Una muy vieja aspiración de la progresía española que nunca acaba de fraguar… Y puesto que, visto lo visto, el Estado de las Autonomías ha fracasado, en España, un país de pruebas forzosas de convivencia a lo largo del tiempo, ha llegado la hora del Estado Federal. En efecto, si la voluntad política y la […]
Una muy vieja aspiración de la progresía española que nunca acaba de fraguar… Y puesto que, visto lo visto, el Estado de las Autonomías ha fracasado, en España, un país de pruebas forzosas de convivencia a lo largo del tiempo, ha llegado la hora del Estado Federal.
En efecto, si la voluntad política y la de los votantes se concentrasen en cambiar la monarquía por la República y el Estado de las Autonomías por el Estado Federal, España acabaría con la mayor parte de sus problemas teóricos que desestabilizan lo suficiente al país como para ser causa y efecto al mismo tiempo de los problemas prácticos. Sólo así estaría a la altura de los tiempos. A fin de cuentas España es un territorio que, a escala, es de morfología similar a la de los Estados Unidos de América, que es el paradigma de la democracia burguesa.
En todo caso la característica principal del Estado Federal es que el gobierno central se limita a gestionar la política exterior de los Estados que lo integran, y estos disponen de la máxima libertad para regular lo demás conforme a su orografía, a su naturaleza y a la idiosincrasia de su población. El Senado se configura como una efectiva Cámara territorial y no como un órgano que ahora es en España prácticamente inoperante. Todo ello se completa con un pacto fiscal y una transformación a fondo de la Administración de Justicia…
Las diferencias entre el Estado de las Autonomías actual y el Estado Federal, pese a lo que dicen sus opositores, son notables. La prueba concluyente sobre esas diferencias está en los graves problemas originados, cada uno en su momento, por los Estatutos vasco y catalán enjuiciados por los magistrados conservadores españoles.
Y es que no es posible una verdadera y prolongada paz formal y de fondo en una nación compuesta de territorios con muy diferentes sensibilidades y culturas que se mantienen adosados a la fuerza; por la fuerza de una constitución amparada subrepticiamente en la carcoma de un éxito en la guerra civil administrado por los herederos de los vencedores. Y luego, por fuerzas económicas astutamente manejadas por los mismos que se obstinan en mantener unidos, artificialmente, a 47 millones de personas en más de quinientos mil kilómetros antropológicamente heterogéneos, bajo una bandera que a pocos más que a ellos representa…
El Estado Federal es una cuenta pendiente en España que ha de superar, primero su historia anterior entre 1939 y 1978, luego las particularidades e historia de sus respectivos y bien definidos territorios, y luego la mezcla de sensibilidades contrapuestas que, como los dos polos de un imán, hacen de ella una nación difícilmente gobernable.
En resumen, sólo en el Estado Federal, con una amplísima autonomía e interdependencia de sus respectivos territorios está la solución. Sólo así podría darse por terminada en España la maduración política que de otro modo a muchos nos parece imposible…
Jaime Richart. Antropólogo y jurista.
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