Las entidades agrícolas empresariales de Huelva, así como, sus homólogos colaboradores sindicales UGT y CC.OO., tienen la llamativa costumbre de reunirse urgentemente, en el momento que se produce una denuncia pública contra el sector, para desmentir la noticia o ponerla en duda, bajo el «gran» argumento de que se está perjudicando a «todo el campo […]
Las entidades agrícolas empresariales de Huelva, así como, sus homólogos colaboradores sindicales UGT y CC.OO., tienen la llamativa costumbre de reunirse urgentemente, en el momento que se produce una denuncia pública contra el sector, para desmentir la noticia o ponerla en duda, bajo el «gran» argumento de que se está perjudicando a «todo el campo onubense», «esto es una campaña para dañar la agricultura en Huelva«, o frases parecidas.
Ahora han salido en tropel para desmentir o cuestionar lo publicado por una revista alemana, que denuncia a través de testimonios personales, que en los tajos donde desarrollaron su informe periodístico, se producen abusos y agresiones sexuales contra las mujeres que allí trabajan.
Desde años vienen haciendo lo mismo cuando alguien se atreve a comunicar y expresar públicamente las humillantes condiciones en las que se desarrolla la actividad laboral en los campos de fresa, frambuesas o arándanos en las zonas de cultivo.
Primera pregunta: ¿Por qué si nada tienen que ocultar no crean una comisión, grupo o como quieran llamarle, con gente independiente, para que hagan una investigación transparente sobre lo que ocurre en esos tajos?
La denuncia de ahora, sobre abusos sexuales es lo que faltaba, para constatar que en los lugares de recolección, se trabaja y se vive en condiciones indignas para cualquier ser humano, que no se debería consentir por más tiempo. Menos aún, cuando el sector cada año, obtiene importantes beneficios.
Segunda pregunta: ¿Qué clase de gente representan a la patronal y a los sindicatos UGT y CC.OO. firmantes del convenio provincial, que consienten o amparan esta realidad tan humillante?
Las administraciones públicas saben lo que sucede. La inspección de trabajo conoce de sobra esa realidad infernal que tienen que soportar las y los trabajadores del campo y nadie hace nada. Son cómplices necesarios para que esos hechos se produzcan. Y si aún no se han enterado, es muy sencillo y simple hacerlo. Se trata de ir a los tajos y preguntar a la gente.
Podrán comprobar en qué tipo de «viviendas» duermen, cocinan, se lavan…, verán como les imponen ritmos de trabajos contrarios a cualquier legalidad vigente. Sabrán que en los tajos se prohíbe beber, hasta que no lo diga el manijero. Que no puedes orinar sin permiso. Que las horas extras que te obligan a realizar no se pagan: Que quien no alcanza el nivel de rendimiento exigido son despedidos…, son tremendas realidades que, como he dicho en más de una ocasión, parecen asemejarse a la de la esclavitud, en pleno siglo XXI y muy poco a lo que debería ser una agricultura moderna y sobre todo, respetuosa con la gente trabajadora.
Y tercera pregunta: ¿Creen que en esas condiciones tan humillantes e indignas, los abusos o agresiones sexuales que se están denunciando llegarán lejos? Ojalá me equivoque, pero mucho me temo que no. Que lo taparán.
En Huelva, como en Almería, los intereses económicos bajo los plásticos son muy grandes y están por encima de todas las necesidades y el respeto a la dignidad de las personas que trabajan.
José Fernández Vázquez. Exmiembro de la Secretaría de Organización del Sindicato de Obreros del Campo.
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