Buenas noches. Inauguramos hoy un Festival que está a solo un paso de arribar a sus 40 años. Ante tamaño desafío hemos optado por no introducir cambio alguno. Este escalón número 39 deberá servirnos de pausa e impulso y deberá conducirnos a nuevos puntos de partida y de transformación del Festival en su cuarenta aniversario. […]
Buenas noches.
Inauguramos hoy un Festival que está a solo un paso de arribar a sus 40 años.
Ante tamaño desafío hemos optado por no introducir cambio alguno.
Este escalón número 39 deberá servirnos de pausa e impulso y deberá conducirnos a nuevos puntos de partida y de transformación del Festival en su cuarenta aniversario.
No podemos encarar el futuro de nuestro Festival de otra manera. Futuro que no podrá ser alcanzado de forma plena si no somos capaces de interpretar con objetividad nuestro presente proponiendo una lectura de la realidad que rompa con esquemas que hemos preestablecido.
En el programa de este año dos cinematografías caribeñas se destacan de manera especial, la dominicana y la puertorriqueña, con diez títulos cada una.
A Puerto Rico, ese pueblo hermano que ha sufrido este año los terribles embates del huracán María y la desidia de sus «protectores», le dedicaremos una jornada especial del Festival, con la presentación del documental Residente, dirigido por el relevante músico puertorriqueño René Pérez (líder del grupo musical Calle 13).
Del programa del concurso de este año vale destacar un índice: 34% de los filmes son dirigidos por mujeres -proporción que resulta sin duda una quimera en cualquier otra latitud para una industria globalmente dominada por los hombres.
Ahora corresponderá desentrañar las historias que se ocultan tras esa cifra, la diversidad de las miradas y enfoques que estas obras nos entregan.
Quiero aclarar que estas obras forman parte del programa por mérito propio, no por forzadas cuotas de representatividad.
Uno de los objetivos esenciales que nos corresponde enfrentar, ante la invasión de tanta chatarra que se consume a diario en la multiplicidad de las pantallas que hoy por hoy rigen nuestra vida, es proponer y sostener una programación de altísima calidad, una programación que busque, estimule y encuentre al espectador inteligente, que contribuya a formarlo, que lo multiplique.
Una programación que escape de la banalidad y la simplificación.
Una programación que no tema al entretenimiento siempre que no se preste a la desmovilización del intelecto.
Es por ello, y en busca de ayudar a formar a un ciudadano que se sienta más responsable de su sociedad, que nuestro programa anual se compromete en subrayar temas relevantes de la contemporaneidad latinoamericana.
Me refiero a las migraciones, la memoria como ejercicio de rescate crítico de la historia, el deterioro del entorno, las políticas públicas y el activismo ecológico, los desafíos de los pueblos indígenas de América, la lucha por el respeto a la diversidad de géneros y el enfrentamiento a la violencia contra la mujer.
El desarrollo de la tecnología digital ha revolucionado de manera radical en esta última década la industria del cine y las comunicaciones.
En medio de la incertidumbre que generan estos profundos cambios estructurales, uno de los temas que más se debate en la presente era de la digitalización es si el cine logrará sobrevivir al boom e impacto de las industrias del software y de las estrategias multimediáticas.
Se han puesto en crisis todos los paradigmas.
Mientras esto ocurre se está generando un constante entramado de producción de contenidos audiovisuales que ya no pasan -ni parece que lo necesiten-, por los tamices profesionales.
Van directo a la red y en ella ganan vida propia.
No es contra esa realidad, sino con ella, que tendremos que interactuar.
Es un gran reto para los que tenemos la responsabilidad de programar, de proponer y defender un programa coherente, un programa humanista y solidario, un programa donde el hombre y la mujer, el ciudadano, estén en el centro.
Y solo con cultura, con conocimiento y sensibilidad, con visión política, podremos enfrentar esta misión.
Ha pasado el tiempo, ha cambiado el mundo, cambia Cuba, cambia el Festival.
Un evento que se ha ido transformando al paso del tiempo motivado por circunstancias de todo carácter.
Ha sido esta una lucha tenaz de la que hemos salido fortalecidos.
Hoy tenemos más claro cuál es el camino.
El camino es la defensa de los objetivos estratégicos, aquellos que definieron y trazaron los fundadores.
En el discurso inaugural de nuestro segundo Festival, en 1980, Alfredo Guevara se preguntaba:
¿Qué permanece vigente en el nuevo cine latinoamericano?
¿Qué circunstancias, qué nuevas tareas, qué nuevas posibilidades se abren al creador cinematográfico?
Las preguntas fueron hechas, y el Festival en su andar ha contribuido a responderlas.
Ese es el camino.
Muchas gracias, y disfruten del Festival.
Fuente: http://habanafilmfestival.com/palabras-de-inauguracion/