisotilo, ambos ubicados en Quebec, comercializaron agresivamente el amianto en todo el mundo, alegando que la evidencia científica demostraba que el amianto crisotilo podría ser usado de manera segura. La industria creó un clima de intimidación. En consecuencia, en Quebec no existían grupos que abogaran por las víctimas del amianto o que hicieran campaña por su prohibición absoluta, para cuestionar la industria. Se lanzó una campaña para movilizar a la comunidad científica para que hablara. Trabajando con científicos, activistas y víctimas del asbesto en todo el mundo, un pequeño grupo de científicos de Quebec expuso los argumentos falsos de la industria del amianto. Ellos, públicamente y repetidamente, desafiaron la política anticientífica y antiética del gobierno sobre el amianto. Al apelar a los valores de Quebec y responsabilizar a los que están en el poder, la campaña ganó el apoyo del público y triunfó, contra todas las probabilidades, de derrotar a la industria del amianto.

¿Cómo se entiende, sabiendo lo que sabemos desde hace muchas décadas, ese apoyo -hace menos de diez años desde entonces- de todos los partidos políticos canadienses a la industria del amianto? ¿Cómo es posible que ese grupo de científicos colaborase, mediante argumentos y estudios falsos, a las finalidades gananciales de la industria?

Canadá procedió a la nacionalización de la minería del amianto. Con ese paso, y de conformidad con la legislación canadiense, todos los datos y registros quedaban amparados por un velo de impenetrable secreto, bajo amenaza de que cualquier transgresión de esa omertá institucionalizada pudiera ser considerada como un gravísimo delito, penado con castigos de cárcel extremadamente duros. Se trató, por tanto, de un plan perfectamente diseñado, y conscientemente conducido a través del desenvolvimiento de sus sucesivas etapas.

En el caso de los científicos concertados para esta estrategia, la corrupción ha sido doble: directa, hacia determinados investigadores de la Universidad McGill, y mediante subvenciones, del gobierno y de la propia industria minera, a dicha Universidad. Su instrumento propagandístico, con apariencia y pretensiones de supuesta respetabilidad académica, fue el pomposamente llamado «Instituto del Crisotilo», que antes, con mayor claridad, había sido denominado «Instituto del Asbesto».

Miserablemente, el interés económico ha primado por encima de toda otra consideración.

Como en tantas ocasiones, Otra noticia que le tiene como fuente.

  

Publicado: http://m.noticiasdenavarra.com/2017/09/26/economia/el-asbesto-puede-provocar-diferentes-tipos-de-cancer-asbestosis-o-fibrosis-de-pleura. Esto es positivo. Lo que no lo es, es que no haya uniformidad, para todo el país, para afrontar el problema».

 

¿A qué se refiere cuando habla de que es positivo? ¿Por qué no hay uniformidad en toda España para afrontar el problema?

Es positivo que el INSS colabore, para detectar a todos aquellos que han estado laboralmente expuestos al amianto, porque él es el depositario de todos los datos de afiliación a la Seguridad Social, y cuenta con los adecuados medios informáticos y de personal facultativo y administrativo para poder hacerlo de forma exhaustiva.

Los convenios de colaboración, se están haciendo por Comunidad Autónoma, con lo cual, unas lo tienen, y otras no, y no hay garantía de que entre esos convenios alcanzados, haya una coincidencia y uniformidad de contenidos, entre ellos.

Si tenemos presente que ya previamente no hay uniformidad a la hora de hacer público el respectivo listado R.E.R.A., de empresas con riesgo por amianto, porque hay al menos una -la andaluza-, que solamente incluye en ese censo de libre acceso, a aquellas compañías que son consentidoras de que se las mencione, y lo cual, desde luego, no es así en otras Autonomías, no parece incoherente asumir como probable que también haya similar disparidad, a la hora de concertar estos acuerdos con el INSS.

Si no hay uniformidad de tratamiento de los datos, éstos no se pueden sumar, a nivel nacional, o en todo caso se haría con riesgo de incorrecciones derivadas de no haber tomado en consideración ese carácter heterogéneo de los datos, desde origen.

Como quiera que la fiabilidad estadística y epidemiológica, a cubierto de eventuales sesgos casuales, es tanto más firme, cuanto más extensa es la cohorte considerada, todo lo que contribuya a fragmentarla es, por consiguiente, negativo.

Lo ideal sería que, como mínimo, esa integración de los datos derivables de este tipo de colaboraciones, se pudiera hacer a nivel europeo. En su defecto, debería poder ser, por lo menos, a nivel español, para todo el estado, y en condiciones de uniformidad.

Interviene usted en una discusión sobre indemnizaciones en estos términos:

Yo no estoy en contra. Las ventajas ya me las sé. Las valoro y las pondero adecuadamente. Pero lo que critico es que nadie hable de los inconvenientes, que los hay, son reales, y muy «gordos». En toda decisión sensata, y más todavía en las importantes, y ésta lo es como pocas. Lo correcto es sopesar cuidadosamente los pros y los contras, para que la decisión pueda gozar de las mejores garantías de acierto… y que el Dios de los escépticos reparta suerte… Se aproxima un progreso extraordinario. Va a ser suprimido el Sistema Métrico Decimal, por jacobino y centralizador. De esa forma, volverán a todo su esplendor de riqueza cultural, étnica e idiosincrática, las toesas, las varas, los codos, las yardas, las arrobas, las pulgadas, los celemines, etc., etc. ¡¡Gibraltar catalán!!!.

Le he preguntado alguna vez por el tema pero me permito insistir. ¿Por qué está en contra del fondo de compensación? ¿Cuáles son los inconvenientes? ¿Qué finalidad tiene el sarcasmo con el que finaliza su comentario? Añade usted también: «Cuando en abril nos reunimos en Madrid, Asociaciones de Sevilla, Ferrol, Getafe, Cartagena para acompañar a los compañeros de ASVIAMIE de Euskadi, era para apoyar la idea de creación de un FIVA. que protegiera a todos los trabajadores sin distinción de regiones o nacionalidades. El proyecto de Ley del Parlamento Vasco es mejorable. Esta es mi respetuosa opinión».

Estas últimas palabras, no son mías, aunque las podría suscribir. Una vez aclarada la confusión habida, paso a contestar seguidamente lo que me plantea.

Disculpas. Pensaba que eran suyas.

 

Más que estar yo en contra de los fondos de indemnización, lo que vengo a observar es que nadie menciona sus inconvenientes. Esos fondos se suelen constituir, con aportación patronal, y eso viene a implicar que, en su gestión, la representación patronal suele tener asegurada una presencia y protagonismo. Aunque nadie escarmienta en cabeza ajena, no está de más advertir de que existen precedentes, en otras naciones en las que el fondo ha sido implantado, de que esos gestores del mismo, a la postre, vienen a resultar más cicateros y reticentes a conceder una magra indemnización, por comparación con la actuación que anteriormente han tenido los jueces, en la resolución de los litigios, que ya es decir.

Aunque en teoría quedara abierta la posibilidad de pleitear, en paralelo a acogerse al fondo (cosa que todavía no está definitivamente establecida en nuestro caso), si los comportamientos han de ser similares a los observados en otras naciones, no cabe duda de que esa doble actuación, por parte de los afectados y/o de sus familiares, constituirá, en todo caso, una ínfima o nula minoría. Si lo que se pretende, con la instauración del fondo, es, precisamente, evitarles a los demandantes ese larguísimo peregrinaje, ello, además, constituiría un contrasentido, si a fin de cuentas eso no se soslaya, si se opta por esa doble actuación, aunque en eso último haya voluntariedad y asunción de sus demoras e inconvenientes.

La instauración del fondo, presupone una indemnización sin señalamiento de culpables. Todo un incentivo de impunidad garantizada, para futuros transgresores de la legislación vigente, en caso de surgimiento de futuros contaminantes con graves riesgos asociados, como ha sido el caso del propio asbesto. Por eso ya señalábamos en otras anteriores manifestaciones nuestras, que, en la práctica, la instauración del fondo viene a equivaler a una reversión parcial y sectorial del franquista «Fondo Compensador de Accidentes Laborales y Enfermedades Profesionales», que los «Pactos de La Moncloa» vinieron a derogar.

En ese «borrado» de responsabilidades, además, se produce una insoslayable nivelación entre quienes meramente incumplieron sus obligaciones empresariales, y quienes, además, incurrieron en conductas todavía más reprobables, con episodios de «guerra sucia», represalias, poner a los más reivindicativos en materia de seguridad, en los puestos de trabajo de mayor riesgo, donde se daban las poluciones más altas -crocidolita incluida-, despidos inmotivados o con pretextos prefabricados, desembarazándose también de «los incómodos», mediante diagnósticos de asbestosis que mandaban a una jubilación anticipada a quien, sorprendentemente, después de declarada esa «asbestosis avanzada», participaba en carreras ciclistas de montaña… ¡y las ganaba!

Mi comentario sarcástico, era meramente circunstancial, no afecta al meollo de la cuestión ahora abordada, y venía determinado como reacción mía ante pruritos particularistas -cómodos estereotipos- que considero que están en contraposición con las condiciones objetivamente más favorables para los pacientes, presentes o futuros, que lo que precisan es. de que las conclusiones a alcanzar, sean siempre las más sólidamente asentadas en cohortes lo más extensas posibles, en evitación de eventuales sesgos involuntarios, desvíos aleatorios que cobran tanto más fuerte protagonismo, cuanto menor es esa base poblacional estudiada en condiciones de uniformidad. Fue un desahogo por mi parte, y como tal, con su carga emotiva, no hay que concederle mayor trascendencia, pues es perfectamente prescindible.

No pasa nada. Lo entiendo muy bien. La siguiente reflexión también es suya:

Recojo el guante, aunque de momento toca aguardar cola. Actualmente estoy en plena faena, con el análisis estadístico de las sentencias por mesotelioma, que han resultado denegatorias para la parte demandante, la víctima y/o sus familiares. Esa parte ya la tengo ultimada, con el resultado de una gráfica de la deriva temporal que ha habido, y que considero que es muy significativa para entender qué ha sido lo que ha ido ocurriendo. Nada que ver, desde luego, con una verdadera justicia. Pero ahora estoy ocupándome de la segunda parte: el análisis crítico de los pretendidos argumentos de una buena parte de esas infumables sentencias, plagadas de «perlas» a contrapelo de las más palmarias evidencias científicas. No las llego a revisar a todas, para no aburrir con tantas repeticiones. Decían de los americanos, que iban perdiendo la guerra de Corea, porque se cansaban de matar siempre «al mismo» chino. Llegar a seleccionarlas, de entre todas las publicadas en la web del CGPJ, me ha supuesto no poco esfuerzo e ingenio para poder «pescarlas» haciendo uso de búsqueda automática. De todas formas, todavía queda tela que cortar, y eso me llevará algún tiempo, que no sabría precisar ahora. Decía Cánovas (no un «rojo», precisamente), que español es… todo aquel que no puede ser otra cosa. De todas formas, Jesús, y aunque nadie escarmiente en cabeza ajena, yo os he ido trasladando a todos, los correos de François Iselin, en los que se incluyen los enlaces de acceso a los boletines de CAOVA, la asociación suiza de las víctimas, en los que de forma reiterada este asunto del fondo ha sido abordado. En idioma francés, pero ahí están. Yo, por mi parte, y de mi propia cosecha, también me hago mis propias reflexiones, que espero que en algún momento las vea publicadas, reunidas en un único artículo, y a partir de ahí podremos irlo debatiendo todo, a ser posible también públicamente.

¿A qué conclusiones han llegado la asociación suiza de las víctimas? ¿Por qué las cita?

Ellos, después de reflexionar sobre los pro y contras del fondo, han optado por no sumarse al órgano de control de su aplicación, evidenciando un profundo descontento. Sus argumentos, con matices y particularidades propias de su concreta situación, están en línea, en términos generales, con lo que ya anteriormente se ha expresado por mi parte.

Tomemos un descanso.

 De acuerdo

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.